RAZAS DE LAS PROVINCIAS CENTRALES Respecto de los caracteres físicos de los pobladores de la zona comprendida entre el Biobío y el Maule, conocemos casi nada. Que las razas que habitaron esta región eran emparentadas con las de ultra Biobío, es simplemente materia de conjeturas, porque no tenemos pruebas decisivas ni á favor ni en contra de tal hipótesis. Lo único que podemos asegurar, sin temor de contradicción, es que la cordillera hasta el volcán de Maipo fué habitada por los pehuenches. Gómez de Vidaurre los hace llegar hasta el grado 31 en el departamento de Ovalle, pero no podemos asegurar el hecho. Sea como fuere, es probable que alguna parte de la población que encontró Pedro de Valdivia en los valles de Maipo y del Mapocho, era estrechamente relacionada con esta raza. De los Promaucaes, Curis, Cauquenes, Pencones, Perquilauquenes y otras tribus de la comarca, no conocemos más que sus nombres Al norte del Maule, y hasta llegar al río Choapa, son también muy escasas las noticias que hallamos respecto de las antiguas razas; y un estudio de la población rural actual sólo nos demuestra que deben haber sido muy numerosas las mezclas Al tiempo de la conquista española, existían al norte del Maule un número considerable de colonias peruanas. Las más conocidas eran las establecidas en Vichuquén, Río Claro, TaguaTagua, Pelequén, Angostura de Paine, Talagante, Maipo, Macul, Apoquindo, Vitacura, Apochame, Colina, Quillota, Lampa, Llay-Llay, Valle de Aconcagua, Tilama y el valle del Choapa. Esto dificulta el problema de la antropología de la zona, debido á la costumbre de los peruanos de enviar mitimaes de distintos pueblos conquistados á poblar los países recién anexados. Durante los primeros años de la ocupación española, la mayor parte de la población emigró á las provincias del sur, ó bien allende la cordillera. Los capitanes mandados por Pedro de Valdivia á pacificar y subyugar loa indios de Trapananda, Conlara y Cuyo, todos trajeron números de estos naturales á Chile, donde fueron repartidos en encomiendas. Durante la gobernación de García Hurtado de Mendoza, se trajo cuatro mil de esos naturales á la provincia de Santiago que había quedado casi despoblado de indios después de los horrores del hambre en 1554 y 1555, seguida por una gran epidemia que los hizo sucumbir á millares; después de lo cual llegó el flagelo de la viruela, en 1561 y 1562 Indios de carga y para trabajar en las minas fueron traídos del Perú en los primeros tiempos de la conquista; y también muchos del sur del Maule, de modo que sería muy difícil distinguir todos los diferentes elementos que entran á formar la raza actual de esta zona. Los datos craneológicos que hemos podido conseguir son en extremos escasos. Hallamos en la colección del Museo Nacional dos cráneos provenientes de la boca del Rapel. Eran ultrabraquicefálicos, con índice de 89.1 y 90.9, respectivamente, pero perfectamente normales y sin indicio de deformación artificial. Su altura basi-bregmática era otro punto notable; llegando el índice mixto de altura á 89.3. Eran megasemos con índice orbitario de 93.3; platyrinos, índice nasal 55; y bastante fenozígos, con un diámetro bizigomático de 137 mm. Las paredes de estos cráneos eran gruesas, la frente angosta, pero más combada que es general en las razas costinas chilenas; la bóveda palatina era muy ancha y la fosa nasal muy abierta. Tenían poco proñatismo, y eso sólo en la región subnasal. Los contornos de los cráneos eran redondeados, los temporales desarrollados y la cresta occipital externa sobresaliente. En la misma colección había otro cráneo, sin procedencia indicada, que reproducían varios de estos caracteres, aún cuando su braquicefalía no era tan pronunciada; llegando el índice cefálico solamente á 81. Era notable por su platyrinía excesiva; índice nasal 62.2. Medina cita dos cráneos de esta región, uno de Curicó y otro del Rapel. El primero tenía un índice cefálico de 86.9 y el último uno de 82.5. También encontramos en la colección del Museo dos cráneos del valle de Tinguiririca, hallados á una altura de 3,000 metros. Uno era sub-braquicéfalo, con índice de 81 y el otro dolicocéfalo con índice de 73.8. Sería difícil encontrar dos tipos más desemejantes. El primero era globuloso sin protuberancias marcadas; platyópico; microsemo, con índice orbitario de 80, platyrino, índice nasal 