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CONOZCAN AL HOMBRE DE KENNEWICK

Jim Chatters

Raramente los embates del tiempo nos permiten observar directamente en los rostros de nuestro remotos predecesores. A excepción de aquellos que se han congelado en el Artico, desecados en los pantanos del norte de Europa, o esculpidos por sus habilidosos contemporáneos; todo lo que tenemos de las visiones de pueblos antiguos son sus desnudas y a veces fragmentarias calaveras. Estas calaveras, sin embargo, poseen valiosas pistas sobre la fisonomía del muerto. La superestructura sobre la cual los suaves tejidos del rostro descansan durante la vida, cada una nos provee de un mapa de la cara que una vez poseyeron. Los artistas de la reconstrucción facial pueden leer este mapa y reproducir una aproximación de la apariencia del difunto.

Los científicos forenses y otros conducen la aproximación facial por dos distintos pero relacionados propósitos: identificar al recientemente fallecido para así reunirlo con sus familiares, y dar a la gente del presente un vistazo a nuestros ancestros de cómo lucían en vida. De cualquier modo, la aproximación facial es una fuertemente integrada mezcla de ciencia y arte, el resultado de un fértil colaboración entre científicos y escultores. En el film NOVA de "misterios de los primeros americanos", por ejemplo, el escultor Thomas McClelland y yo producimos la imagen del Hombre de Kennewick, mientras que la artista Sharon Long y el antropólogo Douglas Owsley crearon aproximaciones de la momia de Spirit Cave. El mejor conocido grupo de aproximación facial es liderado por Richard Neave de la Universidad de Manchester, Inglaterra, que con John Prag, fueron coautores del libro "Haciendo rostros: el uso de la evidencia arqueológica y forense" (Editorial de la Universidad A & M de Texas, 1997). El grupo de Neave incluye no solo a artistas médicos y arqueólogos, sino especialistas en medicina, dentistas y genetistas.

Aquel grupo crea aproximaciones de forma escultórica o computacional. Los métodos escultóricos como los documentados en el film de NOVA, permiten al artista una mano más libre que las técnicas computacionales. Los especialistas que usan la aproximación escultórica pertenecen a dos escuelas, a la cual denominaré Gerasimov y Americana (el método Gerasimov fue desarrollado por el fallecido paleontólogo ruso Mikhail Gerasimov)

Ambas escuelas siguen protocolos básicos similares. Los practicantes empiezan con un cráneo o, en el caso de especímenes antiguos, en un modelo de un cráneo, y, en localizaciones estandarizadas de su superficie, colocan un conjunto de plásticos cortados de acuerdo al grosor promedio de la piel. Este grosor varía de acuerdo al ancestro y la salud del individuo, y difieren entre hombres y mujeres; entre gente de constitución enflaquecida, promedio u obesa; y entre europeos, africanos o asiáticos (los expertos no han aún desarrollado medidas de grosor promedio para otros pueblos). El artista escoge los grosores de acuerdo a la información que el antropólogo le provea, basado en las pistas encontradas en el esqueleto y asociadas al vestuario y/o tejido blando conservado.

Con los marcadores en su lugar, el artista centra los ojos en las órbitas y modela toscamente el tamaño de la nariz y la boca. El escultor determina el contorno de la nariz de dos maneras. Una aproximación, usada originalmente por la Escuela Americana, estima que la proyección de la nariz es tres veces el largo de una astilla ósea localizada tras la apertura nasal en el cráneo. El ancho de las aletas nasales es determinado por las distancia de los bordes laterales de la aperturas nasales, seis milímetros para los europeos y asiáticos, y ocho milímetros para los africanos. La Escuela de Gerasimov, como lo practicó el grupo de Neave, crea la forma de la nariz, extendiendo una línea desde el puente de la nariz y una segunda línea desde el piso de la apertura nasal, y entonces se redondea el punto de intersección para hacer la punta de la nariz. Ellos estiman que el ancho de la nariz es 1.67 veces el ancho de la apertura nasal. El ancho de la boca, o es la distancia entre los bordes internos de los iris de los ojos, o la distancia entre los bordes laterales de los caninos, medidas que típicamente son bastante iguales entre sí.

Las escuelas difieren mayormente en como colocan el tejido sobre el rostro. La Escuela Americana se basa exclusivamente más en la técnica del artista y que en la estructura interna del cráneo. El artista primero conecta los marcadores de grosor epidérmico con franjas de arcilla presionadas contra el cráneo, aplastando cada barra para que así su altura coincida con la de los marcadores de ambos extremos. Esto crea un patrón cuadriculado y abierto. El artista entonces llena los espacios entre el cuadriculado con más arcilla, y el rostro como de maniquí comienza a tomar forma. Finalmente, el artista usa su experiencia personal y la colaboración de los científicos miembros del grupo, para humanizar el rostro y decidir que características formas de ojos o labios la persona debiera tener. En las manos de una artista especializada como Sharon Long, esta aproximación ha probado ser altamente efectiva, particularmente como una ayuda para la identificación de los muertos recientes.

