toumai

¿EL PADRE DE TODOS NOSOTROS?

Esta criatura semejante a un chimpancé moró en los bosques de África central unos 7 millones de años atrás. Hoy está sacudiendo el árbol genealógico humano.

Por Michael Lemonick y Andrea Dorfman
Times, 22 de julio del 2002

En vida, la criatura probablemente se asemejaba más a un chimpancé que a otra cosa. Se movía por un paisaje lacustre de praderas y bosques en busca de comida, acompañado por pequeñas bandas de sus compañeros, la mayoría similares, y poniendo gran cuidado con las pitones, cocodrilos y felinos dientes de sable. Este animal probablemente compartía el bosque con los simios y monos y, como ellos, pasaba algún tiempo en los árboles. Debió haber caminado erguido, lo que los simios raramente hacen por un trecho muy largo. Pero tras un vistazo casual, habría parecido ante nuestros ojos sólo como otros chimpancés.

Sin embargo, muerto, esta criatura simplemente ha enviado un terremoto a través del mundo de la ciencia. Tras ocho espantosos años de cacería en el ardiente y ventoso desierto de Africa central, un equipo internacional de investigadores ha descubierto uno de los más sensacionales hallazgos fósiles que se tenga memoria: el excelentemente conservado cráneo de un animal del tamaño de un chimpancé, probablemente un macho, que no encaja en ninguna especie conocida. De acuerdo al paleontólogo Michel Brunet de la Universidad de Poitiers en Francia, cuyo equipo informó del hallazgo en Nature, la semana pasada, no hay modo de que haya podido ser un simio de ninguna especie. Era casi ciertamente un homínido - un miembro de una subdivisión de la familia de los primates cuyo único representante vivo es el hombre moderno. Y ha dejado a los científicos atónitos por numerosas razones.

Para empezar, es casi de 7 millones de años de antigüedad - un millón más antiguo que el anterior poseedor del récord. Efectivamente, esta nueva especie es mucho más antigua que la famosa Lucy, tanto como Lucy es mucho más antigua que nosotros. Casi con toda certeza data del momento crucial en la prehistoria cuando los homínidos comenzaron a marcar un sendero evolutivo que divergía del de los chimpancés, nuestros familiares vivientes más cercanos. Incluso más sorpresivo, este antiguo homínido no fue descubierto en ningún lugar cercano al valle del Gran Rift de Africa oriental, donde todos los ítems del registro de las tres pasadas décadas han sido hallados. En vez de eso, apareció en la región subsahariana del Sahel, de Chad, a más de 2.400 kilómetros al oeste, forzando a un replanteo del saber convencional sobre donde los humanos surgieron.

Más encima, el hábitat del animal puede acarrear más dudas sobre la ya por largo tiempo establecida noción que nuestros ancestros emergieron primero en una sabana sin árboles. Ahora parece que este suceso clave sucedió en un medio ambiente que estaba por lo menos parcialmente arbolado. Lo más sobresaliente de todo, sin embargo, es el propio cráneo. La criatura, conocida formalmente como Sahelanthropus tchadensis (traducido aproximadamente a "homínido saheliano de Chad") e informalmente como Toumaï ("esperanza de vida", en la lengua Goran local), tiene una mixtura de características simiescas y homínidas. Y para algunos paleontólogos, los rasgos del homínido, especialmente el rostro, son mucho más modernos de aspecto que lo que nadie habría esperado en una etapa evolutiva tan remota. "Un homínido de esta edad - escribe Bernard Wood de la Universidad George Washington, en un comentario anexo a los artículos de Nature - "... ciertamente no debiera tener el rostro de un homínido de menos de un tercio de su edad geológica".

