(Capítulo XI, sección 15)

La península Ibérica

El mundo Mediterráneo, que hemos estudiado en Asia y Africa, posee poco territorio indisputado en suelo Europeo. Aparte de las islas occidentales, incluyendo las Baleares, Córcega y Cerdeña, el único país verdaderamente Mediterráneo en Europa es el de la península Ibérica. Los principales eventos de la historia racial Ibérica, hasta donde los conocemos, pueden ser resumidos de la siguiente manera. En la época del Paleolítico superior, España y Portugal eran regiones atrasadas, periféricas a Francia y Noráfrica. Las influencias del norte llegaron en los remotos tiempos del Auriñaciense, y nuevamente durante la época de máximo frío de la última glaciación, cuando el reno emigró hacia el sur, por los Pirineos. La extensión, cuyas influencias llegaron a través de Gilbraltar, antes de las invasiones Mesolíticas, no se conoce, pero tales influencias no pueden haber sido extensas. En ausencia de material esquelético adecuado, es inútil especular seriamente sobre los caracteres raciales del pueblo del Paleolítico superior en España y Portugal. Si eran altos y de grandes cráneos, del tipo Crô-Magnon o Afalou, ellos han hace mucho tiempo desaparecido. A lo mejor es más probables que los Ibéricos pre-Mesolíticos hayan incluido gente semejante al grupo Téviec de Bretaña.

España sintió las repercusiones del desecamiento del Sahara, más temprano que cualquier otra región en Europa occidental. Los invasores Mesolíticos de un tipo Mediterráneo pequeño y más bien primitivo, trajo con ellos los rasgos culturales microlíticos; sus características raciales están tipificadas por los restos esqueléticos de Muge. Durante el 3.000 A.C., los pueblos productores de alimento, entraron en España desde el norte de Africa, con cerdos, ovejas y cabras, y con trigo, cebada y otras plantas. El tipo físico de estos invasores es bien conocido por nosotros, no solo a través de los restos esqueléticos, sino también por medio de nuestro estudio de los pueblos vivientes de Noráfrica. Algunos de estos invasores permanecieron en España y Portugal, donde se transformaron en las poblaciones básicas de estos países; otros pasaron hacia el norte, a través de los Pirineos, al este de Francia y Suiza, mientras otros llegaron tan hacia al norte como Alemania o las islas Británicas.

Hacia el inicio del 2.000 A.C., si no antes, estos colonos agrícolas fueron reforzados por un pueblo de cultura mucho más elevada, los espigados Mediterráneos constructores de megalitos, quienes llegaron vía marítima, y muchos de ellos partieron desde España, llegando tan lejos como las islas Británicas y Escandinavia. Sus asentamientos en España se localizaban mayoritariamente en el litoral oriental, y sobre la costa norte del Atlántico, particularmente en la región de la bahía de Viscaya. Ellos son seguidos por otros pueblos del tipo Mediterráneo general, pero provenientes del Asia menor, como su exagerada forma nasal lo indica. Estos nuevos invasores trajeron con ellos el conocimiento del metal desde el Este, y fueron los primeros de los exploradores en visitar esta península rica en metales. A su turno, ellos fueron seguidos por compatriotas braquicéfalos con las mismas peculiaridades nasales, quienes introdujeron el tipo racial Dinárico a Europa occidental. Estos braquicéfalos Dináricos, que colonizaron las mismas regiones que sus predecesores marítimos, probablemente dejaron España en grandes números, tras una breve estadía, prefiriendo países más septentrionales. Desde la Edad del Bronce hasta la Conquista Romana, hubieron solo dos movimientos conocidos que pudieron haber afectado racialmente a España. Uno fue el de los Fenicios, a continuación de las invasiones prehistóricas desde el Mediterráneo oriental; la otra fue la de los Celtas en el norte, para formar la mezclada nación de los Celtíberos conocidos por los Romanos. Sin embargo, muchos de los Celtas también utilizaron España como parada en sus correrías. En tiempos post-Romanos, invasores germánicos, como los Godos y los Vándalos, trajeron una segunda infusión de sangre Nórdica a la península. Pero los Vándalos pronto emigraron hacia Argelia, luego a Cartago y finalmente a Bizancio.

