realidad

La Realidad de las Razas
Clásico análisis de un eminente biólogo sobre el vedado asunto

John R. Baker, "Raza", Foundation for Human Understanding (publicado originalmente por: Oxford University Press), 1974, 625 páginas, 25 dólares.

Criticado por Thomas Jackson, la edición "Raza" de noviembre de 1993, de John Baker, es un sobresaliente libro. Probablemente no hay otro tratado sobre biología y antropología física de la raza que se aproxime a él en amplitud, detalles, erudición y estilo. Incluso más sobresaliente es el punto de vista del libro. Lejos de evadir el asunto de las diferencias raciales en habilidad, fue escrito justamente para el propósito de investigar y clarificar aquellas diferencias.

El Dr. Baker, ahora fallecido, fue el autor ideal para este libro. Él era un profesor emérito de citología de la Universidad de Oxford, Miembro de la Royal Society, y presidente de la Royal Microscopical Society. A estas calificaciones profesionales él añadió un prolongado interés en lo que él llamó la "cuestión étnica", o sea, el entero rango de formas en la que las razas difieren.

Escrito al final de su vida, Raza es la definitiva declaración del Dr. Baker sobre lo que él consideró uno de los más importantes problemas de nuestra época. De comienzo a final, el libro está lleno de hechos poco conocidos y decidores, y es fascinante, incluso una lectura esencial para cualquiera con algún serio interés en las razas. Se le agregan más de 80 ilustraciones, y algunos de los dibujos lineales más simples son reproducidos aquí.

"Raza" está organizado en cuatro partes. La primera es un sumario de lo que se pensaba y libremente se escribía sobre las diferencias raciales hasta finales de los años 20, como el Dr. Baker lo subraya, "cuando la cortina cayó" sobre la discusión abierta.

La segunda es una introducción a la biología de la taxonomía o clasificación, incluyendo un completo tratamiento de cómo las razas y especies son identificadas.

La tercera es un detallado inventario de las diferencias biológicas que distinguen a las mayores razas y subrazas. En esta sección el Dr. Baker hace un particular estudio de los blancos, o Európidos como los llama, y de los Africanos (Négridos), Bosquimanos (Sánidos), aborígenes Australianos (Austrálidos), Celtas y Judíos.

En la sección final, el Dr. Baker propone lo que él considera ser el criterio esencial para determinar lo que él crudamente llama superioridad e inferioridad. Obviamente, sus conclusiones chocan con el dogma actual.

El recuento histórico del Dr. Baker de lo que ha sido escrito sobre las diferencias étnicas incluyen la presentación de un número de personas tan grande como uno podría esperar, gente como el conde de Gobineau, Houston Stewart Chamberlain, Nietzsche, Francis Galton, e incluso Hitler. El Dr. Baker también describe el trabajo pionero por nunca reconocido de hombres como Johann Blumenbach (1752-1840) y Samuel Sommerring (1755-1830).

Otros famosos se han pronunciado sobre el problema de las diferencias raciales y, hasta recientemente, pocos han tenido simpatía alguna por la noción de la igualdad. Rousseau, por ejemplo, pensaba que el chimpancé era una forma primitiva de ser humano, y Kant, Voltaire y Hume pensaban que el Negro era vastamente inferior al Europeo. El Dr. Baker nos recuerda que incluso la Biblia es apenas silenciosa sobre el problema étnico. Los Hijos de Israel exterminaron rutinariamente enemigos, a quienes ellos consideraban inferiores, y en el décimo libro de Josué, ellos esclavizaron al entero pueblo Hivita.

El "Apropiado Estudio de la Humanidad", en las secciones más técnicas que siguen, el Dr. Baker recurre a su entrenamiento científico para tratar al Homo sapiens como un miembro más del reino animal. "Nadie conoce a un hombre que solo conozca al hombre", observa, y añade: "Uno debe ir tan lejos como decir, en relación al problema étnico, que el estudio apropiado de la humanidad está en los animales". Por medio de esto, él quiere decir que sin un completo apoyo en la biología y la taxonomía, es imposible ver al hombre con el desapego que la ciencia requiere. El Dr. Baker escribe, explicando, en el espíritu que inspiró a T. H. Huxley a concluir que la "Antropología es una sección de la biología (y)... los problemas de la etnología son simplemente aquellos que le presentan al zoólogo todos y cada uno de los animales que él estudia". En esto, el Dr. Baker se aleja de muchos científicos sociales contemporáneos que parecen creer que los humanos son una excepción única a las leyes de la herencia, y de este tipo de escrutinio al que todos los otros animales están sujetos.

El Dr. Baker no lleva firmemente de regreso a la biología con un recuento de cómo la evolución dio luz a diferentes especies, cómo las especies están clasificadas, la naturaleza de la hibridación y las circunstancias bajo las cuales los animales pueden ser obligados a aparearse con especies diferentes. La antropología efectivamente se transforma en una rama de la zoología.

