Los Urálico y Altáico-parlantes, y los orígenes raciales del Viejo Mundo
(capítulo VII, sección 3)

Los Urálico y Altáico-parlantes, y los orígenes raciales del Viejo Mundo

Antes de complacernos en la especulación que el actual estudio de la antigüedad de los pueblos Urálico y Altáico-parlantes inspira, una revisión abreviada de nuestro actual conocimiento será necesaria. El Urálico es una rama o sub-rama lingüística que incluye el Finés y el Ugrio, así como el Samoyedo; el Altáico incluye el Mongol, el Turco, el Tungús, y posiblemente el Coreano.

Los Fineses y los Ugrios eran un pueblo unido, en el sentido geográfico, hasta la llegada de los Eslavos desde el oeste, y los Hunos y Avaros desde el este, forzado a algunos de ellos a emigrar, y provocando la absorción de los otros. Juzgando por una serie de pequeñas muestras tomadas del corazón de sus moradas en los bosques, eran miembros del sub-grupo Nórdico general, relacionados lo más de cerca posible con la gente de Minussinsk en Siberia, pero mostrando lazos además con los Escitas y los pueblos de conocida afiliación lingüística Indoeuropea. Así, a partir del hecho que los Fineses y los Ugrios no eran Indoeuropeo-parlantes, no hay ninguna razón para suponer que todos los nómadas de Asia central, que pertenecieron a este mismo tipo racial, eran Iraníes. Los Samoyedos, distantes parientes lingüísticos de los Finougrios, no están presentes en ningún remoto material esquelético, y su posición racial en la Antigüedad no puede ser establecida.

De los conocidos Altáico-parlantes, tres ramificaciones, los Tunguses, los Mongoles, y los Coreanos, eran y siguen siendo casi puramente mongoloides. La cuarta ramificación, la de los Turcos, es la única en origen racial que está en duda. Hoy, la mayoría de los turcos son racialmente europeos, pero en los viejos tiempos, los Hunos y los Avaros, que estaban íntimamente relacionados con la expansión Turca, eran tan mongoloides como los otros, con ambos elementos - Tungús y Buriato-Mongol - representados.

Estamos en este punto derechamente enfrentados con el problema del origen de los Fineses y Turcos vivientes, y con el del papel desempeñado por los hablantes de su familia o familias lingüísticas, en la formación de los pueblos Europeos y Asiáticos. Estos problemas no pueden ser completamente solucionados con la evidencia a nuestra disposición. Con todo hay bastante material, histórico, lingüístico, y somatológico, para hacer la especulación legítima.

En el capítulo precedente hemos visto que los lenguajes Indoeuropeos más antiguos se movieron probablemente hacia el oeste, en Europa central, como la lengua de los inmigrantes Danubianos, en fechas tan tempranas como el 3.000 A.C. Estos granjeros Danubianos eran racialmente parientes o descendientes de pueblos de Anatolia y Rusia meridional de un tipo físico especial, una rama de la familia Mediterránea a la cual le hemos dado el nombre "Danubiano". Este tipo era razonablemente homogéneo, pero el número de los cráneos sobre los cuales se basa su identificación es escaso, y es posible que un incremento de menor importancia en formas Mediterráneas dolicocéfalas, de narices estrechas, lo acompañaran, puesto que las dos variaciones se parecen hace tiempo haber estado asociadas en el sur de Rusia.

Ahora, puesto que la lengua Indoeuropea era una mezcla de B, o Caucásico, con A, o Finougrio; y puesto que, como hemos visto, los más antiguos Finougrios conocidos eran Nórdicos, con una tendencia Danubiana muy fuerte, por lo tanto se hace probable que los granjeros Danubianos debieran su tipo racial a una mezcla de dos grupos étnicos, lingüísticamente diversos, que eran físicamente casi iguales, y ambos predominante Danubianos.