53.2. Tenía la bóveda palatina extremadamente ancha y gran proñatismo. La cara era ancha y muy corta. El otro era dolicocéfalo, muy alto, con la frente sumamente estrecha, y deprimida; la bóveda craneal lijeramente escafocefálica; las paredes laterales aplanadas y el occipital protuberante. Tenía la cara muy larga y angosta, los huesos no muy fuertes, poco diámetro bizigomático. Era megasemo con índice orbitario de 95; mesorino, índice nasal 48; y la bóveda palatina alargada. Era de mayor capacidad que el primero; 1425 c. c. Este tipo era él de los antiguos pehuenches, y por su semejanza á los cráneos descubiertos en las sepulturas del río Negro de las pampas argentinas, es posible que tendremos que buscar sus orígenes en esa región. Estos son los únicos cráneos antiguos y auténticos de esta zona que hemos podido examinar; de modo que nos sería imposible establecer alguna teoría indiscutible respecto de los antiguos pueblos que la habitaron. Evidencia de otra índole á que hemos hecho referencia anteriormente, y cuyas pruebas reservamos para otro artículo; nos enseña que antes de la llegada al suelo chileno de las naciones araucanas, poblaba toda la parte central del país una raza más avanzada, con quienes se mezclaron los recién venidos. De los actuales habitantes se conocen mayores datos; á pesar de que su antropología física ha sido muy poco estudiada. Es ya tan fusionada la raza, las mezclas han sido tan numerosas, y el mestizaje, al menos el mestizaje unilateral de blanco é india, es tan avanzado, que aún cuando la gran mayoría del bajo pueblo de las ciudades y de los campos son de sangre india, los tipos primitivos han quedado sumergidos entre los muchos variantes. En 1894, el Dr. Luis A. Solís Varela, publicó un estudio sobre 84 cráneos de individuos muertos en los hospitales de Santiago; 45 eran de hombres, 35 de mujeres, y 4 de niños. Clasificados, según su forma craneal, la proporción era como sigue:
El índice cefálico fluctuaba entre 70.5 y 87.2; notándose la misma variación en la demás mediciones. En un artículo que publicamos hace algunos años, sobre antropología chilena las mediciones de los cráneos de las provincias centrales, 27 de ellos eran dolico ó sub-dolicocefálicos; 32 eran mesatecefálicos; 44 eran sub-braqui ó braquicefálicos. Sus indices cefálicos se pueden tabular así:
Los demás variaban entre 75 y 85. En aquel entonces llamamos la atención hacia dos tipos predominantes; que calificamos de cabeza grande, y cabeza chica, respectivamente; que tal vez representan los araucanos y sus predecesores. Los primeros son, como su nombre implica, de cabeza grande; de cara ancha y redonda con los pómulos pronunciados; ojos chicos; nariz ancha y algo roma; frente ancha y baja; barba ancha cuadrada y saliente; y boca grande con los labios gruesos y algo vueltos hacia fuera. Su estatura media es más ó menos 1.66 mt. entre los hombres, y 1.54 mt. en las mujeres. Tienen el tronco grande en proporción á su estatura, las espaldas anchas, el pecho desarrollado, y los brazos y piernas cortas y gruesas. Son generalmente morenos, algunas veces rubios; pero este último carácter probablemente lo han derivado de sus mezclas con los europeos. Sus caracteres craneológicos, tomados en 15 ejemplares, todos de hombres, son: capacidad 1565 c. c. ó mayor que en la generalidad de los americanos; sub-braquicefalía, con un índice cefálico medio de 81.1, variando entre 76.7 y 86; gran anchura bizigomática 139 mm.; altura basi-bregmática extraordinaria, llegando esta medición en los 15 cráneos á un promedio de 143 mm., y un proñatismo sub-nasal pronunciado. Son mesosemos platyrinos y platyópicos. El otro tipo es muy distinto. Es de menor estatura, tiene la cabeza más pequeña, el tronco más enjuto, y las extremidades delgadas y débiles. La frente es muy angosta, pero más combada que los primeros; la cara es chica, y las facciones más finas. La nariz es generalmente larga, recta y angosta; la boca proporcionada, y los labios delgados. Son de color más oscuro que el otro tipo; y su cutis tiene un tinte amarillento que llega á ser muy pronunciado en la vejez. Su sistema piloso es mucho más desarrollado en todo el cuerpo; el pelo es casi siempre negro, y el color de los ojos muy oscuro. Sus cuerpos son más aprensados, y casi nunca se encuentran entre este tipo personas muy gordas, los viejos sobre