Sin embargo, en esta discusión se hace claro que el hombre difiere de los animales en al menos una importante forma: los humanos son excesivamente poco selectivos en sus hábitos de apareo y copularán con individuos - a través de las líneas raciales, por ejemplo - los cuales son físicamente muy diferentes a ellos.

El contraste con los siete tipos de mosquito Europeo, por ejemplo, no podría ser mayor. Sus huevos pueden ser distinguidos debido a ligeras diferencias, pero los adultos son tan similares que incluso los expertos no los pueden distinguir bajo un microscopio. Lo que los expertos no pueden hacer, los mosquitos lo hacen sin equivocarse; nunca se mezclan.

El Dr. Baker de la misma manera, reporta que la gacela de Grant y la gacela de Thompson viven juntas en rebaños mixtos y son tan similares en apariencia que se requiere un ojo entrenado para diferenciarlas. Ellas, también, nunca se mezclan. Solo es bajo la domesticación que los animales pueden ser obligados a superar su repugnancia por parejas distintas y así producir mulas o ligres (una cruza entre tigre y leopardo). Los perros domesticados se mezclan indiscriminadamente con tipos ampliamente diferentes, pero los perros salvajes como los lobos, zorros y coyotes solo se mezclan únicamente con su propio tipo.

El hombre es el más domesticado de los animales y el menos exclusivo en sus amores - pero su promiscuidad varía enormemente por grupos e individuos. Como el Dr. Baker lo indica, el sistema de castas Indio ha evitado exitosamente la mezcla incluso entre grupos raciales de personas similares. Al mismo tiempo, hay individuos cuyo deseo por los animales es tan grande que la bestialidad ha tenido que ser específicamente prohibida incluso desde tiempos Bíblicos.

Las razas y subrazas del hombre han evolucionado enormemente debido a la separación geográfica, pero el Dr. Baker también se refiere a lo que él denomina "razas ecológicas" que evolucionaron para llenar nichos diferentes pero interconectados. La pequeña estatura de los pigmeos Africanos, por ejemplo, los adapta para la vida en el bosque mientras los Négridos más grandes viven en los claros.

Si los humanos hubieran continuado evolucionando en aislamiento o si fueran tan disicriminatorios como los animales en su elección de pareja, las diferencias raciales eventualmente llevarían a especies mútuamente estériles. Esto sería una diversidad de tipo verdaderamente sobresaliente.

La domesticación y los viajes han llevado a una creciente mezcla, pero el Dr. Baker especula sobre otra posible razón. Los cráneos de nuestros remotos ancestros muestran que sus órganos olfativos eran estaban mucho mejor desarrollados que los nuestros.

También es posible que el hombre antiguo tuviera olores más fuertes que los del hombre moderno, y debido a los hábitos de apareo de nuestros ancestros estaban probablemente gobernados por el olor como los de los animales, esto evitaba la mezcla entre pueblos no familiarizados. Incluso hoy las razas tienen olores diferentes.

El Dr. Baker nota secamente que a pesar que el hombre moderno es escrupuloso al seleccionar solo las más promisorias parejas para el apareo entre sus animales domésticos, él casi nunca presta la misma atención a su propia reproducción. "Eso significa", añade, "que no podemos pronosticar nada en inteligencia innata".

Raza y Color

El Dr. Baker escribe con cierta holgura sobre el color de piel, pero solo debido a que la raza y el color a menudo son confundidos. Él mismo piensa que el asunto es trivial y, en efecto, desde al menos la época de Darwin los científicos han reconocido que el color no es importante en distinguir las formas biológicas. El Dr. Baker indica que hacer del color la base de la raza es tan estúpido como pensar que una rosa roja está más estrechamente relacionada a una petunia roja que a una rosa blanca.

Los aborígenes Australianos son similares en color a los Bosquimanos, por ejemplo, pero sería difícil pensar en dos grupos raciales que sean más diferentes biológicamente. Del mismo modo, el Dr. Baker explica que algunos de los habitantes del norte de la India tienen piel relativamente oscura, pero racialmente son muy cercanos a los Európidos.

El color de piel está afectado por el color de la sangre que puede ser visible a través de ella, pero la principal razón para las variaciones en color de piel es la presencia de diferentes cantidades del pigmento melanina. Todos los humanos producen la misma melanina y tienen más o menos la misma cantidad de melanocitos - la diferencia está en cuánta melanina se produce. Los Africanos más oscuros tienen concentraciones visibles de melanina incluso en el blanco de sus ojos y de sus lenguas. La melanina colorea el cabello así como la piel, a pesar que es la presencia de una substancia ligeramente distinta, llamada phaeomelanina, la que causa el cabello "rojo".

