Materiales y técnicas
(Capítulo VIII, sección 1)

Materiales y técnicas

A estas alturas hemos completado la visión en que, con la ayuda de las disciplinas combinadas de la osteología, arqueología, historia y la ciencia lingüística, hemos intentado trazar el desarrollo de entidades raciales en el territorio ocupado por la raza blanca, desde los más remotos tiempos hasta el Medioevo, el umbral del período moderno. Ahora nos enfrentamos con el problema de trabajar con un cuerpo distinto de material, aquel proporcionado por la antropometría de los pueblos vivientes. Debemos por lo tanto, intentar encajar este material dentro del marco ofrecido por nosotros para el estudio de los muertos, de ese modo, de la combinación de los dos, resultará en una completa y ordenada reconstrucción.

Mientras tratamos con los datos recopilados de la medición y observación de los huesos, la principal dificultad que enfrentamos es la falta de adecuadas muestras en la mayoría de los períodos, regiones y unidades culturales bajo consideración. Por otro lado, mientras la exactitud métrica no era, de ningún modo, presumible, las mediciones sobre los cráneos desecados y los huesos largos eran en su mayor parte comparables, y la dificultad técnica estaba subordinada a la escasez de documentos. Al tratar con el material viviente, sin embargo, tenemos muestras vastamente inmensas. En algunos países, como en Noruega, Suecia y Polonia, estas componen el entero grupo en edad militar de la nación, y así dejan de ser muestras en el estricto sentido, y asumen el carácter de poblaciones completas. En relativamente pocas regiones, es necesario usar muestras de menos de 100 individuos.

Nuestra autoridad se ha, por lo tanto, incrementado inmensamente. Podríamos hablar con cierta confianza de la composición física superficial de la mayoría de las naciones europeas. Pero al mismo tiempo, lo que hemos ganado en volumen, en cierto grado lo hemos perdido en exactitud, debido a que el actual estado de la antropometría es en parte, uno de confusión y desconfianza respecto a los métodos técnicos. A pesar de varios intentos en el pasado y en el presente por establecer un cuerpo de técnicas estándar1, distintas escuelas han surgido en diferentes países. Qué discrepancias podrían existir entre el trabajo de los miembros de cada escuela, puede normalmente ser determinado y encontrado; pero esta no es la raíz del problema. La principal dificultad es que muchas de las mediciones no han sido hechas por antropometristas profesionales, sino por amateurs, mientras que algunos con estátus profesional, no han sido apropiadamente entrenados. Por lo tanto, no podemos estar seguros que tales hombres pertenezcan a tal escuela, no que sigan algún estándar a parte del propio. La exactitud de los documentos existentes sobre los vivos, está lejos de aquellos datos esqueléticos, y no es siempre posible saber qué técnicas han sido utilizadas. Esta falta de consistencia es a menudo un obstáculo para comparaciones matemáticas, pero no el suficiente obstáculo para inutilizar completamente muchas series. Aún tenemos una mejor herramienta para el estudio de las razas entre los vivos, que las que teníamos en los documentos sobre los muertos.

Revisemos las mediciones más importantes en las que las dificultades técnicas más comunes aparecen. La estatura, desafortunadamente, encabeza la lista. Uno supondría que la altura máxima del cuerpo, cuando está de pie, sería una dimensión constante y una fácil de medir, pero ni Una de esas presunciones es correcta. Algunos investigadores permiten al sujeto ser medido con sus zapatos, y luego intentan hacer una resta estándar de los tacos. Esto apenas, o nunca, es satisfactorio. Por otro lado, los negros descalzos con plantas callosas, se elevan bastantes milímetros debido a sus callosidades, cuando son comparados con los hombres blancos, de delgadas plantas, de pie y descalzos. Las diferencias en posturas, y en grado de encogimiento consciente, pueden modificar las dimensiones en centímetros.

Incluso más, se ha establecido2 que el cuerpo humano, excepto durante la vejez, se encoge tanto como 2.5 centímetros, durante un día pasado de pie o sentado, la cantidad dependiendo en parte, en el grado y naturaleza de la actividad diaria. Por lo tanto, hace una diferencia, qué lapso del día el investigador habitualmente escoge para su trabajo. Al mismo tiempo, el estado de nutrición y salud, hace alguna diferencia, y uno debe estar atento con las series hechas enteramente en los hospitales.