Parte de la efectividad del método en la órbita forénsica descansa en la apariencia no específica que entrega. Cuando la policía produce rostros aproximados de esta manera, ellos muy posiblemente estimulan un gran número de respuestas entre los amigos o familiares de las personas desaparecidas. De esta inmensa fuente de posibles identidades, las autoridades han tenido una buena oportunidad de determinar la real identidad del fallecido. Si el rostro luciera como un sólo individuo en particular, la policía tendría muy pocas llamadas y podría nunca identificar al sujeto.

Análisis de los Huesos

El Hombre de Kennewick no está de una pieza. Es una colección de 380 huesos y fragmentos de huesos, casi el 80 % de un esqueleto completo (el esqueleto de un adulto está compuesto por 206 huesos completos).

Algunos de los huesos del Hombre de Kennewick se han perdido, algunos quebrándose por la sequedad, y algunos fragmentos han sido tomados para exámenes. Los huesos yacen en una pieza cerrada, lejos de la vista del público, en el museo de historia natural y cultura de Burke, en Seattle.

Mientras tanto, la disputa concerniente a que hacer con los restos persiste. Tres antropólogos han examinado los huesos, y mientras que ellos están de acuerdo en muchas características del esqueleto, también no comparten otras.

Data al radiocarbono: Un trozo de 2.7 gramos de hueso de la mano izquierda fue usado en 1996, para llegar a la fecha de radiocarbono de cerca de 9.300 años. Nuevas fechaciones del radiocarbono han sido solicitadas en tres laboratorios usando 30 gramos, o una onza, de muestras óseas del hueso del pies derecho y de la tibia izquierda, o la pantorrilla.

Huesos perdidos: Cuatro partes de los fémures, o los muslos - las partes más grandes del esqueleto - se encontró que se habían perdido del baúl de almacenamiento federal en Richland, Washington. Los huesos estaban presentes cuando el esqueleto fue encontrado.

Rostro: Angosto, con una larga y protuberante nariz.

Edad de muerte: cerca de los cuarenta años.

Cuerpo: Muy musculosos debido a un rigurosa actividad, especialmente las piernas.

¿Fue enterrado a su muerte?

Rose y Powell dicen que los restos no parecen haber sido atacados por animales salvajes y que probablemente fue enterrado rápidamente a su muerte, más que dejado en el suelo.

Chatters y Douglas W. Owsley, un antropólogo del Instituto Smithsoniano que inspeccionó los huesos, dijeron que no había fuerte evidencia para determinar si los restos habían sido intencionalmente enterrados, y es posible que un aluvión de lodo o un alud de sedimento los hubiera cubierto

¿Había un brazo roto?

Rose y Powell reportan un húmero quebrado, o el brazo derecho, lo que probablemente ocurrió cuando el Hombre de Kennewick era un adolescente, pero que sanó bien. Chatters no está de acuerdo con que el brazo estaba quebrado. También dijo que el codo había sido fracturado y que el brazo izquierdo estaba levemente atrofiado.

¿Cuántas costillas estaban rotas?

Rose y Powell dicen que habían tres costillas rotas durante los años anteriores a la muerte. Chatters dice que habían seis costillas fracturadas a causa de un gran golpe en el pecho.

¿Era la herida pélvica mortal?

Una punta de proyectil estaba incrustada en la hoja ilíaca derecha de la pelvis. Powell y Rose dicen que la punta entró por atrás, y que la recuperación de la herida era completa, y que no había existido infección o invalidez. Chatters no está de acuerdo, diciendo que la entrada era desde el frente derecho y que el hueso muestra que la herida causó una grave infección y que podría haber sido un factor en la muerte del hombre.

Cráneo: En cerca de ocho piezas, con una leve depresión sobre el ojo izquierdo, que era más una herida menor. Chatters dice que también hay una herida en la cabeza, en el temporal izquierdo. Las grietas se desarrollaron cuando el esqueleto se secó.

Dientes: Todos están presentes a excepción de la muela del juicio superior derecha y la inferior izquierda. Los dientes están extensivamente desgastados.

Por lo menos una herida sobre el ojo izquierdo.

Posible herida en el temporal izquierdo.

Fuentes: Los científicos James C. Chatters, Jerome C. Rose y Joseph F. Powell