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J. Philippe Rushton: la raza como un concepto biológico

4 de noviembre de 1996

El profesor Philippe Rushton de la Universidad de Western Ontario, ha publicado la siguiente declaración sobre razas, en respuesta a intentos de desacreditar el propio concepto de raza y argüir que las raza "no tiene validez como concepto biológico cuando se aplica al hombre".

La discusión sobre las "razas" muestra pocos signos de disminuir, a pesar de los esfuerzos por desconstruir el concepto. Desconstruir el concepto de raza no solo choca con la tendencia de la gente a clasificar y edificar historias familiares, de acuerdo a un ancestro común, sino también ignora el trabajo de biólogos que estudian las especies no-humanas. Incluso desde 1758, cuando el naturalista sueco Carolus Linnaeus creó el sistema de clasificación aún utilizado en biología, hoy, la mayoría de los zoólogos ha reconocido al menos las cuatro subdivisiones humanas que Linnaeus delineó: Asiáticos, Amerindios, Europeos y Africanos (técnicamente, algunos agruparían las dos subdivisiones de Linnaeus juntas, dando así con tres razas principales, a menudo denominadas como mongoloides, caucasoides y negroides). Tal superior nivel de clasificación no exceptúa hacer subdivisiones más finas y jerárquicas dentro de estos tres grupos mayores.

Una raza es como los zoólogos denominan a una variedad o subdivisiones de una especie. Cada raza (o variedad) se caracteriza por una combinación más o menos distinta de rasgos fisiológicos, morfológicos y de comportamiento heredados. En las flores, insectos y mamíferos no-humanos, los zoólogos consistente y rutinariamente estudian el proceso de diferenciación racial. La formación de una nueva raza toma lugar cuando, durante muchas generaciones, los individuos de un grupo, se reproducen más frecuentemente entre ellos que con los individuos de otros grupos. Este proceso es más aparente cuando los individuos viven en diversas áreas geográficas y por lo tanto evolucionan en adaptaciones únicas y reconocibles (como el color de piel) que son más ventajosas en sus medioambientes específicos. Pero la diferenciación también sucede bajo circunstancias menos extremas. Los zoólogos y evolucionistas se refieren a tales poblaciones diferenciadas como razas (dentro de la nomenclatura taxonómica formal de la biología, las razas son denominadas subespecies). Los zoólogos han identificado dos o más razas (subespecies) en la mayoría de las especies mamíferas.

A menos que uno sea un fundamentalista religioso y crea que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, es tonto creer que los seres humanos esten eximidos de la clasificación biológica y las leyes de la evolución que se aplican a todas las otras formas vivientes. Por supuesto, los individuos varían enormemente dentro de cada grupo racial y debieran ser tratados como tales. Sin embargo, se ha aprendido mucho al estudiar las diferencias estadísticas entre las varias razas humanas. En mi libro "Raza, evolución y comportamiento" (1995, Transaction Publishers), así como en otros escritos recientes (por ejemplo, la edición de febrero de 1996 de Antropología Actual), reviso las diferencias en comportamiento, morfológicas y fisiológicas entre las tres razas humanas principales - mongoloide, caucasoide y negroide - y demuestro que estas diferencias estadísticas son constantes a lo largo de las épocas históricas, las fronteras nacionales y los sistemas político y económicos.

Aquí resumiré brevemente los hallazgos. Los Asiáticos y Africanos consistentemente se congregan en los extremos opuestos, con los Europeos al medio, en una secuencia contínua que incluye más de 60 variables sociales y económicas. Estas 60 variables incluyen talla cerebral, inteligencia, hábitos sexuales, fertilidad, personalidad, temperamento, velocidad de maduración y longevidad. Si la raza fuera un concepto arbitraria y socialmente contruido, despojado de todo significado biológico, tales consistentes relaciones no existirían.

Aquellas objeciones al concepto de raza argumentan que las definiciones taxonómicas son arbitrarias y subjetivas. A pesar que los críticos están en lo correcto al apuntar que la variación dentro de cada raza es extremadamente grande, que hay desacuerdo sobre cuantas razas son exactamente , y que hay algo borroso en las fronteras de las categorías debido al mestizaje; están en un error cuando declaran que las clasificaciones son arbitrarias. Por ejemplo, el crítico de las razas, Jared Diamond, en la edición de 1994 de la revista Discovery, observó media docena de rasgos geográficamente variables y formó razas muy diferentes dependiendo de qué rasgos él escogía. El clasificar pueblos utilizando genes anti-maláricos, tolerancia a la lactosa, patrones de huellas digitales o color de piel, dio como resultado que los Suecos de Europa quedaban en la misma categoría que los Xhosa y Fulani de Africa, los Ainu del Japón y los Italianos de Europa.

Las clasificaciones de Jared Diamond, sin embargo, son arbitrarias y sin sentido, porque tienen poco, o nada, de valor predictivo más allá de la clasificación inicial. Más significativamente, confunden el significado científico de la raza, que es, una población geográficamente reconocible (o distinguible). En la vida diaria, como en la biología evolutiva, un "negroide" es alguien cuyos ancestros nacieron en el Africa sub-Sahariana, y lo mismo para un "caucasoide" o un "mongoloide". Esta definición encaja con las fronteras temporales ofrecidos por la más corriente teoría de la evolución humana. De este modo; debido a que el Homo Sapiens apareció por primera vez en Africa unos 200.000 años atrás, se ramificó en Europa cerca de 110.000 años atrás y en Asia unos 70.000 años después; un "negroide" es alguien cuyos ancestros, entre 4.000 y (para acomodarse a las recientes migraciones) 20 generaciones, nacieron en el Africa sub-Sahariana - y lo mismo se aplica para un caucasoide y un mongoloide.

