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3 millones enfrentan hambruna en Malawi

Los fríos y grises cielos no pueden esconder la amenaza de hambruna que se yergue enorme sobre esta frágil nación

Por Jeremy Laurance, Blantyre, Malawi
08 de julio del 2002

Abanicos de flores amarillas se yerguen desde las acacias que se alinean en las avenidas de Lilongwe, la capital de Malawi. Poinsettias de vívidas hojas rojas de 20 pies de ancho, crecen al lado de la carretera, y bananos, papayas y paltos están repletos de frutos. Esta es una tierra de abundancia ¿Entonces cómo se muere de hambre?

El clima es frío y gris, bastante similar a Inglaterra. Ocasionalmente, las nubes se abren y hay un momento de cálido y delicioso sol - ¿Pero dónde está el calor, la arena y la sequía que son los catalizadores de las hambrunas?

Estos son los primeros de numerosos rompecabezas sobre Malawi. Su clima es agradable, su vegetación exuberante, su pueblo está en paz ¿Por qué debiera sufrir de escasez de alimento? ¿Y quién exactamente está escaso de alimento? Descubrir la verdad no es fácil.

Llegué a Lilongwe a comienzos de junio, esperando encontrar a un país movilizándose para enfrentar con la inminente amenaza de hambruna. Se dice que 20 millones están en riesgo a lo largo de Africa meridional - 3 millones de ellos en Malawi - debido a una combinación de sequía, peste, guerra, corrupción y desnutrición. En vez de eso, encontré a un gobierno ensimismado en una pelea constitucional sobre la reelección del Presidente para un tercer período, y una comunidad sanitaria cohibida por la atención internacional sobre el país e indecisa sobre como responder a ella.

Malawi está hambrienta y mucha de su gente está desesperadamente así, pero no están muriendo de hambre - aún no. Los veteranos de las hambrunas de "tierra arrasada" de Etiopía en 1984 y el Sudán en 1990, insisten que nada de aquella escala ha sido visto hasta ahora en Malawi. Los altos ejecutivos de las agencias sanitarias en Gran Bretaña, quienes han lanzado alertas de desastre para recaudar fondos para Africa meridional, están privadamente preocupados que este escepticismo de los profesionales en terreno debilitarán sus esfuerzos.

El jefe ejecutivo de una agencia de caridad Británica me dijo la semana pasada: "Tengo confianza que podemos persuadir al público de donar ahora para atajar la crisis, que de otro modo llegará en noviembre, pero si la gente en el exterior comienza a cuestionar nuestros esfuerzos, sería algo muy dañino".

Pasé 10 días viajando por Malawi, visitando clínicas de nutrición y aldeas en la jungla, donde las cosechas se han perdido y vi a muchos niños con el pelo sexo, las manos y pies hinchados, y las barrigas levantadas, que son los signos de desnutrición. Vi ancianos enfermos que enfrentan una lucha diaria para encontrar comida para los niños más pequeños, cuyos padres están muertos, víctimas del Sida. Me reuní con aldeanos cuyas cosechas han sido robadas debido a que el precio del maíz, el alimento básico, se está encareciendo y los hambrientos se están volviendo más desesperados. Vi hogares en que se preparan hojas de maíz - la "comida del hambriento" - hechas de la cáscara que envuelve el grano, normalmente arrojado a las gallinas, pero utilizado en los malos años para mantener a las familias hasta la próxima cosecha.

Pero el hambre no es universal. Incluso en la misma aldea, algunos tienen suficiente y otros no. Incluso, el hambre es un fenómeno anual. De acuerdo a la Encuesta de Salud y Demografía del 2000, publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas de Malawi, la desnutrición severa afecta al 26 % de los menores de 5 años en áreas rurales, y a un 13 % en las áreas urbanas - el resultado de años de carestía en alimento.