Los paleontólogos apenas logran digerir las implicaciones de este sobresaliente hallazgo. Simplemente, aquel descubrimiento debiera llenar el espacio en la secuencia evolutiva - el denominado árbol genealógico - que lleva a los humanos modernos. Pero algunos argumentan que el nuevo fósil podría representar algo mucho más revolucionario. Podría demoler completamente la idea de un árbol, reemplazándola con algo más semejante a un grueso y espeso arbusto. Muchos científicos ahora creen que la emergencia de los humanos podría no haber sido una simple sucesión de ancestros de aspecto crecientemente moderno, sugerido por los árboles genealógicos convencionales de los homínidos, sino más bien una lucha evolutiva, con múltiples especies peleando por la supervivencia - y la supervivencia de su fuente genética - casi en cada punto de la prehistoria. Sin importar la respuesta, dice Daniel Lieberman, un bioantropólogo de Harvard, "este es uno de los más importantes descubrimientos fósiles en los pasados 100 años".

Dada las duras condiciones que existen hoy en el sitio de la excavación, un lugar llamado Toros-Menalla, es hasta una sorpresa que el fósil hubiera sido encontrado. Este paisaje brutalmente ardiente y surcado de dunas, yace en medio del desierto Djurab, cerca de cuatro días en auto al norte de N'Djamena, la capital de Chad. Mohosas piezas de tanques están dispersas por todo el lugar, vestigios de 30 años de inestabilidad civil. Las tormentas de viento aparecen frecuentemente, arrasando con arena todo a la vista - incluyendo a los científicos, quienes tienen que buscar refugio dentro de sus tiendas, a veces durante días. "Realmente son las condiciones de terreno más inimaginables", dice el paleontólogo de Harvard David Pilbeam, quien ha trabajado con Brunet.

Docenas de espectaculares fósiles de ancestros humanos han sido previamente descubiertos en el gran valle del Rift, parte del cual serpentea desde el mar Rojo, a través de Etiopía, Kenia, Uganda y Tanzania, pero Brunet tiene razones para sospechar que Chad también podría ser generosa en frutos. Para empezar, el área alrededor del lago Chad ya ha entregado un rico botín de primitivos vertebrados fósiles. Por otro lado, él sabía que el registro de restos paleontológicos del valle del Rift efectivamente no comprueban que la humanidad haya surgido sólo allí. Y había una agradable ventaja práctica también. Como francés, Brunet estaba especialmente bien equipado en lenguaje e historia para trabajar en un ex-establecimiento colonial del imperio Francés como Chad.

En el valle del Rift, al este, corrientes torrenciales erosionan las afiladas laderas y extraen antiguos fósiles a la superficie. En el Djurab, Brunet y sus colegas se dieron cuenta, los incansables vientos tendrían efectos erosivos similares. Por lo que, acompañado por unos 40 científicos de 10 países, la Misión Paleontológica Franco-Chadiana de Brunet comenzó a cavar en el Djurab, en 1994.

No tomó mucho tiempo para que se hiciera claro que su razonamiento no era erróneo. Hasta la fecha, el equipo ha encontrado 10 mil fósiles en el área, incluyendo el de todo tipo de animales y, siete años atrás, al menos un antiguo homínido - una mandíbula de 3.5 millones de años de antigüedad que muchos investigadores creen que proviene de la misma especie que Lucy (aunque Brunet piensa otra cosa). Entonces, el 19 de julio del año pasado, un estudiante llamado Ahounta Djimdoumalbaye desenterró el asombroso cráneo. "Él es lejos nuestro mejor cazador de fósiles - dice Brunet - (nuestro colega) Patrick Vignaud y yo le dijimos que él sería el que haría un gran descubrimiento".

El cráneo estaba un poco aplastado, y el viento arenoso había erosionado algo de su detalle, pero estaba casi completa. Y en un juego donde una mandíbula entera se califica como un raro tesoro, el fósil era casi un milagro. Durante los siguientes siete meses, el equipo encontró piezas de lo que cree son al menos cinco individuos de la misma especie, incluyendo dos fragmentos de maxilares inferiores y tres dientes aislados. Sin un pie, una pierna u otra característica esquelética que aclare todo, el equipo podría no aseverar que el animal caminara erguido, pero su cráneo es similar en forma importante al de los homínidos que sí lo hacían.