El Dr. Baker explica que los ojos azules no son provocados por un pigmento azul sino por la ausencia de pigmento. Los ojos parecen ser azules por la misma razón que los bordes de un banco de nieve puede parecer azul: la luz roja y otras longitudes de onda larga pasan, pero ondas más cortas y azules son refractadas y dispersadas, y algunas son reflejadas hacia el que las ve.

Los pueblos de piel clara probablemente descienden de pueblos de piel oscura que emigraron desde los trópicos. La piel de los Europeos transmite tres y media veces más luz solar que la piel de los Africanos, y los rayos ultravioleta convierten el ergosterol del cuerpo en vitamina D. Los pueblos de piel oscura, cuyas pieles están adaptadas a latitudes más soleadas, pueden por lo tanto adquirir raquitismo - provocadas por deficiencia en vitamina D - si viven en climas helados.

La tercera sección de "Raza", en que el Dr. Baker describe la miríada de modos en que las razas difieren unas de otras físicamente, es la más técnica. Incluye descripciones generales de química de la sangre, fisiología y estructura esquelética, con un especial énfasis en las características del cráneo.

Introduce conceptos como la braquicefalia, paidomorfismo e índice craneal.

Es útil para el lector tener algún conocimiento en fisiología, pero no es obligatorio. Incluso los pasajes más técnicos pueden ser normalmente entendidos por un neófito que ha prestado suficiente atención a las explicaciones anteriores, y el Dr. Baker ha puesto sus observaciones más complejas en letra pequeña, como un signo para que el lego pueda saltárselas sin perder mucho.

Un cierto nivel de detalle científico es necesario aquí, no meramente porque las diferencias fisiológicas entre las razas requieran cierto vocabulario. En esta sección el Dr. Baker se dedica a explicar el grado al cual algunas razas muestran los caracteres de lo primitivo - la retención en la era moderna de caracteres poseídos por nuestros remotos ancestros - y la paidomorfia - la retención como adultos de rasgos comúnmente asociados a los niños.

Por ejemplo, es indisputable que los Austrálidos son más primitivos que las otras razas. Como el Pitecantropo, sus dientes y mandíbula inferior son asombrosamente grandes, y sus cráneos son el doble de grueso que aquellos de cualquier otra raza.

La frente retrocede abruptamente y los arcos superciliares están tan desarrollados que recuerdan los del Pitecantropo y el de los grandes simios. El cerebro es solo alrededor de un 85 % del tamaño del de los Európidos y la parte trasera tiene pliegues en forma de medialuna no hallados en otras razas, pero similares a aquellos en los cerebros de los orangutanes. Del mismo modo, la apertura nasal es similar, en algunos aspectos, a la del oranguntán.

Los Bosquimanos, o Sánidos, muestran igualmente sobresaliente evidencia de paidomorfia.

Su pequeño tamaño - los hombres a menudo no pasan los 4.7 ó 4.9 pies - es la más obviamente juvenil característica retenida por adultos. Sus cráneos son notablemente cortos y planos como los de los niños Európidos y sus ojos están separados como los del recién nacido. El vello facial y corporal en ambos sexos están muy débilmente desarrollado y recuerda el de los niños. Entre los hombres, el escroto es como el de los preadolescentes: tan pequeño y apretado que uno podría pensar que solo un testículo ha descendido.

En cuanto a los Négridos, aparte de un cerebro que es muy ligeramente más pequeño que el de los Európidos y Sínidos (Asiáticos del Norte), el Dr. Baker no encuentra ninguna característica que pueda ser llamada primitiva o paidomórfica. Los Négridos difieren en la química de la sangre, de otras razas, y tienen hombros más anchos y pantorillas más delgadas. Ciertas tribus, como los Hotentotes, ostentan una extremada esteatopigia o masivas nalgas. En algunos casos, el trasero se extiende horizontalmente, casi como una concha.

Francis Galton, quien pasó entre los Hotentotes en 1850 y 1851, escribió sobre una mujer de la cual él estaba "perfectamente asombrado de sus proporciones". Él quería medir sus dimensiones pero no se atrevió a solicitar su permiso para hacerlo. En vez de eso, él tomó observaciones a través de su sextante y, dice él, "conseguí los resultados a través de la trigonometría y los logaritmos".

¿Igual o Desigual?

La interrogante sobre si los Africanos son, en promedio, iguales en inteligencia a los blancos es importante en EE.UU. y Gran Bretaña. El Dr. Baker por lo tanto, dedica considerable espacio a los relatos del siglo XIX de las sociedades Africanas antes que tuvieran mayor contacto con los extranjeros. Este es el único medio seguro de saber cuán lejos ellos habían podido avanzar sin influencia exterior.

