hominizacion

El Paleolítico y el Mesolítico

2. LOS RESTOS HUMANOS

2.1. El marco del proceso de Hominización

En África oriental y meridional se han identificado varios de los «eslabones» seguros del proceso de hominización. Entre hace cuatro y tres millones de años se definen, entre los australopitécidos, algunos grupos de homínidos de los que surgirá el género Homo. Por los 1,8 millones de años coexisten en esas regiones africanas tres series diferenciadas: el Australopithecus robustus, el Homo habilis y el Homo erectus. Extinguiéndose Australopithecus y H. habilis (éste hacia los 1,2 millones de años) será alguna de las variantes de los Homo erectus (cuya existencia sobre la Tierra se extiende entre hace 1,6 millones y 200.000 años), conocedora de técnicas específicas del trabajo de la piedra y, con el tiempo, usuaria del fuego, la que preceda a los Homo sapiens prehistóricos.

Es opinión común entre paleantropólogos reconocer al Homo erectus el protagonismo de la gran diáspora de la Humanidad desde el solar africano hacia las zonas templadas de Eurasia, a partir de no antes de hace millón y medio de años. Se conocen hoy de esa especie más de una veintena de cráneos y abundantes huesos, hallados en yacimientos dispersos por buena parte de África (del sur, del este y del norte) y por el tercio meridional de Eurasia. Su asentamiento, a lo largo de un dilatado período de casi tres cuartos de millón de años, en una gran variedad de comarcas justificaría la diferenciación de tipos regionales entre ellos, pese a la reconocida unidad del grupo. Son caracteres comunes a todos los restos de H. erectus encontrados hasta ahora una capacidad craneana media de unos 1.000 cm3 (con márgenes entre los 750 y los 1.250; frente a la media de los 750 del H habilis), una morfología propia de cabeza (con fuerte toro supraorbital, frente estrecha y forma general de cráneo achatado algo extendido hacia atrás) y una estatura media un poco inferior a la de poblaciones posteriores.

En el polimorfismo de estos primeros europeos (entre los que se encuentran los restos recientemente descubiertos en el yacimiento Trinchera Dolina de Atapuerca, provincia de Burgos, calificados, provisionalmente, como Homo antecessor) se perciben junto a rasgos propios del H. erectus otros que pasarían por antecesores del Homo sapiens; justificándose así la denominación de anteneandertales o de preneandertales que se les suele aplicar.

2.2. Restos del Género Homo del Paleolítico inferior

Hay importantes depósitos de fauna en Venta Micena (Granada) y cueva Victoria (Murcia), referibles al pleistoceno inferior (villafranquiense), con una antigüedad superior al millón de años. En uno y otro sitio los autores de su estudio paleozoológico han referido al género Homo sendos restos óseos (un trozo de cráneo en Venta Micena y una falange en Victoria): su identificación ha sido fuertemente discutida, no aceptándola, por una respetable mayoría de antropólogos y paleozoólogos. Por otra parte, ningún elemento cultural (pese a la presentación de lascas líticas y de esquirlas óseas con trazas supuestas de manipulación) ha sido reconocido hasta ahora con seguridad en Venta Micena.

En la cuenca del Duero, formaciones calizas de la sierra de Atapuerca a orillas del Arlanzón (a 15 km al este de la ciudad de Burgos) acogen un complejo aparato cárstico con cerca de cuarenta cuevas hasta ahora inventariadas. En 1976 se inició la exploración sistemática de alguna de ellas, mediante excavaciones intensas que ahora continúan. Una de las cuevas de Atapuerca de más gran desarrollo tiene dos bocas, llamadas Cueva del Silo y Cueva Mayor, en cuyo interior (en zona de la Sima de los Huesos = SH) se acumuló un gran depósito de huesos de animales (sobre todo del oso, Ursus spelaeus deningeri). Otras cuevas de Atapuerca fueron puestas al descubierto por la trinchera abierta en la explotación de un antiguo ferrocarril: en este lote de yacimientos de la Trinchera se están excavando los sitios estratificados, con industrias del paleolítico inferior, de Gran Dolina (= TD), Tres Simas (= TN), Galería (= TG) y otros. Tanto Cueva Mayor-Sima de los Huesos como Trinchera-Gran Dolina están aportando importantes conjuntos de huesos humanos.