Si nosotros estamos en lo correcto al identificar los pueblos de la Cerámica Cordada, con la introducción de la lengua Altáica en Europa, entonces posterior identificación del tipo racial Cordado con (a) los actuales Turcos no-mongoloides y (b) el tipo racial Afgano de la meseta Irano-afgana, hace parecer posible que allí hubo, en remotos tiempos de la producción de alimentos, un ancestral bloque de pueblos viviendo en aquella meseta que hablaban ancestrales lenguajes Altáicos, y quizás remotamente relacionados al Urálico, al Sumerio, o a ambos. Algunos de los pueblos que formaron aquel bloque se emigraron probablemente hacia el norte sobre las llanuras del Asia central. Este cambio de escenario por parte de estos antiguos agricultores pudo haber tenido dos efectos: la introducción de la agricultura en los oasis del Turquestán y Mongolia, y el desarrollo del pastoreo nómade de algunos de los inmigrantes, con la subsecuente aparición de la cultura del caballo.

Este paso en nuestra estructura especulativa conduce lógicamente a la cuestión del origen de los Turcos. Habiendo colocado a los hombres blancos Uraloaltaico-parlantes, de un tipo Mediterráneo especial aún encontrado en Irán y Afganistán, en el Turquestán y Mongolia26, no es difícil suponer que pueblos Mongoloides, cazadores originales, fueron atraídos a las llanuras desde sus bosques y ríos, debido a las ventajas de la nueva economía, y que ellos asimilaron, y adoptándolo, aquellos de los inmigrantes blancos con quienes estuvieron en contacto inmediato.

Mientras tanto, algunos de los moradores Altaico-parlantes de las llanuras, relacionados con los antepasados de los pueblos de la Cerámica Cordada, pudo haberse mezclado con pequeños Mediterráneos tales como los que fueron encontrados en Anau, para producir Nórdicos del tipo encontrado en los kurganes de Minussinsk, aunque es posible que estos Nórdicos no antecedan la llegada de los Iraníes. Una irrupción de invasores Cordados relativamente puros, desde su centro en el este, alrededor del 2.200 A.C., trajeron el elemento lingüístico Altáico notado por Nehring en la lengua Indoeuropea de Europa central, y produjo, al mezclarse estos invasores de la Cerámica Cordada, con elementos raciales Danubianos de Europa, los Nórdicos europeos, que durante la Edad del Bronce tardío y la Edad del Hierro, difundieron la lengua Indoeuropea sobre un amplia área.

A mediados del 2.000 A.C., durante la entera Edad del Bronce, una rama de estos Indoeuropeo-parlantes, los Iraníes, se expandieron hacia el este desde su hogar en Rusia meridional, a través del norte de la zona del mar Negro, al Turquestán, y por lo tanto algunos de ellos fueron hacia el sur, a Afganistán y la India, llevando con ellos su original cultura ganadera y agrícola que habían traído desde su morada anterior, con un mínimo de elementos de la cultura del caballo.

Otros iraníes permanecieron en las llanuras, y adoptaron el nomadismo ecuestre que los Altaico-parlantes ya habían desarrollado. Que se mezclaron con Altaico-parlantes, como la leyenda de los jóvenes Escitas y las Amazonas guerreras sugiere, es probable, debido a su adquisición de una bóveda craneal baja y un rostro ancho, rasgos Nórdicos del este que en este tiempo eran extraños en Europa occidental. La importancia de los nombres Altáicos de los dioses en lo que se conoce del lenguaje de los Escitas respaldaría este argumento. Estos Iraníes difundieron la cultura del caballo hacia el oeste, al Danubio, y hacia el este, a China, y empujaron a aquellos de sus predecesores Altáico-parlantes que no habían podido absorber, hacia el norte y hacia el este, a Siberia y Mongolia.

