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Posteriormente la región de la costa fué ocupada por otro pueblo, cuyos restos se encuentran en los numerosos conchales ó montones de desperdicios, y se descubren de trecho en trecho, á la orilla del mar, por una gran extensión.

Eran braquicéfalos y venían del norte poco á poco extendiéndose hacia el sur. El pueblo que ocupaba el litoral á su llegada se retiró ante su avance, refugiándose en las costas y archipiélagos australes, donde encontramos sus últimos descendientes en los alacalufes de Tierra del Fuego é islas circunvecinas.

En algunos puntos tuvieron lugar mezclas entre las dos razas que dió por resultado un tipo mesaticefálico cuyos descendientes son probablemente los Changos.

Las costumbres de estos inmigrantes eran casi idénticas con las de los primitivos habitantes, pero sus conocimientos eran mayores. Eran cazadores y pescadores y usaban el arco y flechas. Las puntas de estas últimas se encuentran en mucha abundancia por toda la región de la costa. Son de diversas formas, siendo más comunes las triangulares, pero encontrándose las de forma de corazón, de hoja y de media luna. Es evidente que tenían usos distintos, porque algunas son muy pequeñas y otras de buen tamaño. Por lo general son bien, y á veces primorosamente labradas.

Su alfarería también era de una clase muy superior á la de las tribus primitivas; de material más fino, formas más artísticas y variadas, y con frecueneia tenía una ruda ornamentación.

Como la raza anterior, tenían la costumbre de enterrar sus muertos en posición horizontal con el cuerpo tendido.

Ninguna de las dos razas parece haber tenido muchas relaciones con la del centro.

Esta última probablemente ocupaba toda la región del valle central desde Aconcagua hasta el río Imperial; y estamos de opinión que era subdolicocéfala.

No nos creemos autorizados, sin embargo, para insistir en este último punto, porque los materiales que hay á la mano son muy escasos.

Las razones que podemos avanzar en favor de tal opinión no son muy convincentes. Los pocos restos antiguos á que no se puede consignar un origen ni mapuche, ni incásico, son casi todos subdolicocefálicos, con tendencia á la dolicocefalía. Por otra parte, existe un elemento en la población rural actual, bastante numeroso, que no se puede referir á ninguna de estas dos razas, ni á las costeñas. Este elemento es casi siempre subdólico ó mesaticéfalo.

Se distingue de todos los otros elementos y especialmente del mapuche.

Sin ser más bajos, son más pequeños de cuerpo y más enjutos: entre ellos casi nunca se nota la corpulencia. Tienen un color más oscuro y amarillento, sobre todo en la vejez, y su sistema piloso es mucho más desarrollado .

Sus facciones son más regulares: no se nota aquella prominencia de los pómulos, tan marcada en muchas razas americanas; la cara es más angosta; la nariz más larga y con frecuencia cóncava.

El estudio de la craneología de este tipo demuestra que tiene la cabeza muy chica, la frente muy angosta, pero relativamente alta y el occipital más protuberante que entre los mapuches.

Es un tipo muy persistente y en las provincias centrales mucho más numeroso que cualquier otro. Creemos que puede representar la raza autóctona y que á ella debe atribuirse el idioma llamado araucano.

Hemos dicho que cuando llegaron los mapuches hallaron esta raza dedicada á la agricultura. Como esto es un hecho que no se ha probado de una manera decisiva, queremos exponer aquí nuestras razones para tal opinión, dejando la comprobación para futuras investigaciones.

En algunas de las antiguas sepulturas preincásicas se han encontrado fragmentos de coronta de maíz, como también morteros de una forma y tamaño diferente á los usados por los pueblos primitivos para machacar raíces y semillas, y semejantes á los que todavía se usan para moler maíz y trigo en los campos del centro y sur.

Cuando llegaron los españoles, la ocupación incásica no se extendía al sur del río Maule, y es posible que la zona comprendida entre este último río y el Maipo sólo la ocuparon militarmente.

Según las crónicas más autorizadas, la invasión incásica no tuvo lugar sino á mediados del siglo XV, unos setenta ú ochenta años antes de la conquista española.

Pedro de Valdivia halló un pueblo sedentario, dedicado á la agricultura y á la crianza, no sólo al norte del Maipo sino hasta el río Itata, fuera del centro de la influencia peruana.

El abandono de un sistema de vida y la adopción de otro más adelantado, que subversa las costumbres más íntimas de un pueblo, es siempre obra muy lenta.

E1 hombre en estado de naturaleza es inerte y se contenta con poco. Mientras tenga lo bastante para satisfacer su apetito y para abrigarse contra los rigores del frío, no pide nada más.

La necesidad, la experiencia y la energía individual son los factores que más han contribuído á que los pueblos hayan abandonado su estado primitivo para acercarse á un grado superior.

Por lo tanto, es inconcebible que en el corto espacio de setenta ú ochenta años, una parte considerable de los cuales fué pasada en guerras, los incas pudiesen haber logrado resultados de tanta transcendencia, como serían el reducir un pueblo nómade que vivía de la caza y la pesca, convertirlo en sedentario é instruirlo en las artes de la agricultura, el pastoreo, el tejido, etc.; y en el mismo corto tiempo que este cambio de costumbres haya producido consecuencias tan benéficas que sus vecinos al sur las adoptasen igualmente.