En Sima de los Huesos se han venido encontrando, mezclados entre gran número de huesos animales, bastantes restos humanos. Hasta la campaña de 1993 se habían recuperado más de 1.300 huesos humanos (entre ellos, dos cráneos completos de adultos y buena parte del de un niño) correspondientes a un grupo de al menos veintinueve individuos en su mayoría jóvenes: el menor tenía unos 4 a 6 años de edad, y los dos mayores entre 30 y 35. Su tipología antropológica se asímila con la de los anteneandertales (o preneandertales: sapiens arcaico según algunos) del tipo europeo. Constituye éste un registro importantísimo de población del pleistoceno medio, de antes de los 250.000 años (un fragmento de mandíbula ha sido datado en antigüedad próxima a los 320.000). Este conjunto antropológico SH resulta ser el lote por hoy más completo de huesos poscraneales (es decir, de partes del tronco y extremidades) del registro mundial de ese tiempo.

En 1994 el depósito TD6, en Trinchera-Gran Dolina, ha empezado a aportar otro lote de restos humanos. Fechados, con seguridad, en más de 780.000 años son ya 36 piezas (fragmentos de cráneos, maxilares, piezas dentarias y huesos de extremidades) correspondientes, cuando menos, a cuatro individuos distintos (un niño de 3 o 4 años de edad, un adolescente y dos adultos). No es fácil acomodar la identificación antropológica de estos restos entre las especies habituales de Homo: su examen morfológico los diferencia del Homo erectus habitual y propone su identificación con alguna forma primitiva del llamado Homo heidelbergensis. Los antropólogos implicados en el estudio de estos restos han propuesto incluirlos en un tipo propio, denominado Homo antecessor, para señalar su peculiaridad y su posición en la línea que abocaría en los H. sapiens. El hallazgo de TD asegura así la ocupación humana de Europa occidental ya a fines del pleistoceno inferior, con evidencias bastante más antiguas que las hasta ahora reconocidas en hacia el medio millón de años en Mauer (Alemania) o Boxgrove (Inglaterra).

En una colada de arcilla, junto a fauna atribuible al pleistoceno medio, de la cueva del Tossal de la Font (Castellón) se encontraron restos (fragmentos de húmero con trazas de artrosis y de coxis) de un mismo individuo femenino: se pueden atribuir tanto a un anteneandertal evolucionado como a un neandertal arcaico.

Otras noticias por confirmar refieren restos humanos del paleolítico inferior en Pinilla del Valle (Madrid) (un molar, con fauna del pleistoceno medio y de inicios del pleistoceno superior) y en la cueva del Tut de Fustanyà (Gerona).

2.3. Los hombres del Paleolítico medio

Desde la glaciación de Riss se esbozan en el seno de los anteneandertales europeos tendencias de diversificación y especialización, probablemente dirigidas por el confinamiento de los grupos humanos en biotopos particulares, forestales o no. Se produciría así el Homo sapiens en su variedad fósil, al que se atribuye el desarrollo de las manifestaciones culturales del paleolítico medio. El marco cronológico de la presencia de este «hombre de Neanderthal» (que perdura, en algunas zonas, aún algunos milenios dentro del paleolítico superior) se abre hace más de 200.000 años y concluye hacia los 30.000 a. C. o algo después.

Su asentamiento en parajes muy diferentes explicaría, según algunos, la gran variabilidad de las formas neandertales. El tipo neandertalense es bien conocido en Europa desde los hallazgos de mediados del siglo pasado en el sur de la Península Ibérica (Gibraltar) y en Alemania (Neanderthal). Destacan, entre sus rasgos, una elevada capacidad craneana (con una media de 1.450 cm3), una estatura en torno a los 1,55 m, unos brazos ligeramente alargados y, en ellos, un especial desarrollo del brazo con respecto al antebrazo. La cara tiene un notable prognatismo, con mentón mínimo en una mandíbula fuerte, y unos ojos aparentemente hundidos bajo salientes arcos superciliares; la forma de su cabeza, dolicocéfala, es ligeramente aplanada.