Las invasiones de los Godos y los Vándalos fueron prontamente seguidas por un movimiento en dirección opuesta, el de los Moros, a través del estrecho de Gilbraltar. Estos Moros, que llegaron en números considerables, eran de dos orígenes étnicos. Árabe y Bereber, y el último grupo era indudablemente el más numeroso. Durante los ocho siglos de dominio Moro en España, muchos otros pueblos aparte de los Árabes y Bereberes, llegaron a vivir en la península Ibérica; miles de Judíos Sefardíes, algunos Eslavos, unos pocos Hunos, y gentes de la mayoría de las nacionalidades que estaban en contacto con el mundo Musulmán. Los Persas fueron traídos desde Irán para hacer el vino Shiraz, que es nuestro actual Cherry; durante el apogeo del califato Omeya en España, Andalucía se tornó en un centro de la civilización mundial y como tales centros, atrajo a muchos pueblos de muchas zonas. La expulsión de los Moros y los Judíos en 1492, despojó a España de las fuerzas que habían traído la civilización, pero le dio a los Españoles el ímpetu para conquistar el Nuevo Mundo. El cambio de población, desde el norte completamente Cristiano, hacia el antiguo territorio Moro, combinado con el drenaje de hombres hacia el Nuevo Mundo, debió haber causado algenos cambios en la distribución racial de la península, especialmente en combinación con la partida de miles de Musulmanes y Judíos. Muchos de estos, sin embargo, prefirieron el bautizo a la expulsión, y la contribución de los Norafricanos y de los Asiáticos, al cuerpo racial Ibérico, en tiempos históricos así como prehistóricos, debió haber sido considerable.

A pesar de la compleja historia política de España, la población viviente es básicamente y casi completamente Mediterránea. Como hemos visto en el capítulo VIII, los promedios de estatura regional varían de 1.60 a 1.68 metros; más de una rama Mediterránea está obviamente involucrada107. La forma craneal es casi en todas partes, mesocéfala108; ni siquiera en Andalucía prevalece el grado de dolicocefalia Mora o Árabe. Los índices provinciales promedio tan altos como 80 aparecen en las regiones costeras del noroeste, en Lugo y Oviedo; Galicia y Asturias, la zona minera, son aún habitados por pueblos, que algunos de ellos conservan la forma craneal de los exploradores de la Edad del Bronce109.

El índice cefálico se eleva en España a medida que las estatura se incrementa110, que indicaría que el elemento Dinárico está hasta cierto grado, relacionada con la elevada talla costera, como el antiguo Atlanto-Mediterráneo. En el norte de España, en las provincias que los Moros nunca ocuparon, la rubicundez es más común que en el sur, donde gran parte de la población es de piel y ojos oscuros como la mayoría de los Bereberes no-pelirrojos111. La rufosidad es rara en España, excepto en Asturias112 y Galicia. Durante la guerra del Riff era un dicho común entre los soldados Riffeños decir, "los Españoles comúnes no son nada, pero cuidado con los pequeños hombre pelirrojos, los Gallegos. Son demonios, y no conocen el temor".

Cualquier observador cuidadoso, conocedor del Español, reconocerá cierto número de tipos raciales distintos; el Andaluz de piel dorada, con su estatura mediana, cuerpo ligero, temporales planos, y nariz y mentón finamente modelado; el tipo Capadocio de nariz ganchuda está muy bien ejemplificado por el gral, Francisco Franco; el grande, y a veces epidérmico, acercamiento al Dinárico moreno; la más bien baja y delicada variedad local del Nórdico, con la exagerada estrechez facial y nasal, piel pálida y rubicundez más dorada que cenicienta; el rudo tipo Mediterráneo encontrado entre el campesinado en la mayoría de España, de baja estatura, relativamente macizo, con una forma craneal mesocéfala, un rostro corto y ancho, y nariz a menudo cóncava. Este último tipo puede, en mayor grado, datar del Mesolítico, con adiciones más antiguas; es el más primitivo, más sumergido elemento en la población Española. Los Alpinos pueden ser encontrados, por aquí y por allá, entre los Españoles, pero son escasos; es su virtual ausencia la que hace a España un país Mediterráneo más que Centroeuopeo, en el sentido racial así como geográfico.

