(capítulo VII, sección 2)

Los Turcos y los Mongoles

Para discutir los movimientos de la gente asiática en Europa desde la primera incursión de los Hunos hasta las conquistas de los Turcos Osmanlíes en el siglo XVI, será necesario repasar brevemente los acontecimientos en Asia central y oriental que precedieron y precipitaron estas incursiones.

Desde la época en que los ancestros Indo-iranios habían llegado al Turkestán ruso en anticipación a su descenso a las colinas de la India del noroeste, mucho de esta herbosa llanura había sido el hogar de esos Iraníes que se quedaron atrás, mientras sus hermanos ascendían las montañas que les llevarían a la India y la meseta Irano-afgana. Estos Iraníes aparentemente desarrollaron, o adquirieron, un alto grado de adaptación al medioambiente de estepa, y especialmente a través del perfeccionamiento del nomadismo pastoral, con el caballo como principal vehículo de movilización. Se expandieron a través de los pasos hacia el Este, que los llevó a Kashgaria, y allí tomaron contacto con el Imperio Chino. Por otro lado, se expandieron hacia el oeste, hasta Europa, en donde ya los hemos estudiado, bajo la forma de Escitas y Sármatas.

Al noroeste del vasto dominio Iraní, en Mongolia, un número de tribus semi-agrícolas, semi-pastorales, que poseían ovejas, probablemente también ganado, y quizás carros, pero al parecer no el caballo; llamaron en épocas remotas, la atención de los historiadores chinos. Para el 800 A.C. escuchamos hablar de un pueblo llamado Hiung-Nu, quienes gradualmente adquirieron importancia, hasta que llegaron a dominar toda la Mongolia8. En fechas bastante tardías, ubicadas por McGovern entre el 541 y el 300 A.C., los Hiung-Nu obtuvieron presumiblemente caballos, y aprendieron a montarlos. Parecen haber adquirido estos animales de los iraníes o de pueblos Turco-parlantes, junto con el entero complejo del nomadismo a caballo. Los anales chinos sobre los Hiung-Nu que a finales del siglo III A.C. se refieren a ellos como típicos pueblos de la llanura, llamativamente similares en muchos aspectos culturales a los Escitas.

Seis siglos, más o menos, desde el 400 A.C. hasta el 200 D.C., formaron el período de grandeza de los Hiung-Nu en Mongolia, durante el cual hostilizaron constantemente a China, y tomaron posesión del Turkestán chino. Sin embargo, a pesar de su conquista, las lenguas Iraníes, y el misterioso Tocario "B", persistieron en las ciudades hasta el año 800 D.C. e incluso más. A la larga, los Chinos adoptaron medidas para librarse de este fastidio, y tuvieron éxito en derrotar el Hiung-Nu tan completamente, que estos abandonaron su territorio y desaparecieron hacia el oeste.

La última mención de los Hiung-Nu en los anales chinos es de alrededor del 170 D.C. Y exactamente, doscientos años más tarde, los Hunos aparecieron sobre los bancos del Don en Rusia. McGovern ha presentado un convincente argumento para probar que los dos fueron el mismo pueblo; que su paso a través de Asia los llevó a través de un espacio desconocido para los historiadores, entre las esferas de los cronistas chinos y bizantinos. Solamente un resplandor de luz aparece en este interim; en el 290 D.C., Tigranes el grande, de Armenia, empleó a algunas de esas gentes como mercenarios.

La historia de los Hunos en Europa no requiere un elaborado tratamiento. Habiendo derrotado a los Ostrogodos y haciendo a sus hermanos escapar hacia el oeste, los Hunos emigraron a la actual Hungría, donde instalaron su cuartel general. Desde aquí enviaron expediciones a Roma, a Alemania, y a Francia, en donde Attila fue derrotado en la batalla de los campos Catalaúnicos en el 451 D.C. Tras su muerte, dos años más tarde, los Hunos se retiraron hacia Europa Oriental, y muchos de ellos unieron con sus parientes, los Bolgars, que se habían asentado entre las tribus de Ugrios y Fineses, en los tramos medios del Volga y del Kama, en donde, bajo dirección de los Bolgars, un gran estado se erigió, floreciendo entre los siglos VIII y XIV.

En el intertanto, los Hunos de Asia central atacaron Mesopotamia, Persia, Afganistán, y la India. Probablemente, la penetración turca de Siberia central data de inicios del período entre el año 200 y 400 D.C. Este período de dos siglos marca el inicio de la gran expansión de los pueblos Turco-parlantes, porque los Hunos, y sus aliados y parientes, deben haber hablado varias formas de lenguas relacionadas con el Turco, muchos de los cuales están ahora extintos.