En la Península Ibérica son relativamente abundantes los yacimientos de ocupación en cuevas y abrigos, o al aire libre, de aquel tiempo (con la cultura musteriense); pero es reducido el repertorio de restos óseos de esos hombres, sin que lo recuperado hasta ahora pueda referirse a disposición de enterramiento.

Del depósito de travertino del lago de Bañolas (Gerona) a unos 5 m de profundidad, procede la mandíbula completa probablemente femenina (de unos 50 años de edad) hallada en 1887. El sitio del yacimiento se dataría en el pleistoceno superior (interglacíar Riss/Würm o Würm I). Ofrece esa mandíbula varios rasgos arcaícos y otros modernos, y se la ha clasificado como de Homo erectus de tipo progresívo, con la caracterización de los anteneandertales europeos en proceso de neandertalización.

De Gibraltar proceden tres lotes antropológicos distintos. En la cantera de Forbe se halló en 1848 un cráneo de adulto femenino (calificado, poco después, como holotipo de un Homo calpicus), buen espécimen de Homo neanderthalensis acaso de su variedad mediterránea; poco después se recuperó un molar juvenil en la brecha fosilífera de la cueva de Genista. En la excavación de Devil' s Tower se encontraron varios trozos del cráneo de un niño de 5 años de edad, en un nivel datado en fecha anterior a los 30.000 a. C.

En niveles de ocupación del paleolítico medio de la cueva de la Carigüela (Granada) se han recuperado unos cuantos restos de neandertales. Las excavaciones de 1955 obtuvieron: el frontal de un niño de unos 6 años (mediterráneo más grácil y más pequeño que el Neanderthal clásico en opinión de M. A. de Lumley) y dos fragmentos de parietales distintos de adulto, en los niveles 7 y 6 (con abundante industria del musteriense típico); y una mandíbula de adulto masculino, un fragmento de parietal y una tibia, en el nivel 2 (de un musteriense muy tardío: ¿ya dentro del paleolítico superior?). En excavaciones posteriores se consiguieron otros restos humanos (trocitos de un parietal y de un temporal y media docena de piezas dentarias de un niño de poco más de 7 años) en el nivel 4.

Un parietal derecho de adulto masculino, un fragmento de mandíbula de niño de 5 años y un incisivo de adulto se hallaron en el denso depósito musteriense de Cova Negra (Valencia). Pese a quienes han apreciado en el parietal caracteres arcaicos prevalece hoy la identificación propuesta por M. Fusté con el tipo de Neanderthal: su nivel de procedencia se formó probablemente a comienzos del Würm II.

Otros restos proceden de yacimientos del musteriense dispersos por todo el suelo peninsular: cueva de Salemas (Loures, Portugal; un molar), gruta Nova de Columbeira (Bombarral, Portugal; un molar), cueva de Lezetxiki (Guipúzcoa; un húmero izquierdo de adulto femenino incluido en una terraza formada en el Riss y dos piezas dentarias de adultos distintos en nivel del Würm), abrigo de Axlor (Vizcaya; cinco piezas dentarias de un mismo joven), Quintanilla de Valdeporres (Burgos; una calota craneal, por comprobar), cueva de los Moros I (Huesca; tres piezas dentarias, una falange y un trozo de clavícula pertenecientes a individuos distintos), cueva de Los Casares (Guadalajara; un metacarpiano de mujer), abrigo Agut (Barcelona; cuatro piezas dentarias), cueva del Salt (Alicante; alguna pieza dentaria), cueva del Boquete de Zafarraya (Málaga; un fragmento de fémur de un hombre de unos 40 años y una mandíbula completa de otro de unos 30); cueva de la Mujer (Granada; un frontal), etc.