Dos caracteres raciales ampliamente observados sirven para diferenciar a los Españoles de la mayoría de los habitantes de Arabia y Noráfrica: color de pelo y perfil nasal. En España, en su totalidad, un 29 % de la población masculina tiene el cabello negro, un 68 % castaño oscuro, mientras de trazos de rubicundez son visibles en un 17 %113. En la mayoría de Noráfrica y Arabia, el cabello negro es más común que el castaño oscuro. Los perfiles nasales de unos 120.000 españoles son convexos en el 15 % de los casos, rectos en el 72 %, y cóncavo en un 13 %. En Arabia y Noráfrica, al este de Marruecos, la forma de perfil más común es usualmente convexa, siendo la cóncava muy rara. El predominio de estos dos caracteres, cabellos castaño oscuro y perfil nasal recto, indica que el grueso de la población Española es derivado de las más antiguas invasiones Mediterráneas de épocas Mesolíticas y Neolíticas. Los Españoles son más similares a los marginales y completamente sedentarios grupos morenos Bereberes del norte de Africa, que los más recientemente asentados nómades, o los Árabes.

El color de ojo en la totalidad del grupo Español se ordena así: 18 % azul114; 68 % café; 14 % negro. Los ojos oscuros mezclados deben indudablemente caer, en muchos casos, en la clase café; aunque es dudoso que en la mayoría de las partes de España meridional. En Cataluña y Portugal, se encuentra más del 23 % de incipientes ojos claros115. En España, como un todo, el 46 % de piel definitivamente oscura, en la propia categoría blanca-morena y clara-mate, nuevamente hace sobresalir a la población de esta península del resto de Europa. La variación regional en esto es grande; las pieles más oscuras están en el sur, en el territorio de ocupación Mora.

Numerosas y relativamente completas series antropométricas nos entregan promedios de comparación entre Españoles y otros pueblos. Una serie de 79 españoles medidos en Madrid116 han dado mediciones craneales comparables con las de los Árabes Yemeníes, Judíos Orientales y Kabiles. La longitud (191 mm.) y ancho (150 mm.) de bóveda nos dan un índice cefálico de 78; la altura auricular es de 126 mm. Facialmente, el carácter Mediterráneo de este grupo es pronunciado; una altura nasión-mentón de 120 mm., y una altura superior facial de 73 mm., muestran la típica exageración Mediterránea de la longitud facial superior, combinada con la usual cortedad de la mandíbula. El mínimo frontal (105 mm.), diámetros bizigomáticos (133 mm.) y bigoniales (102 mm.), son probable y convincentemente Mediterráneos. La nariz es alta (56 mm.), angosta (33 mm.) y muy leptorrina - más así que la mayoría de los grupos Españoles. Esta muestra podría ser usada como un estándar mundial de la raza central Mediterránea, a pesar que indudablemente consiste de una amalgama de numerosas ramas Mediterráneas117.

Otra serie útil es una de 420 hombres adultos de Andalucía, representando la población más morena en España, y la que supuestamente contiene la sangre más Árabe y Bereber118. Estos Andaluces tienen un promedio de estatura de 1.665 mts., aproximadamente el mismo que el de los más bajos Bereberes Marroquíes, los Kabiles y los modernos Egipcios. Su promedio altura sentada relativa de 50,6 cms. los relaciona con los Norafricanos y Mediterráneos Asiáticos, más que con la mayoría de los Europeos. El resto de sus proporciones corporales siguen la misma relación. Craneal y facialmente, difieren poco de las series de Madrid, excepto en la posesión de un diámetro bigonial más ancho (104.5 mm.) que puede ser probablemente una herencia Norafricana119.

El color de piel de los Andaluces es café claro, correspondiente al Nº 15 al 18 en la carta de Von Luschan, en un 80 % de los casos, mientras que solo un hombre de seis tiene una piel blanca rosada del tipo más frecuente entre los pelirrojos. 60 % tienen el cabello castaño oscuro, 30 % cabellos negros. El restante 10 % muestran alguna evidencia de rubicundez o rufosidad. Solo un hombre de 420 era verdaderamente rubio. El pelo es liso en la mitad de las series, ondulado en una tercera parte, y crespo en un sexto. Seis hombres del grupo entero tienen cabello lanudo, negroide; una menor absorción de la sangre negra, que data de las épocas moras, es evidente. Como un todo, sin embargo, los Andaluces están libres de rasgos negroides. Y como entre la mayoría de los Mediterráneos, barba y vello corporal no son abundantes.