todo secándose y arrugándose de tal manera que con frecuencia se parecen momificados. El estudio de 15 cráneos de ellos, que incluían 4 de mujeres nos dieron las siguientes cifras. Capacidad 1326 c. c.; índice cefálico 77.7; índice orbital 87.2; índice nasal 47.4; proñatismo muy poco; diámetro bizigomático 117.6 mm.; altura basi-bregmática 130.6 mm.; frontal mínimum 91.3. Son, por lo consiguiente, subdólico y mesaticéfalos, mesocefálicos; mesosemos, leptorinos, criptozigos y mesoñatos. El occipital es más protuberante que en el tipo primero; las paredes de los cráneos son más delgadas y los huesos de la cara más débiles. Entre estos dos tipos encontramos un sinnúmero de variaciones. Tenemos que confesar que existen lagunas en nuestros estudios, y que hay distritos de bastante consideración de los cuales no hemos podido conseguir ningún dato. Uno de ellos, es la provincia de Aconcagua. No sabemos si sus habitantes eran de las mismas razas que encontramos más al sur, ó si bien hemos de buscar sus afines más al norte. Confiamos que estudios futuros resolverán este punto. Provincia de Coquimbo Llegando al norte del río Choapa, tenemos mayor acopio de detalles respecto de la población de la comarca entre este río y el Huasco. En la costa han existido en diversas épocas, diferentes razas, cuyos caracteres físicos eran distintos unos de otros. Tal vez la más antigua era la que hemos descrito en otras ocasiones; restos de la cual hallamos en la vecindad de la bahía de Coquimbo. Por los esqueletos adultos juzgamos que era de baja estatura; 1.657 mt. para los hombres, y 1.50 mt. para las mujeres; y de cuerpo y extremidades delgadas. Lo que llama verdaderamente la atención es la forma arcaica de sus cráneos. Eran estos sub-dolicefálicos; muy grueso y pesados, sobre todo en las regiones malar y occipital; escafocefálicas, pentagonales vistos en «norma occipitalis», con todas las superficies aplanadas. Eran además muy altos. La cara era notable por su aspecto platyópico; la línea fronto nasal continua; la estrechez de la frente; la coincidencia en todos ellos del índice orbitario; la persistencia de la sutura infraorbital; el gran tamaño del paladar; el desgaste peculiar de la dentadura; la prominencia de los caninos; y el considerable proñatismo Sus principales índices eran como sigue: cefálico 76.1; altura mixta 88.9; orbitario 87.5; nasal 48. 3. Otras mediciones dignas de notarse eran: la altura basi-bregmática 135 mm.; y el diámetro bizigomático 129 mm. Todos estos caracteres recuerdan el tipo esquimoíde y también han sido notados entre los botocudos, y entre los cráneos dolicocefálicos de los paraderos y sepulturas de la Patagonia; como también entre los yahganes de Tierra del Fuego. En las playas de la bahía de Coquimbo tuvimos oportunidad de explorar varios de los conchales que allí existen. Encontramos numerosos restos humanos, pero generalmente en tan mal estado de conservación que no servían para deducciones comparativas. Sólo en un caso hallamos un cráneo que permitía un estudio parcial siquiera de sus caracteres. Era mesaticéfalo, con un índice de 79.8, con sus superficies redondeadas. Faltábale toda la parte facial, de modo que los datos adquiridos eran por demás escasos. Medina en su lista, cita un cráneo hallado al norte de la bahía, cerca de la punta de Teatinos, que era hiperbraquicéfalo, con índice de 89. Pudimos investigar un buen número de antiguas sepulturas, en los valles centrales de la provincia. Los cráneos recogidos de estas demuestran la misma diversidad de tipos como en otras partes del país. Sin embargo, se nota que la braquicefalía predomina. De 35 cráneos á que se puede imputar una antigüedad sin discusión, 2 eran hiperbraquicefálicos: 7 eran braquicefálicos, 6 sub-braquicefálicos; 8 mesaticafálicos; 6 sub-dolicocefálicos; y 6 dolicocefálicos. Otra serie de 139 cráneos más modernos se clasificaba como sigue: dolico y sub-dolicocefálicos 20; mesaticefálicos 51; sub-braqui y braquicefálicos 68; siendo 39 el número que tenían un índice menor de 80 y los demás superior á esa cifra. Durante una residencia de varios años en la provincia, también tuvimos oportunidad de medir un gran número de individuos vivos; entre ellos 150 alumnos del Liceo de la Serena. Esta serie se repartía de esta manera:
De ellos 122 eran ortoñatos; 20 eran mesonatos y 8 proñatos. 65 tenían la cabeza muy chica; 61 la tenían regular y 24 grande La segunda serie tomada de entre las faenas agrícolas y mineras, comprendía las mediciones de 106 individuos, de distintas partes de la provincia, todos nacidos en ella. De éstos, 52 eran braquicéfalos; 19 sub-braquicéfalos; 18 mesaticéfalos; 11 sub-dolicocéfalos y 6 dolicocéfalos. Los braquicéfalos eran por lo general de baja estatura, 1.61 mt., pero con el cuerpo ancho y fornido; los dolico y sub-dolicocéfalos, eran un poco más altos; 1.65 mt., más enjutos y menos corpulentos. Ninguno de los tipos se parece á la Mapuche. La cara es en general más angosta, la nariz no tan roma y las ventanillas menos abiertas; la boca más chica y los labios más delgados. El color del cutis es un poco más oscuro; y en vez de tener un tinte rojizo, es más bien un bruno amarillento, como ahumado. Es más parecido al tipo peruano, ó tal vez argentino. No hemos de olvidar tampoco que en tiempo de la conquista era muy escasamente poblada; y que para dar encomiendas á los vecinos de la Serena, Francisco de Aguirre cuando volvió de su expedición de poblar la provincia de Cuyo, trajo indios Juries, Diaguitas y Huarpes. Muchos indios yanaconas eran también traídos desde el Perú; y es probable que las relaciones con este último país se habrían mantenido por un tiempo mucho más largo que al sur del Choapa. Changos Por el litoral desde Aconcagua hasta el norte del río Loa, habitaba una raza de pescadores que tenía sus asientos en todas las caletas de la costa, donde las playas ofrecían un refugio para sus rudas embarcaciones. A igual manera de las demás razas que hemos examinado, ésta parece haber sufrido intermezclas con otros pueblos; modificándose poco á poco su tipo en diversas áreas, hasta que las variaciones han llegado á ser muy divergentes, desde la dolicocefalía, hasta la hiperbraquicefalía. Los changos han sido confundidos con los atacameños por algunos escritores; pero mientras admitimos la probabilidad de numerosas vinculaciones entre los dos pueblos, no podemos admitir que forman parte de la misma raza. Tampoco deben confundirse con los changos, los pueblos pescadores del litoral de Tacna y el norte de Tarapacá, cuyo origen es distinto como tendremos ocasión de demostrar, cuando tratemos de ellos. Hemos hecho mención de una raza muy antigua, tal vez primitiva, cuyos restos hallamos cerca de la Serena. Estudiando una serie de cráneos de changos, sacados de las sepulturas de la playa de Caldera; nos llamó la atención uno de ellos, que presentó muchos de los caracteres distintivos de aquéllos; y que fué evidentemente emparentado con la misma raza. Tenía un índice cefálico de 75.5; era muy alto y ligeramente escafocéfalo; presentaba el mismo espesor y peso; las mismas superficies aplanadas; y la frente deprimida. Se diferenciaba de ellos, en que la mayor anchura del cráneo se encontraba en la región temporal, y no en las protuberancias parietales, que era particularidad de los de la Serena. La cara era más ancha, la fosa nasal de mayores dimensiones, y el esqueleto de la nariz más saliente. El índice mixto de altura de este cráneo era muy subido, llegando á 92. 6, mayor que en cualquier ejemplar que hemos examinado que no fuera deformado. Era mesosemo con índice orbitario de 88.8; platyrino, índice nasal 52; muy proñato; fenozigo con diámetro bizigomático de 142 mm. La mandíbula inferior era muy maciza, con notable anchura del ramo ascendente. Otros 5 cráneos de la serie presentaban algunas similaridades al primero, pero en otros rasgos señalaban un cruzamiento. Eran sub-braquicéfalos, con índice medio de 81.5; altos con índice mixto de altura de 85.1; mesosemos, índice orbitario 86.7; y leptorinos con índice nasal de 46.8. Este último carácter, sin embargo, no era constante, porque los índices variaban entre 40.3, excesivamente leptorino, y 52.2 platyrino. Era, sobre todo, en las líneas generales de la cara que se asemejaban al primero; la gran anchura, marcado proñatismo; prominencia de los arcos supraciliarios, glabela, y crestas temporales; y la gran escotadura de la base de la nariz. Las órbitas eran pequeñas y la fosa nasal angosta; la mandíbula inferior saliente y fuerte, y los dientes tenían un gran desgaste horizontal. De los cinco cráneos cuatro eran de hombres adultos y el otro de mujer. En los primeros el diámetro bisigomático medio