Idealmente, los investigadores habrían preferido encontrar los huesos comprimidos entre capas de lava volcánica conteniendo potasio y argón, debido a que estos pueden ser datados precisamente por tests que involucran la descomposición radioactiva. Desafortunadamente la geología en Toros-Menalla no cooperó. Pero los científicos encontraron algo casi tan bueno. El sitio estaba repleto con fósiles de todo tipo de otros primitivos animales, incluyendo pescado, cocodrilos, roedores, elefantes, jirafas, osos hormigueros y más - 42 tipos en total. Muchos eran idénticos a los especímenes que habían sido datados con gran precisión en otros lados. Como resultado, un equipo liderado por Vignaud localizó con toda confianza, la edad del cráneo entre 6 millones y 7 millones de años, probablemente mucho más cerca de la última fecha.

Eso pone al nuevo Sahelanthropus tchadensis en una crucial coyuntura evolutiva. Los científicos han creído por largo tiempo que los simios y humanos comparten un ancestro común. Pero recientemente, comparaciones de primates fósiles y modernos, y análisis de ADN de primates y humanos modernos, han indicado independientemente que un único simio ancestral dio luz a ambos, chimpancés y homínidos, entre 5 millones y 7 millones de años atrás. Aquel supuesto tatara-tatara-tatara-tatarasimio casi con toda certeza se colgaba de los árboles en el bosque Africano. Si esto es cierto, entonces el Sahelanthropus, o Toumaï, podría bien haber sido el primer homínido, o al menos uno de los primeros, en empezar la marcha evolutiva que finalmente llevó al Homo sapiens.

Pero en el conflictivo campo de la paleontología humana, "podría haber bien sido" deja un montón de espacio para acalorados argumentos. Hay pocas dudas, al menos, sobre que Toumaï era verdaderamente un homínido. El que el cráneo y el cerebro no sean mayores que el de un chimpancé, no es sorpresa. Nuestros cerebros característicamente grandes no evolucionaron hasta cerca de 2 millones de años atrás, bastante después de la época de Lucy. Pero características como un rostro corto con un macizo arco superciliar, una boca y una mandíbula que protruyen menos que en la mayoría de los simios, y los dientes caninos relativamente pequeños, hacen claro que esta criatura no era un chimpancé.

Sin embargo, dónde exactamente encaja Toumaï en el esquema evolutivo de las cosas, depende mayoritariamente de a quién uno le pregunta. Un gran número de distinguidos paleontólogos, incluyendo a Bernard Wood, Ian Tattersall del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, y Chris Stringer del Museo de Historia Natural de Londres, perciben el rostro como desagradablemente moderno - más moderno incluso que la especie de Lucy, Australopithecus afarensis, que es de entre 3.6 millones y 2.9 millones de años de antigüedad - y por lo tanto bastante diferente de lo que ellos esperaban ver en un homínido así de antiguo.

Durante años, desde que Lucy fue hallada, numerosos e incluso más antiguos homínidos, incluyendo el Ardipithecus ramidus ramidus (4.4 millones de años de antigüedad) y el Ardipithecus ramidus kadabba (5.8 millones de años de antigüedad), han sido catalogados como los más antiguos de nuestros ancestros. Pero Toumaï es más antiguo aún. Si es tan moderno de aspecto como Wood cree, Lucy y los otros podrían no ser nuestros ancestros directos sino ramas laterales extintas del árbol genealógico, como los Neanderthals. Aquello los transformaría no en nuestros tatara-tatara-tatara-tatarabuelos, sino más bien en tíos y tías cuyos linajes se extinguieron hace mucho tiempo. Una posibilidad es que el Sahelanthropus dio luz a especies descendientes intermedias que aún no han sido descubiertas. Estos descendientes llevarían al Homo habilis u Homo rudolfensis, los cuales rivalizan por ser el primer miembro de nuestro género, que apareció alrededor de 2 millones de años atrás.