En Mongolia, alrededor del 400 A.C., la cultura del caballo fue totalmente adoptada por los completamente mongoloides Hiung-Nu, según lo indicado en los documentos históricos Chinos. Las familias reales y los nobles Hunos y Avaros, permanecieron siendo puramente mongoloides, pero los acompañantes en su marcha hacia Europa, consistían en gran medida, en estos hombres blancos Altáico-parlantes que los acompañaban. Los Turcos históricos descienden en gran medida de estos blancos Altáico-parlantes. Algunos, como los Kirguizes y los Tátaros, cuyos antepasados invadieron el este de Rusia en épocas históricas, son en parte mongoloides; otros, incluyendo a los Turcómanos, los Turcos Azeríes, y el elemento verdaderamente Turco entre los Selyúcidas y Osmanlíes, son completamente blancos, puesto que sus antepasados nunca habían estado sujetos a esta mezcla. Un tercer grupo, representado hoy por los Uzbegs y los Sarts del Turquestán ruso, y por los cráneos seudo-Armenoides encontrados en los recientes sepulcros Turcos en Europa, era una mezcla de la vieja mixtura de blancos dolicocéfalos con Alpinos del Asia central - tales como los Tadyiks - y en un grado inferior con mongoloides.

Los Mongoles, Turcos y Tunguses, que viven hoy en la boscosa parte del norte de Asia, en Siberia, son históricamente los invasores más recientes que, en respuesta a su nuevo ambiente, han adoptado parcialmente la cultura de los aborígenes Paleo-asiáticos. Su dispersión puede ser trazada desde las montañas de Altai y Mongolia, como un centro. Su lazo lingüístico mutuo puede ser debido a los variados grados de adopción del lenguaje de los pueblos blancos nómades que trajeron la cultura del caballo a Mongolia, o a una difusión anterior de los blancos, introduciendo la agricultura a Mongolia, de la misma fuente, o a ambas. El complejo cultural de la ordeña del reno, de los Tunguses y Samoyedos, mas la montura de renos de los primeros, son préstamos de la cultura del caballo de Asia central.

Los dos pasos más importantes en la subsiguiente reconstrucción son: (1) la identificación tentativa de los pueblos de la Cerámica Cordada con la lengua Altáica; y (2) la identificación del tipo esquelético de la Cerámica Cordada con (a) un elemento en el complejo racial Nórdico de Europa, (b) los actuales así como los antiguos habitantes de Irán y Afganistán, y (c) los Turcómanos modernos, los Turcos Azeríes, y la verdadera rama Turca entre los modernos Osmanlíes. La relación con los Sumerios en este argumento es provechosa, si es verdadera, pero no necesaria. Algo del parafernalia cultural de la Cerámica Cordada tenía un aspecto Sumerio, pero esto pudo haber sido causado por difusión solamente, más bien que por ascendencia étnica común.

La hipótesis precedente, en referencia al origen de los pueblos de la Cerámica Cordada, de los Turcos, de los modernos Mongoloides Altáico-parlantes, y de los Sumerios, es pura hipótesis y no se le debe dar valor sin la inclusión de una aclaración, que es solamente una especulación. No se intenta que forme parte de una seria contribución al actual estudio a la historia racial blanca. Se incluye, sin embargo, porque a la luz de la evidencia existente, parece más probable que cualquier otra hipótesis, conocida por el autor, que sea de igual alcance y que pretenda explicar los mismos fenómenos.

De cualquier modo, la cuestión de los orígenes del Urálico y el Altáico es parte del problema racial blanco, y está conectada íntimamente con la historia de las lenguas Indoeuropeas y de la raza Nórdica. De los dos elementos en esta reconstrucción estamos razonablemente seguros; que los antepasados de algunos de los Turcos modernos, incluyendo a los Turcómanos, los Azeríes, los Osmanlíes, fueron siempre hombres blancos, y que los pueblos de la Cerámica Cordada estaban racialmente relacionados con los habitantes de la meseta Iraní, en la antigüedad.

Notas:

26 Esto es substanciado por el hecho que algunos de los cráneos Neolíticos del lago Baikal, estudiados por Debetz, son del tipo Mediterráneo, mientras otros se asemejan a los modernos Tunguses. Debetz, G., RAJ , vol. 19, 1930, pp. 7-50; AZM , vol. 2, 1932, pp. 26-48.