era de 144 mm. en exceso de cualquier otra raza que conocemos, variando entre 140 y 148 mm. En la mujer era menos notable, llegando sólo á 129 mm. La frente en los hombres era ancha pero muy deprimida; el frontal mínimum medía 95.8 mm; pero en la mujer no pasaba de 86 mm. En apariencia estos cráneos eran de un tipo muy simiano; y hacían recordar los de Neanderthal y Spy. En la misma serie había otro cráneo, de mujer, diferente á los otros. Era hiperbraquicefálico con índice de 88.9. Tenía los contornos más redondos y suaves, pero los caracteres de la cara eran semejantes á los de los demás. Demostraba ligeras indicaciones de un aplanamiento artificial en la parte posterior, sin tener, sin embargo, la correspondiente deformación frontal. Es este el único ejemplo de deformación artificial que hemos encontrado tan al sur en las regiones costinas. Más al norte, en la vecindad de Tocopilla, Patillos, Guanillos, etc., encontramos esta raza mezclada con los aimaráes y otros pueblos peruanos y bolivianos. El doctor Luis Vergara Flores, refiriendo á sus estudios craneológicos en el departamento de Tocopilla, llega á la conclusión de que los cráneos eran sub-braquicéfalos, y que sus cráneos pueden clasificarse como paquicéfalos, ó de paredes gruesas. Como resultado de una serie de 19 ejemplares, procedentes de un cementerio antiguo, de los márgenes del río Loa; de los cuales 12 eran de hombres y los otros de mujeres; da las siguientes cifras:
Comparando estos guarismos con los de la serie de Caldera, vemos que si se trata de la misma raza; ha sufrido algunas modificaciones, debido tal vez á su contacto con otros elementos étnicos. Estos cráneos son más platyrinos; la cara mucho más angosta, la frente más estrecha y las órbitas más redondas. Es un punto muy digno de mención la gran diferencia de índice cefálico entre los hombres y las mujeres. Llamamos la atención hacia esto, en la serie de Caldera, insinuando la idea que pudiera pertenecer á otra raza. En los cráneos del Loa volvemos á encontrar el mismo hecho. Pudieron haber existido entre ellos costumbres exogámicas, y la práctica de buscar sus mujeres entre otras tribus ó naciones. Esto explica la diversidad de tipos que se encuentran en estos cementerios; y la falta de homogeneidad en sus caracteres físicos. Otro factor que no debemos olvidar, al estudiar esta cuestión; es la costumbre que tenían los conquistadores incas de establecer colonias de mitimáes; ó gente traída de otra parte, para poblar los territorios recién subyugados. Esto se hizo en el valle de Copiapó, y probablemente en algunos lugares de la costa. Antes de la invasión de Yupanqui Inca, la región del Loa formaba la frontera sur del imperio peruano; y es de suponer que mantendrían guarniciones en esta zona para precaverse contra cualquiera incursión de sus vecinos. Como los ejércitos peruanos eran formados de regimientos reclutados de diversas nacionalidades, sería natural encontrar diversidad de tipos en los cementerios de la vecindad de estas guarniciones. Los changos eran de baja estatura, 1.60 mt. entre los hombres, y 1.45 mt. entre las mujeres. El tronco era largo en proporción á sus miembros: las espaldas anchas; pero el pecho no tan desarrollado como en las razas de las montañas. Tenían la cara ancha y toscas las facciones, la frente no muy angosta, pero baja y huyente; los ojos pequeños y oscuros; la nariz estrecha en su base pero más ancha en la punta, y casi siempre chata, nunca aguileña. La boca era grande, los labios gruesos y vueltos hacia afuera. Su color era oscuro, bruno, como tostado por el sol y el viento, y no rojizo; el pelo negro, tieso, lacio y sin lustre, creciendo tan bajo sobre las sienes que hacía parecer más angosta la frente de lo que realmente era. Su aspecto era sombrío y triste. Todavía existen familias aisladas por distintos puntos de la costa; pero no parecen ser de raza pura, sino el producto de cruzamientos. Atacameños Los antiguos atacameños que habitaban las tierras altas de la Puna de Atacama y la cordillera desde los valles superiores del Huasco hasta el grado 22·, eran sin duda alguna emparentados con los antiguos calchaquíes de las provincias argentinas, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. Ambos pueblos han desaparecido completamente, sin dejar más vestigios que las ruinas de su civilización y los restos de sus