60 % de los Andaluces tienen ojos café puro, del cual la mayoría son café oscuro, a pesar que aparecen los iris café claro o café mezclado. Los ojos mixtos componen un 30 % de las series, con un predominio de tonos café-verdosos, mientras que un 10 % de la muestra total posee ojos azules-grisáceos, más hacia el gris que hacia el azul. Un rango del 40 % de ojos claros o incipientemente claros, es más alto de los que uno espera encontrar entre Mediterráneos racialmente puros, e indica la infusión de sangre Nórdica, de ambas fuentes, Noreuropeas y Bereberes. Probablemente, si en el resto de España fuera estudiado el color de ojos de la misma forma, rangos mayores de ojos claros aparecerían por todos lados, debido a que la mayoría de los ojos café-verdosos en esta muestra, son predominantemente oscuros.

Los pliegues oculares entre los Andaluces son prácticamente inexistentes. La apertura de los párpados son usualmente de altura moderada, y de dirección horizontal. Una pequeña minoría ostenta ojos oblicuos, reminiscentes del ideal de belleza Egipcia. Las cejas son moderadamente gruesas, y la unión de las cejas ocurren en un 70 % de las series; debido a que la unión de las cejas son escasas entre los actuales Mediterráneos del norte de Africa, esto sugiere antiguas influencias desde el Mediterráneo oriental, así como, posteriores de Arabia. Los arcos superciliares son característicamente pequeños a medianos; las frentes son solo moderadas en altura y anchura, y la inclinación frontal es, como regla, ligera; es inexistente o vertical en apenas un 14 % del grupo total. En su totalidad, la forma frontal de estos Andaluces es típicamente Mediterránea y a menudo infantil.

La depresión del nasión es de pequeña a mediana; la raíz nasal es usualmente, bastante alta y de ancho moderado; el puente nasal es de altura y anchura moderada, y el perfil nasal generalmente recto. Como en las series totales Españolas, el 18 % muestra perfiles convexos, mientras que la concavidad se limita a un 15 %. La punta de la nariz es absolutamente pequeña a mediana, y normalmente horizontal o ligeramente deprimida. Las aletas nasales son usualmente comprimidas o medianas. De estos datos, derivamos un retrato de una nariz de raíz elevada, con altura de puente moderada y perfil recto, una punta fina y aletas comprimidas.

Los labios son de grosor membranoso e integumental mediano; los labios realmente gruesos son raros, y la juntura de los labios es difícil de observar. El prognatismo alveolar es prácticamente inexistente. El mentón es de prominencia ligera a mediana. Los malares son de moderada prominencia hacia adelante, y generalmente están comprimidos lateralmente, mientras que los ángulos goniales muestran usualmente poca o ninguna visibilidad. En la morfología externa de la bóveda, la región temporal es frecuentemente aplanada, dándole al cráneo una apariencia no llena. La protrusión occipital es generalmente moderada, mientras que un 2 % se encuentra con ninguna protrusión, indicando una forma occipucial Armenoide o Dinárica. El aplanamiento lambdoide aparece en un 12 % de las series; esta baja incidencia sugiere que poco, o nada, del elemento Afalou de Noráfrica, está presente en Andalucía.

El carácter racial de los Moros más ricos y urbanos de Andalucía, antes de la época de su expulsión, puede ser sugerido por un estudio de los casi completamente puros descendientes de estos emigrados en Marruecos. En la ciudad de Sheshawen, las viejas familias aristocráticas descienden de los antiguos aristócratas de Granada, y han vivido endogámicamente desde 1492. Un poco de sangre pelirroja se ha infiltrado, pero aparte de eso, las familias de Sheshawen permanecen como una isla de Moros Andaluces en suelo Marroquí.