2.4. El Homo sapiens sapiens del Paleolítico superior

Algunos antropólogos piensan que una de las ramas de los anteneandertales europeos evolucionaría tanto hacia los neandertales como hacia los tipos de Homo sapiens modemos; otros creen que la evolución de los anteneandertales continentales abocaría en los neandertales clásicos, pero que los H. sapiens sapiens del paleolítico superior llegan de fuera de Europa, ya consolidados en su entidad formal propia.

Hay diferencias marcadas entre las distintas formas del Homo sapiens sapiens; no se les llega a atribuir una entidad «racial» estricta, pero se les agrupa en dos variantes o tipos globales, El tipo de Combe Capelle (en cuya relación están las variedades de Brno, Chancelade y los llamados protomediterránidos y mediterránidos) parece ser más antiguo en su aparición aunque su expansión máxima se produce prácticamente al mismo tiempo que las restantes formas de H s. sapiens. Mientras que los del tipo de Cro-Magnon habrían heredado, y más directamente por mestizaje, ciertos rasgos cráneo-faciales de los neandertales clásicos: son individuos de estatura elevada (entre 1,70 y 1,85 m) y cráneo dolicocéfalo. Dentro de esos dos tipos generales --Combe Capelle y Cro-Magnon- se definen variantes como los negroides de Grimaldi y los esquimoides de Chancelade (de estatura media y con ligera cresta sagítal en el cráneo), los cromañoides orientales (Oberkassel, Predmost, etc.) o los norteafricanos (Mechta).

El holotipo de Cro-Magnon se descubrió en 1868 en ese abrigo rocoso (en la Dordoña francesa) y a tal modelo se suelen referir casi todos los restos no muy completos hallados hasta ahora en la Península Ibérica.

En la región cantábrica los restos de más entidad han sido hallados en las cuevas de La Paloma (dientes y trozos de mandíbulas infantiles) y Tito Bustillo (un par de dientes en el yacimiento y algunos restos cementados en estalagmita) en Asturias, Peña del Mazo (fragmento de calota craneana femenina), Pendo (huesos de la cara de un niño de unos 10 años), Cobalejos (un molar), Santián (un cráneo), La Pasiega (una mandíbula de adulto masculino), La Chora (fragmentos de dos maxilares), Morín (un molar de leche y un trozo de parietal) y Rascaño (dos piezas dentarias y trozo de bóveda craneal, de individuos distintos) en Cantabria, Erralla (dos piezas dentarias) en Guipúzcoa, Ojo Guareña (un parietal de apariencia cromañoide) en Burgos y Berroberría-Alkerdi (alguna pieza dentaria) en Navarra.

En la cueva del Castillo (Cantabria) se hallaron restos craneales de un niño de 5 años en el auriñaciense y dos trozos grandes de calotas trabajadas, según la opinión de H. Breuil y H. Obermaier, como «cráneos-copa» (de hombre y de mujer) y otros restos en el magdaleniense inferior. Quienes excavaron en los años sesenta la cueva Morín (Cantabria) describieron la existencia, dentro del nivel auriñaciense arcaico, de dos sepulturas en fosa donde no se conservaban los huesos pero sí las improntas y huellas de cuerpos humanos y de diversos animales.

Otros restos óseos se han ido recogiendo en excavaciones de la zona mediterránea peninsular: como los de las cuevas de Reclau Viver (tres piezas dentarias) y Bora Gran d'En Carreras en Gerona, Barranc Blanc (un fragmento de frontal masculino y un cráneo juvenil masculino: de discutida atribución cultural) y Mallaetes (un occipital, del gravetiense) en Valencia, Beneito (dos cráneos humanos, de mujer y de niño, en el solutreogravetiense) en Alicante, Nerja (restos muy fragmentados de cuatro individuos del solutrense), La Pileta y el Tesoro (ambas con citas dudosas) en Málaga, etc. En la cueva del Parpalló (Valencia) se encontraron algunos restos fragmentados (de fémur juvenil, de mandíbula y algunos molares) y un cráneo completo de mujer joven (de 16 a 18 años, con rasgos mediterranoides) cuyo nivel de procedencia se data entre los 20.490 y los 18.080 años a. C.