industrias. Ambas regiones fueron invadidas posteriormente por razas intrusas, cuyos descendientes se encuentran en las mismas localidades hoy en día. Ten Kate, Juan B. Ambrosetti, el doctor Francisco P. Moreno y otros escritores están de acuerdo en considerar que la antigua civilización hallada en la Puna de Atacama era idéntica con la de la región Calchaquí. El señor Adán Quiroga dice que la raza primitiva y civilizada que habitaba todas estas regiones era la Kakana, y que los calchaquíes eran ]os invasores. Refiere á los antiguos Quilmes como raza chilena que invadía el territorio argentino en tiempos precolombianos. Las escasas noticias que tenemos sobre esta antigua raza nos permiten juzgar muy poco acerca de sus caracteres físicos. Sabemos que en las sepulturas descubiertas en la región, existían la misma multiplicidad de tipos que hemos encontrado en otras partes, predominando los cráneos deformados. Entre estas deformaciones se destacan la levantada, ó fronto-occipital, y la echada, comúnmente llamada aimará. Hemos tenido poca oportunidad de hacer estudios personales sobre estos antiguos restos; pero de datos recogidos de diversas fuentes, creemos que la raza á que pertenecían era braqui ó sub-braquicéfala. Dos cráneos auténticos que hemos podido examinar: uno de hombre y otro de mujer. dieron índices cefálicos de 86.9 y 92.7, respectivamente, sin mostrar señas de deformación artificial. La frente era angosta, pero alta y combada; todas las curvas eran suaves; la cara era corta y relativamente ancha, pero ni los molares, ni las zigomas eran prominentes. Las paredes gruesas y los huesos macizos que encontramos en las razas de la costa no son presentes en estos cráneos La región temporal era bien desarrollada, pero la mayor anchura trasversal se encontraba en los parietales. No deja de tener importancia este último hecho porque en la mayor parte de los cráneos chilenos, este diámetro se halla en las alas escamosas de los huesos temporales, cerca de su borde superior. Los dos cráneos en discusión eran de poca capacidad, el del hombre tenía 1310 c. c. y el de la mujer solo 1160 c. c. En cambio eran muy altos, con un índice mixto de altura de 90.2. Las órbitas eran grandes y mesosemas, con índice orbitario de 90; y la fosa nasal platyrina con índice nasal de 54.3. El diámetro frontal mínimum, era en el hombre 96 mm., y en la mujer 91 mm.; el diámetro bizigomático, respectivamente, 134 mm. y 127 mm. ¿Cuál es entonces la raza que actualmente ocupa la Puna de Atacama? Según el testimonio de los cronistas incásicos, los pobladores de Atacama, eran indios de cazadores, que vivían en las montañas. Eran sobrios, robustos y fuertes. Cazaban el león, huanaco y vicuña; que les daban pieles para su abrigo y carne para su alimento. Pusieron una resistencia firme á la invasión incásica, derrotando los ejércitos peruanos en el valle de Copiapó y expulsándolos al norte del río Loa. Sólo en el reinado de Yupanqui Inca fueron vencidos. Extendiéndose por el desierto, se mezclaron con las tribus de la costa y recorrieron las pampas centrales en su vida nómade hasta la misma cordillera. D'Orbigny dice que tenían los mismos caracteres físicos como los quechuas; pero incluía bajo este nombre la mayor parte de los pueblos que hablaban aquel idioma y que eran de diversos tipos étnicos. El Dr. Rudolfo A. Philippi describiendo los atacameños actuales dice: «Los indios de la cordillera de Atacama son de color mucho más oscuro que los europeos, pero no color de cobre. Su estatura es baja, 1.60 metros para los hombres, y 1.45 metros para las mujeres. Tienen la frente aplastada, la nariz chata y los carrillos prominentes». Si los Quilmes eran realmente chilenos deben haber sufrido serias modificaciones en su nuevo habitat, porque los descritos por Ten Kate eran mesaticéfalos, con índice cefálico de 78.2; y estatura mucho mayor que los atacameños ó cualquier otro pueblo nortino; llegando á 1.676 met., mientras ninguno de los últimos pasaba de 1.60 metros. La raza que habita la cordillera de la Puna de Atacama hoy en día, y pasa la vida de pastores y chacareros, no es la antigua atacameña, autora de las numerosas ruinas que cubren las alturas de una región actualmente desierta. Este pueblo tenía una civilización superior á cualquier otra que haya existido en Chile, anterior á la llegada de los españoles. A