Una pequeña y homogénea muestra120 de estos pueblos muestran una relación mucho más estrecha con España que con Marruecos. Son de cráneos un poco más grandes (194.5 mm.), un poco más dolicocéfalos (76.5) y de rostros más alargados (123 mm.) que los Andaluces Cristianos; el diámetro bigonial de 103 mm., a pesar de ser ancho para España, como un todo, es de talla Andaluza. Los Moros de Sheshawen tienen predominantemente el cabello castaño oscuro y ojos café oscuro, con color de piel blanco-moreno. En morfología facial, son completamente Andaluces. La implicación es que los Moros en España, tomaron más de la población peninsular, en el sentido racial, que lo que dieron. Nuestra temprana conclusión que los Andaluces son Mediterráneos de derivación mayoritariamente Neolítica, se ve respaldada por esta inesperada evidencia.

Portugal is, on the whole, fully as Mediterranean in race as is Spain and, perhaps, in some respects, it is more so.121 The chief differences between the two countries are: (1) that the Portuguese are almost urn-iormly brunet in pigmentation and (2) that there are no regions in Portugal in which brachycephaly is as important as in the Asturias and Galicia. In fact, Portugal contains some of the lowest cephalic index means on the continent of Europe.

Portugal es, en su totalidad, tan completamente Mediterránea en raza como lo es España, y a lo mejor, en algún aspecto, más pura. Las principales diferencias entre los dos países son: (1) que los Portugueses son casi uniformemente morenos en pigmentación, y (2) que no hay regiones en Portugal en que la braquicefalia sean tan importante como en Asturias o Galicia. Efectivamente, Portugal contiene algunos de los índices cefálicos más bajos en el continente de Europa.

Históricamente, Portugal se ha dividido por largo tiempo en dos partes, una septentrional y una meridional, con el río Tagus formando la frontera entre los dos. En tiempo pre-Romanos, los Lusitanos vivían en la parte norte del país, mientras que las otras tribus habitaban el sur. Más tarde, las invasiones Célticas afectaron solamente el norte, así como la entrada de los Germánicos. Por otro lado, los Árabes y Bereberes colonizaron la mayor parte del sur. Las relaciones entre los Musulmanes y Cristianos, en Portugal, adolecían del odio manifestado en España, y muchos Portugueses Musulmanes fueron bautizados para la época de la expulsión.

Como en España meridional, el color de piel es ligeramente dividido entre un 45 % café claro y un 45 % blanco-moreno, mientras que las pieles blancas rosáceas se encuentran solo en un 10 % de la población122. Nuevamente, como en España, el color de pelo predominante es el castaño oscuro, que llega al 68 % del total; el cabello rubio y rojo se limita al 2 %. El color de ojos, con un 7 % de azul, 15 5 de mediano, 78 % de oscuro, muestra alguna correlación con la latitud, lo cual no es tan claro en los casosd e color de piel y cabellos. Los ojos azules llegan al 13 % en el norte, y caen a 1 o 2 % en el sur. Los ojos oscuros parecen abarcar inversamente, desde el 71 al 87 %. Portugal contiene no más que el tradicional 25 % de rubicundez incipiente común a tantos grupos de Mediterráneos.

Los promedios de estatura regional en Portugal varían de 1.62 a 1.65 mts., mientras que el promedio para el país completo es de 1.63 mts. Las estaturas más bajas se encuentran en el valle del Tagus; las más altas, al norte y al sur. La curva de estatura para el país entero muestra una ligera irregularidad, con concentraciones de 1.58 a 1.60 mts. y 1.64 mts. La segunda ascendente (pico) es lejos la mayor. La conclusión es que un tipo Mediterráneo bajo ha sido absorbido por uno de estatura moderada. El rango promedio relativo del Portugués es 102, un promedio racial Mediterráneo normal, pero la altura relativa sentada se eleva a un promedio de 53.2, que es alto para los Mediterráneos y más típico de Europeos fuera de la península Ibérica. El índice cefálico promedio para la nación entera es de 76.4, con dos prominentes picos en la curva de distribución, uno en 74 y otro en 77. La variación regional es leve, con promedios provinciales que van desde 75 a 78. Los grupos locales más dolicocéfalos viven en la parte noroccidental del país. Los cráneos de los Portugueses son grandes en relación a su estatura, con un promedio de longitud craneal de 194 mm. y un ancho de 147 mm.