Cuando observamos la incursión de los Hunos en Europa, a la luz del contexto total de la historia del Mundo Antiguo, deja de ser una extraña irrupción de bárbaros horribles e invencibles, surgiendo de ningún lado, como pareció a Bizantinos y Romanos. Los Hunos eran un pueblo que había estado expuesto a un alto grado de civilización, como fue la de China; eran educados a pesar de ser analfabetos, y en todos sentidos EL rival para los asustados adversarios con los que se toparon en Europa. Cuando examinamos los detalles de estas invasiones, vemos que no era una simple incursión, sino una serie de ellas, en la cual una asombrosa confusión de nombres está implicada. Los principales de los recién llegados, después de los Hunos, eran los Avaros, quienes llegaron en el siglo VI. Los Hunos consideraban a estos sus hermanos e iguales, y más adelante se amalgamaron con ellos, después de que los Avaros, en el siglo VIII, hubieran sido vencidos por Carlomagno y se hubieran replegado, algunos a Hungría y otros a la región del Don.

Desde la caída de los Hunos hasta el ascenso de los Mongoles, unos mil años más adelante, la historia de Asia central es simplemente una repetición del mismo tema; una secundaria y obscura tribu se volvería importante, ganando el liderazgo sobre las otras, y encabezando nuevas invasiones de creciente complejidad. La historia de Rusia meridional se volvió extremadamente complicada, porque las estepas de la región del Don sirvieron como punto final para todos, salvo el más serio, de todos estos movimientos.

Después de los Avaros, vinieron los Turcos, llamados Tü-Küe, los herreros hereditarios, que habían sido un antiguo clan de los Hiung-Nu. Derrotaron a los Avaros en el 546 D.C., y se asentaron cerca del mar Caspio; desde aquí condujeron sus incursiones y se expandieron, dando su nombre al conjunto de la sub-familia lingüística del Altaico, que todos - Hunos incluidos - parecen haber hablado. Es probable que su lengua reemplazara muchas de las más viejas formas aliadas.

Tras el nombre de Pechenegos y de Kumanos, en los siglos X y XI, nuevas oleadas de Turcos se movieron a través de las estepas de Rusia meridional, hasta tan lejos como el Danubio. Como Selyúcidas, los Turcos se hicieron cargo de Asia menor y lucharon contra los Cruzados; como Osmanlíes, conquistaron a los Selyúcidas, resistieron el avance Mongol, capturaron Constantinopla, e invadieron los Balcanes, hasta llegar a Viena. Pero mientras tanto, en el siglo XIII, otros Turcos bajo líderes Mongoles, ahora por vez primera llamados Tártaros, habían ocupado el sudeste de Europa más allá que los Osmanlíes. Y en el siglo XIV, hordas de verdaderos Mongoles habían continuado, dejando colonias permanentes en el Cáucaso, en la estepa de los Kalmukos, y Crimea.

En el siglo XV, la marea comenzó a devolverse en Europa Oriental; los Moscovitas se hicieron poderosos, y los invasores asiáticos comenzaron a replegarse hacia el este, mientras que las estepas eran pobladas por los Eslavos. Bajo el yugo de los Turcos y de los Mongoles, la población más antigua no había desaparecido completamente; las colonias de Alanos persistieron hasta el siglo XIII, y las colonias rusas vivieron bajo la protección de los Turcos Jázaros. Del mismo modo, los Turcos y los Mongoles no desaparecieron con el avance de los Eslavos, y sus colonias en medio del territorio Eslavo, aún son numerosas.

Hay una abUndancia de documentos que tratan de la invasión de Europa por los Hunos y sus parientes los Avaros. Estas incursiones ocurrieron poco después de la expansión de los pueblos Germánicos en el este, y fueron la razón principal de que los Godos y Vándalos fracasaran en encontrar un hogar permanente en el antiguo país de los Escitas. Tuvieron lugar, también, antes de la expansión principal de los Eslavos, que se movieron hacia el este en el lapso entre la invasión de Europa central por los Hunos y la masiva migración hacia occidente de los antepasados de los Magiares bajo el mando de Arpad.

Son puramente dolicocéfalos, con un índice craneal de 71,7. En su conjunto, son justo lo que uno esperaría de una cruza entre una Edad del Hierro danesa y el Paleolítico superior - mayoritariamente más del último - y esta explicación concuerda bien con los datos arqueológicos. La estatura, 1.695 mts, cabe en ambos tipos. Hay otra posibilidad, sin embargo, que tuvieran un fuerte elemento de la Cerámica Cordada. Que alguna mixtura de Cordados se incorporara en esta mezcla era de hecho probable, pero es imposible substituir el elemento Cordado por el Paleolítico, puesto que la elevada bóveda del anterior no es evidencia suficiente, y los rostros de los Noruegos son más anchos que los de la Cerámica Cordada o los Nórdicos.