Las definiciones sociales - o sea, la identificación propia y de los otros, actualmente concuerdan bastante bien con la evidencia física. Los mongoloides, caucasoides y negroides pueden ser distinguidos en base a obvias diferencias en morfología esquelética, caracteres capilares y faciales, así como grupos sanguíneos y huellas de ADN. Los antropólogos forenses regularmente calsifican los esqueletos de cuerpos descompuestos por razas. Por ejemplo, los angostos pasajes nasales y una corta distancia entre las órbitas identifican a una persona caucasoide, y las aperturas nasales en forma de corazón al revés tipifican e una persona negroide. En ciertas informaciones criminales, la raza de un autor de un crimen puede ser identificada por muestras de sangre, semen y cabellos. El negra la validez predictiva de la raza a este nivel, no es científico ni realista.

El patrón promedio de logros educacionales y económicos dentro de países multirraciales como Canadá y EE.UU.,crecientemente ha probado ser válido internacionalmente. Por ejemplo, no se reconoce a menudo, a lo mejor porque contradice las teorías políticamente correctas que la inteligencia es puramente un asunto de condiciones socio-económicas, que los Asiático-Americanos y Asiáticos a menudo syuperan a los Americanos y Europeos Blancos en los tests de CI y en tests de logros educacionales (incluso a pesar que los tests fueron desarrollados mayoritariamente por Europeos y Americanos blancos para usarlos en una cultura Euroamericana). Los negros del Caribe, Gran Bretaña, Canadá y Africa sub-Sahariana, así como en los EE.UU., tiene bajos puntajes de CI en relación a los blancos. Para crímenes blancos, los análisis de los datos de INTERPOL, desde 1980 a 1990, demuestran que la misma distribución internacional que ocurre dentro de los EE.UU. (o sea, los Asiáticos menos, los Europeos al medio y los Africanos más). Una graduación similar se encuentra dentro de EE.UU. y globalmente, para las mediciones de la actividad sexualy la frecuencia de las enfermedades transmitidas por vía sexual como el SIDA (basadas en datos de la OMS).

Un contribuyente neuro-hormonal al crimen y el comportamiento reproductivo es la testosterona. Los estudios demuestran que los estudiantes de colegio y militares veteranos negros tienen de un 3 a un 19 % más de testosterona que sus símiles blancos. Los japoneses tienen incluso menores cantidades que los blancos. Las hormonas sexuales circulan por todo el cuerpo y se sabe que activan muchos sistemas de comportamiento cerebral, involucrando la agresión y la reproducción. Por ejemplo, alrededor del mundo el promedio de gemelos dizigóticos por cada 1.000 nacimientos (provocados por la doble ovulación), es menos del 4 % entre los Asiáticos, 8 % entre los Europeos, y 16 % o más entre los Africanos. Las diferencias en nacimientos múltiples se sabe que son heredadas a través de la raza de la madre, sin importar la raza del padre, como se halla en las parejas Asiático-Europeas en Hawaii y Europeo-Africanas en Brasil.

La publicación de la Curva de Bell atrajo amplia atención pública a la investigación sobre las razas, que se ha estado acumulando durante los últimos 30 años, en revistas técnicas y especializadas que desafían, con hechos demostrables, cada uno de los artículos del dogma de los igualitaristas biológicos. Asombrosa, y alarmantemente para muchos, es la conclusión que brota de estos datos, que si todos los pueblos fueran tratados igual, la mayoría de las diferencias raciales promedio no desaparecerían. Con el igualitarismo bajo asedio, ha habido un enorme esfuerzo por meter al "genio de la raza" dentro de la botella, o de meter la pasta de diente previamente extraída, en el envase nuevamente, para suprimir o negar la última evidencia científica sobre razas, genética y comportamiento.

Por más que los medios de comunicación promuevan resoluciones "políticamente correctas", pero científicamente erróneas, de sociedades profesionales como la Asociación Antropológica Norteamericana, los hechos son hechos y requieren una apropiada explicación científica, y no política. En promedio, los Chinos, Coreanos y Japoneses son más similares unos con otros, y son diferentes a los Australianos, Israelíes y Suecos, quienes a su turno son similares unos con otros, y diferentes a los NIgerianos, Kenianos y Jamaicanos. Nada de esto debería ser tomado como si significara que los factores medioambientales no juegan un papel en el desarrollo individual. Pero con cada año que pasa y con cada nuevo estudio, la evidencia de la contribución genética a las diferencias individuales y grupales se han vuelto más firmemente claras que nunca.

J. Philippe Rushton es socio de la John Simon Guggenheim y profesor de psicología en la Universidad de Western Ontario en Londres, Ontario N6A 5C2 Canada. Él poseé dos doctorados de la Universidad de Londres (PhD y DSc) y es socio de la Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia y de las Asociaciones de Psicología norteramericanas, británicas y canadienses. Su último libro "Raza, Evolución y Comportamiento" (1995, Transaction Publishers, telephone 908-445-2280) detalla las teorías y los datos resumidos en este artículo.