semejanza de los antiguos calchaquíes, esta raza ha desaparecido ante invasiones bárbaras, ó bien como opinan algunos autores por un abrupto cambio de clima, que convirtió lo que era posiblemente un vergel en desierto; sin dejar más seña de haber existido que sus vetustas ruinas y los restos hallados en ellos. Los atacamenos actuales ocupan una extensión mucho más restringida que los antiguos habitantes de la Puna. Hoy cuando llegamos á la vecindad del río Loa, nos hallamos en pleno territorio aimará. Esta comarca fué en un tiempo mucho más densamente poblada, encontrándose más reconcentrado á las orillas del río, el cual al juzgar por su ancho lecho, tuvo en aquella época un caudal importante Quillagua, Guacate, Calama, Chiu-Chiu, Pueblo Gentil, Caspana, Asquina y otros puntos, eran centros de una numerosa población. En 1850 se hallaron en Chiu-Chiu, unas 500 á 600 momias de hombres, mujeres y niños, sentados en cuclillas, en semicírculo. Estos restos eran idénticos á los de los antiguos calchaquíes; y la mayor parte exhibió una deformación levantada. Tuvimos oportunidad de examinar cuatro momias de este lugar, como también dos cráneos de igual procedencia, que existen en el Museo Nacional. Todos demostraron esta deformación y una braquicefalía exagerada. En otras partes, las huacas descubiertas han contenido restos con la misma deformación; algunos con la deformación acostada llamada aimará y otros normales. Creemos, sin embargo, que estos últimos dos tipos provienen de entierros segundarios, y que los más antiguos son los que contienen solo cráneos con la deformación levantada; y que la raza á que pertenecen estos, es la primitiva calchaquí; siendo los otros de pueblos que han llegado posteriormente. Debido á la laboriosidad del Dr. Vergara Flores, sabemos que en Quillagua y contornos habitaba esta misma raza, aun cuando nos encontramos nuevamente en presencia de aquellas mezclas que hacen tan difícil el arribar á conclusiones precisas. Este observador estudiando una serie de cráneos normales hallados en este lugar, halló que el índice cefálico de 16 hombres era 80.7; y de 15 mujeres 87.6. Otra serie hallada un poco al sur de Quillagua, en el margen del río Loa, y que constaba de 19 cráneos normales produjo semejantes resultados, aun cuando este grupo parece ser de los antiguos changos. El índice para los hombres era 80.2 y para las mujeres 88.4. Lo que es notable en todas estas series es la gran diferencia en el índice cefálico entre los hombres y mujeres. En la última serie, las paredes de los cráneos eran excesivamente gruesas. Este último carácter hemos hallado únicamente en las razas pescadoras de la costa. Es posible que en la época en que vivía esta raza, el río tuviera una corriente mucho más abundante que ahora; y que ellos ejercían su profesión en sus aguas. El Dr. Vergara Flores hace el siguiente resumen respecto de las guacas de Quillagua, «Podemos aseverar que allí, varias poblaciones se han mezclado. Los cráneos aparecen divididos en cuatro variedades. 1.· cráneos de paredes gruesas, sub-braquicéfalos, sin deformación. 2.· Cráneos de paredes normales con ligeras tendencias de engrosarse, hiperbraquicéfalos con deformación levantada. 3.· Cráneo de paredes más bien delgadas, alargadas, braquicéfalos, sub-braquicéfalos, y á veces subdolicocéfalos, con deformación echada. 4.· Cráneos de paredes normales con tendencias de engrosamiento, sin deformaciones. Creemos que los primeros deben ser atribuídos á los antiguos changos: los segundos por de pronto y siguiendo las opiniones de algunos antropólogos á los quichuas, ó antiguos peruanos; los terceros á los aimaráes; y los últimos han debido ser el resultado de las mezclas, y como no se hallan deformados, habrá que colocarlos en la categoría de los changos, por ser estos más extraños á esas odiosas costumbres de achatarse la cabeza.» Estamos de acuerdo con la clasificación que nos da el Dr. Vergara Flores, respecto de los primeros y los terceros; pero creemos más probable que los segundos pertenecían á los antiguos atacameños, emparentados con los calchaquíes primitivos; y que los últimos tal vez son representantes de la raza nómade que ocupaba la zona entre la costa y la cordillera en tiempos remotos, y que hoy habita las altaplanicies de la Puna; y á la cual D'Orbygny da el nombre de llipes ú olipes. Aimaráes Más