El hambre, la enfermedad y la pobreza extraen un procentaje anual de la población en Malawi. La diferencia este año es que el porcentaje ha comenzado antes, en mayo y junio, lo que debiera ser una época de plenitud. En el hospital de la misión de Mulanje, en el sur, 900 niños fueron vistos en una clínica para desnutridos en mayo, un récord para aquel mes, cuando los números debieran descender.

En Chitambi, una gran aldea de 50 casas, a cuatro millas de la carretera entre Mulanje y Blantyre, la gente se vio obligada a cosechar temprano este año, en parte debido al hambre y en parte para protegerlas de los ladrones. Agnes Renard estaba secando hojas de maíz fuera de su casa, y numerosas casas tenían fardos de cebada secando, normalmente usada para fabricar cerveza, pero también como substituto de alimento cuando el maíz es escaso.

El jefe de la aldea, un anciano, un débil hombre usando una chaqueta azul con bolsillos y unos pantalones café subidos hasta la rodilla, ha plantado una pequeña chacra de maíz enfrente de su casa, en vez de los campos, para así poderla vigilar a causa de los ladrones. "Sólo dependo de Dios. Lo que sea que Dios prepare, lo acepto. Solo Dios conoce el futuro", dijo.

Para algunos, este fatalismo puede parecer desesperante. Si te estás muriendo de hambre ¿Qué deberías hacer? ¿Sentarte y esperar la muerte, como lo quiera Dios, o ir y buscar alimento en algún lado? Malawi tiene uno de los lagos de agua dulce más grande del mundo, con agua para cosechas y abundancia de pescado ¿Por qué no emigrar hacia el lago?

Pero esto es no comprender el predicamento. Donde la vida es dura, las comunidades aprenden a soportar. El estoicismo es su fuerza. No tienen recursos, ni ahorros, nada con qué pagar por una red para pescar, o semillas y fertilizante, o transporte que les permita empezar de nuevo. Aún así ellos permanecen alegres y dignos, no sombríos ni depresivos, riendo enfrente de las dificultades. Este es el milagro Africano. Aquellos que tienen poco, comparten incluso ese poco que tienen. Se mueven lento y trabajan poco, conservando la energía. Pero sobreviven.

Le pregunté a Grace Malenga, jefa de la clínica para la desnutrición de Moyoh House, en el hospital Queen Elisabeth, Blantyre, para que delinee la situación. Tras ella, niños de rostros solemnes yacen inertes en la sala, donde las camas han sido juntadas en pares para incrementar la capacidad.

La Dra. Malenga sonrió pacientemente. Ella ha respondido esta situación muchas veces. "Puedo decir que donde hoy tenemos 20 pacientes, cinco años atrás podíamos haber tenido 10 ¿Qué te dice esto? Distinguir los efectos de una crisis alimenticia de los efectos de la malaria, VIH y tuberculosis es muy difícil. Si un niño está debilitado por falta de alimento, entonces es más posible que sucumba a la enfermedad".

Ella hizo una pausa, y añadió entonces: "Sin embargo, soy una aldeana Malawi y cuando voy a mi aldea puedo ver que sí, la situación es bastante desesperada. No es tan desesperada ahora pero lo será en pocos meses. Simplemente no hay suficiente alimento".

Le dije que había visto que estaban preparando hojas de maíz en la aldea de Chitambi. "Si están usando hojas de maíz ahora, eso es muy serio. Esta es la época para arrojarlas a las gallinas. Octubre, noviembre, diciembre - es la época para usar los hojas del maíz - cuando no queda maíz para comer".

La crisis alimenticia ha empeorado por la pasión Malawi por el nsima, el alimento básico, de tortillas hechas de harina de maíz que tienen la apariencia y el suave sabor de sémola sólida. Es una comida lujosa, que llena la barriga y entibia la sangre en un país azotado por el hambre, donde las noches pueden ser frías. Los Malawis dicen que si un hombre no ha comido nsima, él no ha comido.