Por las razones arriba descritas, y sin dudas por otras también, no debemos, al estudiar la estatura como un criterio estadístico de valor racial - incluso si nuestras muestras son equivalentes en edad - esperar encontrar exactitud milimétrica. De ese modo, los dispositivos estadísticos comunes usados para confirmar la validez de las series, sobre la base del procesado de muestras, son demasiado finamente ajustados, en vista de lo rudimentaria de la medición en sí, y en vista de la gran variabilidad causada por factores aparte de las muestras o atributos raciales. Lo que se aplica a estatura, se aplica en variado grado a las mediciones de sus segmentos y otras dimensiones corporales; el ancho de hombros y caderas, y el diámetro del tórax, dependen en algún grado de las cantidades altamente variables de tejido, músculo y grasa presente en los puntos a medir.

En las dimensiones de cabeza y rostro, las mayores dificultades encontradas en estatura y mediciones corporales, cesan de existir, en su totalidad, una mayor exactitud es no solo posible, sino que es lograda. Hay solo dos importantes materias en las cuales serias inexactitudes aparecen con cierta frecuencia; estas son las medidas de la altura cráneo-auricular y la localización del nasión.

La primera de estas, la medición de la altura de la bóveda craneal, es sin dudas, la menos satisfactoria de todas las técnicas antropométricas comunes. A pesar que la técnica Nº 15 de Martin3, es considerada estándar, no todos la usan, y pocos lo hacen del mismo modo. Algunos investigadores utilizan unos craneómetros metálicos especiales que miden la altura bovedal desde el medio del agujero auricular, otros miden desde arriba del agujero auricular; y otros, como Martin, desde el tragion. Hay también una disputa sobre si la altura tomada debiera ser hasta el vertex, como sostiene Martin, o hasta un punto exactamente arriba del agujero auricular, cuando la cabeza está sostenida en una aproximación al plano aurículo-ocular.

Como resultado de las dificultades técnicas en medir la altura craneal de los vivos, diferencias desde 10 hasta 15 milímetros existen entre los resultados de diferentes investigadores trabajando en poblaciones idénticas, y reportes que incorporan esas discrepancias son publicados sin comentarios. Desde que la diferencia entre las técnicas es tan grande como la diferencia entre los extremadamente dispares grupos raciales de la humanidad, la altura craneal en los vivos es un criterio inútil cuando se emplea sin prejuicios. A menos que el investigador sepa de estas peculiaridades técnicas y ecuaciones personales de cada investigador cuyo trabajo él utiliza, debiera obviar ese material. En el actual trabajo, esta regla inmediatamente excluye de consideraciones, la mayoría de los datos publicados sobre altura craneal.

La segunda mayor dificultad, la localización del nasión entre los vivos, aunque no es tan inexacta, es incluso más seria, basado en que tres importantes diámetros verticales del rostro, altura morfológica facial, altura morfológica facial superior, y altura nasal, están teóricamente limitadas, en su borde superior, por esta zona; y el nasión es un punto extremadamente difícil de determinar. Ashley-Montague, sin embargo, ha diseñado recientemente un método que promete vencer esta dificultad en la mayoría de los casos4. En los hombres blancos adultos, afortunadamente, hay una usualmente suficiente aspereza de relieve facial que hace esta diæicultad menos seria que con los mongoloides o los negroides. Aunque diferencias técnicas desde 5 a 10 milímetros ocasionan que los trabajos de diferentes investigadores sean incomparables, uno debe nuevamente estar seguro de la ecuación individual de cada investigador, o de la escuela en la cual fue entrenado. Desde que los índices faciales y nasales dependen de diámetros verticales así como laterales, y por lo tanto del nasión, estos importantes criterios raciales deben ser tomados con gran reserva, porque la constancia de los diámetros materiales sirve solo para exagerar, en lo índices, las diferencias entre las dimensiones verticales.

Esas son las más serias dificultades métricas. En las mediciones de los vivos vemos una más valiosa pero menos exacta contraparte del criterio ya familiar al craneólogo. Sin embargo, hay otro inmenso conjunto de datos, único en el material viviente; las observaciones de las partes blandas, incluyendo características tales como la forma y textura del cabello; el color de piel, cabellos y ojos; la forma de los varios segmentos que componen la nariz, los labios y el exterior de los ojos. Estos son importantes caracteres raciales de diagnóstico y merecen un cuidadoso estudio, así como las mediciones e índices. Pero desafortunadamente, las comparaciones exactas entre el trabajo de diferentes investigadores, es incluso menos posible aquí que con los datos métricos, a partir del hecho que la observación es una materia de juicio, y el juicio de dos hombres no es el mismo.