En una gran serie de cráneos Portugueses modernos123, mientras que todos son típicamente Mediterráneos en morfología, una clara diferencia puede ser vista entre numerosos tipos distintos. En primer lugar, la longitud craneal tiene dos modos definitivos en 179 mm. y en 186 mm., mientras que el ancho craneal tiene modos de 132 mm. y 141 mm. El índice cefálico tiene modos de 70, 73 y 75. Por esta evidencia, y por la estatura, llegamos a la conclusión que dos o más ramas Mediterráneas diferentes está envueltas en la población Portuguesa. Esta conclusión es reforzada por el hecho que el índice orbital de los cráneos Portugueses es bimodal, con modos de 85 y 88. Hay entre esta población, elementos de órbitas bajas y de órbitas moderadamente altas124.

Retornando a los especímenes vivientes, encontramos que el índice superior facial, el promedio del cual es 54.3 para la nación entera, muestra diferencias regionales, siendo consistentemente más elevado en el norte, y más bajo en el sur. Dos picos a 49 y 54 son claramente diferenciados, y el primero es más grande. En la mayoría de Portugal, la tendencia leptena se asocia con la dolicocefalia relativamente alta, pero en las regiones costeras del norte, en Entre Douro y Minho, un rostro lepteno se asocia con la braquicefalia y la elevada estatura, indicando que en esta región hay evidencia de un elemento Dinárico sumergido que podría, presumiblemente, ser atribuido a las invasiones de inicios de la Edad de los Metales.

Estudios detallados de pequeñas poblaciones regionales ha sido hechos en varias partes de Portugal. Una comunidad particularmente interesante es la de São Paulo Magodouro, en una montañosa sección de olivares de Bragança, en la provincia de Tras os Montes125. Este pueblo es uno de los más dolicocéfalos grupos en Portugal, y pueden servir como una ilustración de un tipo final en la población de Portugal. La estatura es baja a moderada, con un promedio de 1.63 mts, la altura sentada relativa es 51.9; el ancho relativo de 102.5. La longitud craneal promedio es de 193 mm., la anchura craneal es de 141 mm., el promedio de altura auricular es 122 mm. Por lo tanto, el índice cefálico de 73.3 sería bajo incluso para Noráfrica; la longitud absoluta es de tamaño Mediterráneo normal, mientras que la bóveda es baja. El rostro es corto, 119 mm., y angosto, 133 mm., mientras que el bigonial tiene el ancho relativamente grande de 105 mm. Las dimensiones nasales, 55 mm. por 35 mm. son típicamente Mediterráneas, y la longitud es particularmente grande en relación a las dimensiones faciales verticales. El índice nasal de 67 es moderadamente leptorrino. En casi todos los casos, el perfil nasal es recto. La piel es oscura, el pelo es castaño oscuro, y los ojos son de un tono café mediano. Esta población conforma, en muchos aspectos, el tipo Ibero-insular de Deniker, y puede ser tomado como un relativamente puro ejemplar de la rama de baja estatura y más dolicocéfala entre los Portugueses. Unos pocos individuos en este grupo muestran influencias Nórdicas, que se manifiestan en estatura más elevada y color de ojos claro o mezclado.

Otras series locales, que representan más las regiones costeras del norte de Portugal, que del interior, son relativamente Mediterráneas, y son comparables métricamente a los grupos Españoles. Algunas de las villas de pescadores a lo largo de las costas, sin embargo, contienen poblaciones localmente diferenciadas, como las villas de pescadores en cualquier lado; una, Povoa de Varzin en la provincia de Minho126, se distingue por un grado de rubicundez levemente mayor al usual, rostros anchos, y mandíbulas anchas (bizigomático de 133 mm., bigonial de 108 mm.). De dónde deriva esta rama de anchos rostros, no se sabe. Es curioso que el Portugués, como el Andaluz, son de mandíbulas más anchas que la mayoría de los Mediterráneos, y comparables en este aspecto a algunos Bereberes.

La aparente homogeneidad de los Portugueses, en un sentido racial, disfraza la presencia de numerosas ramas de los Mediterráneos morenos, como los antropólogos portugueses lo saben muy bien. Uno puede distinguir al espigado Atlanto-Mediterráneo, particularmente en las provincias meridionales, así como al pequeño y extremadamente dolicocéfalo tipo encontrado en São Pedro Magodouro. La más ruda rama mesocéfala, que data de Muge, también puede ser identificada.