Por otra parte, tenemos alguna evidencia colateral, de que los conocimientos agrícolas de esta raza eran anteriores á la venida de los incas.

Mencionamos que los mapuches á su llegada á la Araucanía expulsaron á las razas que hallaron allí; y que éstos se retiraron más al sur.

Creo que nadie dirá que la influencia peruana llegó hasta Valdivia, Llanquihue y Chiloé, provincias donde se refugiaron los pueblos que huían de la saña de los mapuches.

Pues es justamente en esas provincias donde volvemos á encontrar los vestigios de aquella misma agricultura primitiva, no generalizada por toda la región pero repartida en pequeñas áreas entre la mayor masa de la población, que era en su mayor parte miserables salvajes. Estos pequeños «oasis» eran formados por el pueblo fugitivo.

Afortunadamente, la historia nos proporciona un contingente valioso sobre este punto.

En la narración de su exploración de las costas chilenas en 1544, Juan Bautista Pastene describe varios de los puntos de estas comarcas, visitadas por él en busca de provisiones, agua y leña para su bajel.

En la costa de la bahía de San Pedro, en el actual departamento de Carelmapu, hallaron pintorescas sementeras de maíz, quinoa y papas, como también manadas de chilehueques, algunos de los cuales embarcaron para el sustento de su matelotaje.

A las orillas del río Chahuin y en la comarca de Punta Galera también hallaron una población, relativamente densa, dedicada á la agricultura, y con abundantes chilihueques, obteniendo buena provisión de todo para el abastecimiento de su buque.

Estas noticias son confirmadas por la narración hecha del viaje del capitán Juan Ladrillero en 1557 y 1558, por Francisco de Cortés Hojea.

Dice que en Carelmapu en el golfo de los Coronados, había muchas siembras de maíz, papas y quinoa, y mucho número de chilihueques. Las casas eran grandes y tenían de cuatro á seis puertas y eran techadas con paja coirón.

Las narraciones de Ruy Díaz, Alonso Quintero, Camargo y Francisco de Ulloa, también prestan su contingencia en comprobación de este hecho.

El capitán (ahora almirante) Simpson hablando de los cuncos dice que se extendían por las orillas del mar desde Valdivia hasta Chiloé, y existen pruebas de haber estado esta región muy poblada en tiempo de la conquista.

Hállanse con frecuencia palas de piedra, hachas y una especie de zapapico, cachimbas y ollas de greda, etc., bajo árboles de tres á cuatro metros de espesor.

Hasta el día de hoy, en las partes más aisladas de Chiloé é islas vecinas apenas han hecho avance alguno en los antiguos métodos empleados en el cultivo del terreno. Todavía usan el hualato y la luma para remover la tierra. Son éstos palos de dos ó tres metros de largo, con las puntas aguzadas. Afirmando el extremo de uno contra el bajo vientre, cerca de la cresta iliaca, protegidos por los dobleces de un cuero de oveja, empujan contra la tierra.

Una vez que la punta ha entrado un poco lo mueven de un lado á otro para aflojar la tierra. En seguida, usando el otro palo como palanca, levantan la punta rompiendo el suelo y formando una especie de surco.

Desgraciadamente, sabemos muy poco de los caracteres físicos de este pueblo.

Eran de pequeña estatura, y los pocos cráneos que hemos podido examinar indican que eran probablemente mesaticéfalos; pero no podemos determinar si esta cualidad se debía á mezclas con los huilliches del interior, que eran esencialmente braquicéfalos ó con los mapuches del norte.

Tal vez ambos elementos contribuían su parte.

De los mapuches se ha escrito mucho, y existe un gran acopio de datos sobre su etnología, pero se ha incurrido en un error muy grave en cuanto á su extension geográfica.

Casi todos los escritores incluyen como parte íntegra de esta nación, á los pehuenches y á los huilliches.

Como trataremos de probar, estos dos pueblos no formaban parte de la raza á que pertenecían los mapuches, ni eran políticamente unidos con ellos, aun cuando con el trascurso del tiempo llegaron á vincularse con ellos en ciertas partes del territorio.

Anterior á la conquista española, los pehuenches ocuparon toda la falda occidental de la cordillera de los Andes, desde Aconcagua hasta Valdivia. Era una raza más fuerte, más robusta, de distinta índole y acerbos enemigos de los mapuches, á quienes miraron como intrusos.

Eran mucho más enérgicos, y desde tiempos remotos se dedicaban á un activo comercio de sal, piñones, pieles. tejidos y otros productos, á ambos lados de la cordillera, llegando en sus correrías hasta las costas de los dos océanos.

Con la llegada de los españoles y la implantación del sistema de encomiendas abandonaron las faldas occidentales de la cordillera y poco á poco se retiraron más al sur, encontrándose ahora en mayor número al sur del volcán de Antuco en esta banda y hasta el río Colorado en la otra.