Cada explorador encontró una pobreza de desarrollo sobresaliente. Ninguna sociedad negra Africana tenía un lenguaje escrito o un calendario. Ninguna usaba la rueda o practicaba la construcción o levantaba edificios de varios pisos. La fundición del hierro era común pero ningún negro Africano construyó jamás algo que pudiera ser llamado un dispositivo mecánico, incluso alguno tan simple como una azada. Los Africanos aparentemente no domesticaron ningún animal sino que recibieron perros y ganado ya domesticado desde el norte del Sahara. Ninguno usaba alguna bestia de carga, a pesar de la presencia de grandes mamíferos que podrían haber sido domesticados.

A pesar que las sociedades Africanas hoy son descritas como poseedoras de ricas historias orales, esto no era de ninguna manera universal. Unas pocas tribus tuvieron hombres que podían recitar las historias de sus reyes, pero muchas eran completamente ignorantes del pasado. La tribu Ovaherero, por ejemplo, no llevaba cuenta de ningún año.

La esclavitud y la poligamia eran ampliamente difundidas. La ejecución arbitraria de los súbditos, por parte de los gobernantes, o de las esposas, por parte de los maridos, era común. Unas cuantas tribus comían carne humana aunque algunos de sus propios miembros parecían haber rechazado esta costumbre. Algunos nativos de la costa, al ver a los esclavos siendo alimentados antes de ser cargados en las naves para su exportación, creían que los Europeos pensaban comérselos.

Algunas personas habían argumentado que la razón por la que los Africanos mostraban tan pobre desarrollo, era que el esfuerzo para mantener la vida era demasiado para permitir el interés por el avance. Al contrario, el misionero y explorador David Livingstone, encontró que algunas partes del continente eran un verdadero paraíso:

"Para el que ha observado el duro bregar del pobre en los antiguos países civilizados, el estado en el que los habitantes viven aquí es uno de facilidad gloriosa... El alimento abunda, y muy poco trabajo se requiere para su cultivo; el suelo es tan rico que ninguna labor es necesaria".

A pesar que el Dr. Baker no lleva esta idea tan lejos, él sugiere que era la propia facilidad de la vida en Africa la que evitó que la elevada inteligencia de los seres fuera necesaria para la supervivencia, como sí lo fue en climas más duros.

En la sección final de "Raza", el Dr. Baker llega a la única conclusión que los datos permiten: así como difieren en biología, las razas difieren en sus rasgos mentales. Ellas no son igualmente inteligentes o capaces de levantar sociedades civilizadas. El Dr. Baker revisa la literatura sobre los tests mentales y sobre la herencia de la inteligencia, y encuentra que estos solo confirman sus conclusiones

Tras enumerar un interesante conjunto de criterios para la civilización genuina, él encuentra que el primer pueblo en lograrla fueron los Sumerios del 4.000 A.C. Físicamente, es posible que ellos estuvieran más estrechamente relacionados a los Kurdos que cualquier otro pueblo actual. Los Európidos y los Sínidos también han creado civilizaciones genuinas, pero los Négridos y los Austrálidos no lo han hecho.

El Dr. Baker coloca a los Mayas de América central en una categoría propia. Su astronomía y matemáticas eran extremadamente avanzadas y eran al mismo tiempo las más sofisticadas en el mundo. Construyeron grandes ciudades y administraron enormes territorios. Sin embargo, el Dr. Baker no se convence de llamarlos genuinamente civilizados por numerosas razones: ellos no usaron la rueda ni los pesos comerciales, su lenguaje escrito estaba pobremente desarrollado y su religión era una masa de supersticiones que a menudo eran la base para la tortura, el sacrificio humano y el asesinato en masa.

Una Montaña de Evidencia

"Raza" es una verdadera montaña de evidencia, todo lo cual puede llevar solo a la conclusión que las razas difieren en habilidad. Sin embargo, el Dr. Baker es estrictamente el científico. El no llega a mayores conclusiones y no hace sugerencias sobre política social. No hay dudas en su mente que la actual ortodoxia sobre este asunto es absurda, pero él limita su exégesis a la interpretación de los datos.

En el fondo, sin embargo, "Raza" es un trabajo magistral a que no se le puede hacer justicia en un artículo. Es probablemente el único, más ambicioso y más amplio volumen sobre el sujeto alguna vez hecho, y seguramente sin igual en su tratamiento de las diferencias físicas que distinguen a las razas. No es un libro fácil - el Dr. Baker no es amigo de estúpidos o diletantes - pero en esta funesta época es un golpe de asombrosa buena suerte que un hombre de su inmensa sabiduría y habilidad hubiera escogido tomar una posición al lado del impopular pero verdadero bando del "problema étnico".

Oxford University Press, que publicó por primera vez "Raza", pronto lo consideró un error y lo sacó de las prensas. Ha sido reimpreso por la Foundation for Human Understanding, Box 5712, Athens, GA 30604. El precio es de 25 dólares más 3 dólares por el envío.