Los elementos no-Mediterráneos en la población Portuguesa son raros y de poca importancia. Unos pocos Nórdicos están dispersos en varios lados, pero están particularmente concentrados en el norte. Trazos de sangre Dinárica, como hemos visto, puede posiblemente ser encontrada en la costa norte. La sangre Negroide, introducida en Portugal a través de los esclavos libertos, ha sido mayoritariamente absorbida. Los negros liberados se asentaron masivamente en las ciudades, donde los negros de las colonias portuguesas aún son visto en algunos números. La liberalidad de la actitud social Portuguesa hacia las personas de raza distinta, ha prevenido la retención, como en Arabia o los EE.UU., de una clase negroides estigmatizada. En su totalidad, la absorción de los negros por los Portugueses no ha tenido un efecto apreciable en la posición racial del país. Portugal permanece, como ha sido desde los días de los mariscadores de Muge, un clásico territorio Mediterráneo.

Notas:

107 Oloriz y Aguilera, F., La Talla Humana en España.
108 Oloriz y Aguilera, F., BRSG, vol. 36, 1894, pp. 389-422. Barras de Aragon, F. de las, MSAE, vol. 2, 1923, pp. 1-68.
109 Barras de Aragon, F. de las, MSAE, vol. 4, 1925, pp. 83-100.
110 MacAuliffe, L., and Marie, A., CRAS, Paris, vol. 171, 1920, pp. 1077-1079.
111 Hoyos Sainz, L., and Aranzadi, T. de, AFA, vol. 22, 1893-94, pp. 425-433.
112 Uria y Riu,J., MSAE, vol. 3, 1924, pp. 139-144.
113 Sanchez Fernandez, L., El Hombre Español. Résumé in MAGW, vol. 44, 1914, p. 330. Este trabajo cubre unas series de 119,571 varones Españoles de 20 años.
114 Idéntico al porcentaje total de ojos claros encontrados en Hoyos Sainz y Aranzadi. En el norte de España, este porcentaje va desde el 21 % en Castilla a 35 % en Navarra y el país Vasco.
115 Una figura aparentemente exacta para Portugal es de un 28 %. Tamagnini, E., CEAP, vol. 1, Fact 3, 1936.
116 Barras de Aragon, F. de las, publicado en Williams, G. D., Maya Spanish Crosses in Yucatan.
117 Otras buenas series regionales, que son muy similares, son las de Cáceres. Aranzadi, T. de, ASE, ser. 2, vol. 3, 1891.
118 Tesis no publicada del Dr. Frederick S. Hulse, "La antropología física comparativa de Andaluces y Cubanos" 1934, Cambridge.
119 Otras diferencias parecen ser de naturaleza técnica.
120 Coon, C. S., Tribus del Rif.
121 Algunos de los principales trabajos sobre antropología física de Portugal son: Barros e Cunha, J. G. de, CEAP, vol. 2, Fact 6, 1931. Cardosa, F., Portugalia, vol. 1, 1899-1903, pp. 23-56; vol. 2, 1905-08, pp. 179- 186, 517-539. Dos Santos, J. R. Jr., TSPA, vol. 2, Facs. 2, 1924, pp. 84-1 86. Mendes Correa, A., AAPP, vol. 10, 1915; ALJPA, vol. 2,1919, pp. 117-145. Tamagnini, E., CEAP, vol. 1, Fact 3,1936; vol. 2, Facs. 7, 1932; vol. 2, Fact 10, 1933. Themido, A. A., CEAP, vol. 2, Fact 5, 1931; vol. 2, Fact 9, 1933. Sant'Anna Marques, S. de, Portugalia, vol. 1, 1899-1903, pp. 427-428.
122 Tamagnini, E., CEAP, vol. 1, Faa. 3, 1936.
123 Barros e Cunha, J. 0. de, CEAP, vol. 2, Fact 6, 1931.
124 Themido, A. A., CEAP, vol. 2, Faa. 5, 1931.
125 Dos Santos, TSPA, 1924.
126 Cardosa, F., Portugalia, vol. 2, 1905-08, pp. 517-539.