al norte del Loa predominaban y todavía prevalecen los aimaráes. Los 11 cráneos que hemos examinado provenientes de la provincia de Tarapacá, y que pertenecían á esta raza; todos tenían la deformación echada; y podemos decir de paso que no conocemos ningún cráneo de autenticidad probada y procedente de las antiguas huacas que no fuese deformado. Por lo tanto, es difícil decir con seguridad cuál fué la forma verdadera y normal del cráneo de este pueblo. Sospechamos que debe haber sido subdolicocéfala. Después de escrito lo anterior, el autor ha tenido la oportunidad de leer, el notable trabajo, presentado al IV Congreso Científico I Pan Americano, celebrado en Santiago de Chile; por su autor don Arturo Posnansky, titulado «Razas y Monumentos del altiplano Andino». En este trabajo el autor asegura que los cráneos más antiguos (cuaternario según él) de la región aimará, eran dolicocefálicos y cretinos; estando muy visibles y abiertas las suturas frontal y mediano, pero sin deformación. Los 11 cráneos deformados que hemos citado tenían un índice cefálico medio de 73.1, y variaban entre 64.8 y 77.4. Estas cifras, sin embargo, no tienen ningún valor como carácter racial, debido á la deformación mencionada. El esqueleto de la cara es muy ancho, los huesos firmes y pesados, y el proñatismo facial y subnasal muy pronunciado. Es probable que han sufrido muchas mezclas porque ninguno de sus caracteres es constante. Así vemos que algunos son microsemos con índice orbitario de 80 y 81, mientras que en otros la altura de las órbitas es mayor que el diámetro horizontal, llegando el mismo índice á 108 y más. La misma cosa pasa con el índice nasal. Algunos son leptorinos, con índice de 44, otros son en extremo platyrinos, y su índice pasa de 75. Es verdad que la costumbre de achatar la cabeza, puede influir en la forma de la cara; pero no creemos que esto es suficiente para explicar las enormes diferencias que se encuentran en cráneos cuya deformación es casi igual. Es más probable que la nación aimará se componía de tribus de distinto oríjen; que adquirieron esta costumbre de deformar la cabeza, como también la adopción de una lengua general; en la misma manera en que igual cosa sucedió entre los pueblos de diverso índole, clasificados bajo el nombre genérico de quechuas, ó araucanos; D'Orbigny dice que los aimáres actuales se parecen mucho en sus caracteres físicos á los quechuas; Germain por otra parte niega esta semejanza, y dice que son muy distintos, y que las dos razas no se mezclan. «El aimará tiene la nariz larga, derecha ó aguileña, el ojo rasgado, la boca grande; el quichua tiene la cara redonda, nariz ancha y labios gruesos». Tschudi afirma que las diferencias entre los cráneos de las dos razas eran marcadas. El doctor Ignacio la Puente en un artículo sobre la etnografía de la hoya del Titicaca opina como D'Orbigny que las dos razas son muy semejantes en su aspecto físico. Dice: «en sus facciones mismas hay una notable semejanza. La cabeza de los aimaráes actuales es como la de los quichuas, es decir, que es frecuentemente poco oblonga de delante atrás y ligeramente comprimida en los lados». Como estas palabras, y en efecto toda la descripción que da de los otros pueblos son palabras textuales, creemos que tal vez se ha dejado llevar por las observaciones del ilustre americanista. Creemos que todas estas confusiones provienen de una mala nomenclatura; pues consideramos que ni los pueblos diversos conocidos bajo el nombre de quichuas son todos de la misma raza, ni tampoco lo son los varios grupos étnicos clasificados bajo la denominación de aimaráes. Es indudable que en las altaplanicies perú-bolivianas ha existido una raza muy numerosa, de caracteres muy marcados, distintos á los de las razas que los rodeaban. Esta raza es muy antigua, y es muy posible que se ha dividido en diferentes entidades políticas. Que durante el trascurso de siglos hayan adoptado diversas costumbres, y adquirido otras lenguas es dentro de lo posible y lo natural. Igual cosa ha pasado con muchas otras razas en diferentes partes del mundo; como hemos visto en el caso de los araucanos en el sur. En nuestro parecer, algo semejante ha sucedido aquí. Cruzamientos locales han producido variaciones de tipo y de dialecto en diversas partes, y han causado la divergencia de opinión entre los diferentes observadores. |