Pero el maíz es una planta frágil, susceptible a la sequía y las inundaciones, y el cultivo constante de este vegetal agota al suelo de nutrientes. Los esfuerzos para persuadir a los Malawis para diversificar y cultivar otros vegetales como la cassava, han tenido éxito limitado hasta ahora.

El gobierno de Malawi ha sido culpado por vender el total de sus reservas alimenticias de 167.000 toneladas, pero que ha sido insuficiente para cubrir la actual baja estimada en 600.000 toneladas. Gran Bretaña, también debe compartir la culpa. Proporcionó "paquetes iniciales" a cada granjero en 1998 y 1999 conteniendo semillas y fertilizantes pero, tras cosechas récord, el precio del maíz se derrumbó. Los granjeros no siguieron cultivando el grano debido a que no había incentivo.

En el 2000, los paquetes iniciales solo le fueron dados a los 1.5 millones de granjeros más menesterosos, los que descendieron a 1 millón en el 2001. La decisión resultó ser desastrosa. La cosecha de este año, afectada por el mal clima, llegó a 1.4 millones de toneladas, comparadas con las 2 millones de toneladas que se necesitaban para alimentar al país.

Mike Wood, jefe del Departamento para el Desarrollo Internacional del Reino Unido en Malawi, dijo: "El gobierno reclamó que la disminución (del número de granjeros beneficiados con los paquetes iniciales) fue demasiada brusca. Nuestro punto de vista es que si no lo hubiéramos hecho, no habría suficientes granjeros cultivando maíz".

"Desafortunadamente para todos, la disminución coincidió con las malas cosechas y clima".

La historia ilustra la dificultad que enfrentan los donantes que desean ayudar, sin minar la capacidad del país para ayudarse a sí mismo.

En febrero, la falta de alimento fue la más grave de la década, y el Presidente Bakili Muluzi declaró la crisis. El precio del maíz se duplicó, millones sufrieron hambre y un número desconocido murió.

Este año, los malos meses de diciembre, enero y febrero que quedan, parece que serán peores - a menos que una acción urgente sea tomada ahora. Mike Wood estima que la mitad de las 600.000 toneladas menos será cubierta por el compromiso de los donantes. El resto, el gobierno espera, será entregado por organizaciones comerciales para ser vendido en el mercado abierto. Pero la economía es un caos con la inflación llegando a más del 20 % y las tasas de intereses tan altas como el 50 %, por lo que hay muy poco incentivo para los comerciantes para que asuman el riesgo.

En ese caso, podríamos ser testigos de una hambruna que rivalizaría con cualquiera de las vistas en Africa en muchos años.

Un lastre para el país

El Sida está despojando a las naciones Africanas de sus proveedores. El índice de la infección en Malawi está aproximándose a 1 en 5 - 1 entre dos adultos mayores de 30. Solo los ancianos y los menores se salvan. Las áreas rurales también están perdiendo a sus trabajadores más jóvenes y saludables, quienes emigran a las ciudades.

La población está creciendo a pesar del Sida

A pesar que el índice de crecimiento de población ha sido cortado de 5 a 2 % anual, la admisión a clínicas de planificación familiar está bajando en las áreas rurales. "Nadie va a comprar anticonceptivos cuando no hay comida en casa", dijo Walter Jiyani, director de la agencia de planificación familiar Banja La Mtsogolo.

El promedio para una mujer Malawi es 6 a 7 niños. La mortalidad infantil es 150 por 1.000 nacimientos (comparados con menos de 6 por 1.000 nacimientos en Gran Bretaña). La mortalidad materna se ha duplicado en los pasados cinco años (desde 620 por 100.000 nacimientos en 1997, a 1.120 en el 2001), agravado por el Sida, falta de enfermeras y atención. Una mujer de Malawi que tiene el promedio de 6 a 7 niños, tiene 1 oportunidad en 13 de morir durante el parto.