El uso de escalas de pigmento estándar, al determinar el color de cabello, piel y ojos, ha ayudado enormemente, pero no ha enteramente eliminado las dificultades en el campo de la pigmentación. No hay una realmente adecuada escala en el color de ojos, en el mercado, a pesar que las series de Martin, de 16 ojos de cristal son lejos, mejor que nada. La escala cromática para la piel de Von Luschan, no siempre se aproxima a las graduaciones humanas, y esto es especialmente efectivo con los blancos. La escala cromática de cabellos de Fischer, hecha de verdadero cabello humano, es excelente en muchos aspectos, pero aún no es su uso comÚn; la antigua escala de Fischer, hecha de pelo sintético, aclarado y teñido, también es buena.

Sin embargo, desafortunadamente la mayoría de los datos basados en la observación, ha sido compilado sin referencias a las escalas, y publicado sin definiciones exactas, y es imposible decir en mucho casos, qué color o qué grado de rubicundez o pigmentación está implicado por un término dado. Entonces, también el medioambiente y la edad crean grandes diferencias en la pigmentación; el grado de bronceado o de suciedad respecto al color de la piel, apenas se indica; los ojos a menudo se aclaran con la edad, y el depósito de grasa en la córnea, llamado arcus senills, que da un tono azul-grisáceo a la zona periférica del iris, a menudo se confunde con ojos claros. El color del pelo es notoriamente transitorio, cambiando, en todos, salvo los morenos puros y los rubios extremos, continuamente desde el nacimiento, hasta el encanecimiento, la calvicie o la muerte.

La mayoría de las observaciones, a parte de aquellas que se refieren a la pigmentación y la morfología del sistema piloso, se dividen en las siguientes categorías: ausencia, sub-mediano, mediano, pronunciado. Estas son frecuentemente expresadas por los símbolos "abs", "sm", "+", "++". A menudo "ssm" y "+++" son añadidos para mayor refinamiento. En general, el estándar para la "+" o categoría mediana, es una rápida estimación y promedio ideal, de una condición intermedia blanca o europea masculina. Por lo tanto, en grosor de la punta de la nariz, casi todos los negros serían "++" o "+++"; en desarrollo de la barba, casi todos los Esquimales serían "abs", "ssm" o "sm". Hay una tendencia, en el observador, a hacer de la condición promedio de la gente que él está estudiando "+" o mediano, o a estar inconscientemente influenciado por su propia forma facial.

Varios intentos han sido hecho para estandarizar estas observaciones cuantitativas, y el más prometedor es a lo mejor, el de la escuela de Moscú, donde una serie de máscaras de cera han sido hechas para enseñar las etapas estándar de "sm", "+" y "++", en cada uno de los criterios más comúnmente estudiados. Incluso, cualesquiera que sean los estándares usados, la localización de la frontera entre las categorías, debe ser siempre un asunto de juicio individual.

Nuestra primera dificultad con el estudio de las razas, a partir de los datos existentes sobre poblaciones vivientes, sean estos datos métricos o de observación, es por eso uno técnicamente inexacto e inconsistente. El recopilador cuidadoso puede normalmente descubrir cuáles son las idiosincrasias técnicas de un investigador dado, y si él está familiarizado con el material en su conjunto, él puede usualmente ver como improbables, las divergencias de la técnica estándar. La comparación de las diferentes muestras seleccionadas de la misma población por diferentes investigadores, a menudo posibilita un ajuste estándar.

Las inconsistencias técnicas y las inexactitudes hacen del estudio de las razas, sobre los seres vivos, algo menor a una ciencia exacta, pero permanece como algo más que un pasatiempo. La manipulación de los datos métricos requieren experiencia y juicio, y el uso no-crítico de materiales existentes, sobre una base puramente estadística, no importa cuán erudita en el sentido matemático, no pasa de ser un ejercicio inútil. Aquellos que emplean la experiencia y el juicio, y que hacen una discreta utilización de los métodos estadísticos más simples, pueden aprender mucho de la manipulación del inmenso cuerpo de datos antropométricos.

Notas:

1 Cf. The Geneva agreement of 1912; los estándares establecidos por R. Martin en su Lehrbuch der Anthropologie; el actual y digno de alabanza intento de la Sra. Miriam Tildesley de recopilación.
2 Backman, G., FUL, N. F. vol. 29, 1923-24, pp. 255-282.
3 Martin, R., Lehrbuch der Anthropologie, vol. 1, pp. 185-186.
4 Ashley-Montagu, M. F., AJPA, vol. 20, 1935, pp. 81-93; vol. 22, 1937, #3, Suppl. p.6.