Si es así, esto presta respaldo a un esquema evolutivo que ha estado ganando apoyo científico. En vez de un árbol, con un tronco principal y unas pocas ramas laterales, la evolución de los homínidos es ahora vista más como un gigantesco arbusto, vigorizado a cada paso con múltiples especies compitiendo entre sí. La evidencia ciertamente parece apuntar hacia ese camino. Por las pasadas dos décadas, los antropólogos han estado hallando más y más especies de homínidos datando desde cientos de miles a millones de años atrás, muchos de ellos coexistiendo en el tiempo. Durante la mayor parte de la historia de nuestros ancestros, parece, múltiples especies de criaturas humanoides caminaron sobre la tierra al mismo tiempo.

Aquello no debiera ser sorprendente. La mayoría de los animales - monos, ballenas, gatos, simios - vienen en múltiples variedades. Tan recientemente como hace 30 mil ó 40 mil años atrás, cuando el Homo sapiens estaba lo suficientemente evolucionado como para hacer joyas y crear pinturas espectralmente evocadoras sobre las paredes de las cavernas, compartíamos el planeta con una segunda especie homínida, los Neanderthals. Y a pesar que parece natural para nosotros que solo una especie de homínido exista hoy, es en efecto una excepción en el modo que la naturaleza tiene de hacer las cosas.

Pero si múltiples especies de homínidos han sido la regla durante todo el tiempo, no hay razón para pensar que ese no fuera el caso desde el comienzo. La evolución proporciona plenitud de ejemplos en los que nuevos tipos de animales emergen no solo como simples especies, sino como colecciones de especies similares que comparten muchos, sino todos, los atributos físicos. La rica diversidad de los canarios que Charles Darwin descubrió en las islas Galápagos es a lo mejor, el más famoso ejemplo.

De acuerdo a muchos antropólogos, el descubrimiento de Brunet respalda la idea que la diversidad evolutiva era efectiva también para los homínidos. "Mi idea - dice Woods - es que el Sahelanthropus es el primero de lo que resultaría ser un puñado de simios y criaturas simiescas que vivieron en África hace 6 ó 7 millones de años atrás". En este boscoso modelo de evolución, incluso un rostro sobresalientemente moderno no garantizaría que el nuevo homínido de Brunet fuera un ancestro directo de los humanos modernos. A lo mejor, fue solo uno de numerosos homínidos de aspecto modernos que surgieron al mismo tiempo.

O a lo mejor, todos esos estudiosos expertos están ladrándole al árbol evolutivo equivocado después de todo. Al menos un igualmente eminente paleontólogo, Tim White de la Universidad de California, Berkeley, disputa la aseveración que Toumaï descarrila el árbol genealógico evolutivo estándar, sin contar que planta un arbusto en su lugar. El descubrimiento es un tremendo logro, dice. "Este fósil es lo más cercano que tenemos al ancestro común. Pero dentalmente, es como el Ardipithecus, excepto por unas características menores". La mezcla de rasgos primitivos y más avanzados tampoco lo impresiona, debido a que tales mezclas han sido vistas en varias especies descubiertas durante los pasados 80 años. A pesar de lo que sus colegas digan, White cree que Toumaï bien podría ser el directo ancestro de todos los homínidos posteriores, Lucy y nosotros mismos incluidos.

Sin embargo, si el nuevo homínido eventualmente derriba todo el conocimiento convencional, levantará toda suerte de interrogantes. Por ejemplo, si el Sahelanthropus tuvo especies descendientes que dieron luz al Homo habilis, se pregunta Lieberman de Harvard ¿Dónde están ellos? Es más, en primer lugar, nadie sabe lo que gatilló la emergencia de los más antiguos homínidos. Virtualmente ahora todos concuerdan que el caminar erguido fue la adaptación física clave que puso la línea homínida en movimiento. Pero aquella adaptación tuvo que tener cierta ventaja evolutiva para que persistiera ¿Qué, exactamente, era lo tan grandioso de caminar sobre las dos piernas?