Hay citas de hallazgos de Portugal procedentes de contextos arqueológicos que habría que definir con mayor seguridad: cráneos de la cueva N. Senhora da Luz I (Rio Maior) y restos diversos de Evora Monte (Alentejo), Correio-Mor (Loures), Lapa da Rainha (Vimeiro), Casa da Moura (Cesareda) o Lapa do Suao (Bombarral)... En una fisura cárstica, con restos de fauna de carácter würmiense, de la cantera de Salemas (Loures) se recogieron varias piezas óseas del esqueleto de un joven de unos 14 años.

2.5. Las poblaciones del Epipaleolítico y/o Mesolítico

Los antropólogos que han estudiado las poblaciones del Epipaleolítico (y/o Mesolítico) del sudoeste de Europa advierten su uniformidad general de base y, a la vez, la existencia de variantes derivadas seguramente de las que existían en el precedente complejo de los Homo sapiens sapiens del paleolítico superior. Así, por ejemplo, la que se ha llamado «población de Téviec» (presente en la necrópolis mesolítica de Téviec-Hoëdic, en Bretaña) incluye unos individuos con rasgos más o menos gráciles de tipo mediterránido (que derivarían de la morfología del H. s. sapiens del tipo de Combe Capelle) y otros que emparentan inmediatamente con los clásicos del tipo de Cro-Magnon. Este mismo panorama «plurirracial» se detecta entre las poblaciones del epipaleolítico/mesolítico de la Península Ibérica: con una composición básica de los dos grupos fundamentales de paleomorfos (de tradición cromañoide o mediterránida) que no alterarán demasiado, cuando avance el neolítico, otros grupos «foráneos» braquicéfalos (de tipo alpino o dinárico).

En niveles del aziliense de la cueva de los Azules (Asturias) se localizó una sepultura (datada entre los 7590 + 120 y los 7480 + 120 a. C.) con los restos de un adulto masculino de rasgos paleomorfos.

El conocimiento de la antropología física del asturiense se asienta en algunas piezas recuperadas en sitios de la provincia epónima: el cráneo de un hombre de unos sesenta años de tipo paleomorfo en Cuartamentero (de referencia probable a esta época), dos discutidos cráneos (¡acaso sean del final de la Prehistoria!) de la cueva de Valdedios, el enterramiento de una mujer de tipo cromañoide en Molino de Gasparín y restos de las cuevas de Mazaculos II y Balmori.

Son muy importantes los restos humanos de las necrópolis de tres yacimientos de conchero de la región portuguesa de Muge (Moita do Sebastiao, Cabeço da Amoreira y Cabeço da Arruda), con un total de más de trescientos inhumados. La monografía de D. Ferembach sobre los ciento treinta y seis esqueletos mejor conservados de Moita do Sebastiao anota que la mayoría presenta rasgos paleomediterránidos, que otros se emparentan con la variante cromañoide oriental (forma de Oberkassel) y que una minoría ofrece trazas de braquicefalización (como anunciando el tipo alpino). En el yacimiento de conchero de Collado de Oliva (Valencia) se han hallado restos de quince inhumados.

Otros restos humanos del epipaleolítico se han recuperado en la cueva de Nerja (Málaga) (enterramiento de mujer joven de tipo protomediterránido robusto, con data en 6310 + 360 a. C.) y es de dudosa adscripción cronológica un cráneo de carácter paleomorfo (próximo a la variante cromañoide oriental de Predmost) recogido en la cueva de Urratxa II (Vizcaya).

Del final de la etapa son los enterramientos mesolíticos descubiertos recientemente, y en vía de estudio, de la cueva de Los Canes (Asturias) (restos correspondientes a cuatro inhumados en fosa, con fechas entre 4980 + 95 y 4315 + 75 a. C.) y del abrigo de Aizpea (Navarra) (una mujer inhumada, datada en 4650 + 50 a. C.).

BARANDIARÁN, I., MARTÍ, B., DEL RINCÓN, Mª A. Y MAYA, J.L. Prehistoria de la Península Ibérica, Madrid 1998. Ed. Ariel.