Una década atrás, la principal teoría sugirió que el cambio climatológico había secado África, reemplazando los bosques, donde los simios moraban, con praderas. Un simio caminante habría estado mejor adaptado a este medio ambiente, debido a que el subir árboles sería inútil. La posición erguida habría dado una mejor visión de los enemigos potenciales, sobre lo alto de las hierbas. También, una posición vertical ofrecería menor exposición a los fuertes rayos del sol.

Todo aquello tenía sentido hasta que los científicos en terreno, incluyendo a White, comenzaron a encontrar a antiguos homínidos que vivían en lugares parcialmente arbolados, no de sabana pura. Como se deduce de los tipos de animales que Brunet encontró en Toros-Menalla, aquel parece ser el tipo de medio ambiente que el Sahelanthropus habitó también. Con la simple teoría del cambio de clima fuera del camino, los paleontólogos tuvieron que intervenir con otras ideas. Ellos ahora creen que los bosques sobrevivieron al cambio climatológico, pero probablemente quedaron dispersos entre zonas de sabana - precisamente el ambiente en el que Brunet halló a Toumaï.

Un simio caminando sobre sus dos piernas podría haber cruzado aquellas extensiones abiertas, casi como la antigua teoría aseveraba, para llegar al seguro y confortable hábitat del próximo bosque. Con sus manos libres, el simio pudo acarrear comida extra - muy útil cuando se cruzaban extensiones donde la fruta no estaba disponible para coger. Las manos libres podrían haber sido útiles para el sexo, también, aunque no en el modo que uno podría pensar. Los mejores machos erguidos y caminantes podrían acarrear alimento para las hembras de su especie, incrementando su oportunidad de ganar una pareja y transmitir sus genes - como lo sugiere C. Owen Lovejoy de la Universidad Estatal de Kent, Ohio, el principal proponente de esta teoría.

En cuanto a la popular percepción que la evolución humana empezó en África oriental - bueno, pensándolo bien, aquello nunca fue tan convincente como se suponía que era. Incluso aquellos que se inclinaban hacia aquel punto de vista sabían intelectualmente que apenas una docena de individuos de unos pocos sitios, espaciados por millones de años, constituían una línea bastante frágil de evidencia. Después de todo, incluso un esmirriado y simiesco homínido podía abarcar unos pocos miles de kilómetros - digamos desde Chad - en una simple generación o dos. El hecho que tan pocos fósiles homínidos han sido encontrados, incluso en África oriental, queda claro cuán rara vez estos antiguos huesos sobrevivieron. "Si piensa en África como un gigantesco lugar donde los ancestros humanos existieron por espacio de 7 millones de años - dice White de Berkeley - tienes que ser afortunado al hallar lugares donde las condiciones medioambientales les permitieron sobrevivir y donde las condiciones geológicas les permitieron ser conservados".

Pero también esto significa que los paleontólogos podrían ser afortunados en muchos lugares más de los que hasta ahora han visto. White y otras viejas manos de África oriental continuarán las excavaciones que tienen andando en aquellos tradicionalmente fértiles campos de fósiles. Sin embargo, otros científicos menos tradicionales podrían sentirse entusiasmados para buscar en otras partes de África con mayor confianza que hay algo importante que encontrar.

Brunet, mientras tanto, tiene todas las razones para seguir cavando en el ventoso desierto de Chad. "Hay montón de trabajo que hacer", dice. Él y su equipo estarán buscando no solo por los adicionales huesos del Sahelanthropus sino también por sedimentos más antiguos incluso, que estén entre los 7.5 y 10 millones de años de antigüedad - rocas que podrían entregar la especie ancestral que dio a luz a humanos y chimpancés. Los paleontólogos a menudo se toman meses o años para anunciar la existencia de los descubrimientos que tienen a mano, por lo que es bastante posible que él y su equipo ya hayan encontrado algo más.

En efecto, la última sentencia de su artículo en Nature declara que aunque el Sahelanthropus será primordial para iluminar los capítulos más remotos de la historia evolutiva, "se pueden esperar más sorpresas". Dado el impacto que Toumaï ha generado, aquello podría resultar un aviso.