Que los Hunos llegaron en grandes números no puede ser puesto en duda, y que introdujeron un tipo racial totalmente foráneo sobre suelo europeo es vívidamente atestiguado por las crónicas de los numerosos historiadores contemporáneos, entre quienes puede contarse a Jordano, Sidonio, Apolinario, y Prisco. Estos autores describen unánimemente a los Hunos como bajos, de espaldas anchas, macizos, morenos, de narices aplastadas, ojos oblicuos, casi lampiños, y de piernas curvadas. Los Avaros son descritos por algunos autores como idénticos a los Hunos, pero otros, como menos horribles de aspecto. Según aquel sabio de Bizancio, Jordano, los Avaros derrotaron a los Alanos Iranio-parlantes, que eran descendientes de los Sármatas, espantándolos con sus rostros y no por su valor.

Los cuidadosos estudios de Bartucz, sobre cuya obra esta siguiente parte se basa casi enteramente, ha divulgado, de un modo incuestionable, la exacta composición racial de estos invasores9. (véase el apéndice I, columna 51). La mayoría de los cementerios Hunos y Avaros, son muy extensos, conteniendo todos, millares de cráneos. En muchos de estos cementerios, particularmente en el de Mosonszentjános, esqueletos puramente mongoloides han sido encontrados, sin la compañía de vasallos europeos o mestizos europeos.

Bartucz encuentra dos tipos mongoloides claramente diferenciados en esos cementerios. El primero, que él señala como tipo A, es dólico a mesocéfalo con un índice promedio de 75,5 para los varones y 77,0 para las mujeres. Estos cráneos son de gran longitud y de talla considerable. La frente es muy estrecha, los temporales extremadamente curvos, y los arcos zigomáticos arqueados lateralmente. El occipucio es estrecho y cónico en el extremo. De perfil, la frente luce excepcionalmente baja e inclinada. El vertex cae bien atrás del bregma, y el perfil es curvado debido a lo extenso de su longitud. En la región occipital, la línea del músculo de la nuca forma un torus poderoso.

La bóveda de este tipo es más baja que la encontrada en cualquier grupo Europeo. Está, de hecho, cerca del punto inferior para los humanos, con un rango en altura desde 120 hasta 130 milímetros. Los arcos superciliares, acentuados por la extremada inclinación de la frente, son pesados, pero la región de la glabela es plana, las órbitas son redondeadas, y con el extremo inferior proyectándose, a menudo, más lejos que el superior. Los huesos nasales son largos, estrechos y planos; de modo que, a veces, el esqueleto nasal no se proyecta más allá de los malares. Los bordes inferiores de la apertura nasal son suavemente redondeados. Los malares son extremadamente grandes y prominentes, la fosa canina es totalmente inexistente, y el sinus maxilar, que lo cubre, está tan elevado, que la superficie del hueso está en ese punto, a menudo levantada. El arco dental del paladar tiene la forma de "U". La mandíbula es pesada, sin embargo la barbilla está levemente desarrollada. La entera porción sub-nasal del rostro es enorme. La estatura de este tipo, calculada en los huesos largos, es 1.644 mts. para los varones, 1.531 mts. para las mujeres.

El tipo B es también puramente mongoloide, pero es braquicéfalo, con un índice promedio de 83 para ambos sexos. La frente es también baja, pero mucho más amplia y más agudamente curvada, el occipucio es redondeado y ancho, y el cráneo en su totalidad es globular, aunque la bóveda sigue siendo baja. El rostro es ancho y bajo, las órbitas son más bajas, la nariz menos leptorrina, los malares y zigomatas menos pronunciadamente mongoloides, que en el caso del tipo A. Los huesos nasales son más cortos. El paladar es más ancho y redondeado, y la barbilla más prominente. Este tipo se caracteriza por una estatura menor; 1.609 mts. para los varones, y 1.528 mts. para las mujeres.

Gracias a las esforzadas investigaciones de la moderna escuela rusa de antropología física, no es difícil descubrir los lazos Asiáticos de estos dos tipos. El tipo A se encuentra hoy entre los actuales Tunguses10, y tiene además una larga historia en Siberia, porque se encuentra entre muchos pueblos Siberianos, incluyendo los Paleoasiáticos, y es característico de muchos de los cráneos Neolíticos exhumados en las cercanías del lago Baikal11. El tipo B pertenece a la gente Mongólico-parlante, y se encuentra en especial pureza, entre el Buriatos, que representan cultural y probablemente racialmente, a los Mongoles antes de la época de su expansión. Los modernos cráneos Buriatos están entre los más grandes en capacidad conocida.

En la mayoría de los cementerios Hunos y Avaros, el tipo B es más evidente que el tipo A. El tipo A, sin embargo, predomina en los cementerios que se sabe habían sido utilizados por el Hunos, el tipo B en los que pertenecían a los Avaros. Los cementerios Avaros contienen también, en muchos casos, los tipos intermedios que demuestran que esta gente había comenzado a mezclarse con los miembros de la raza blanca, en Asia central, en Europa, o en ambas, y otros cementerios en los cuales el elemento blanco es la mayoría. Las clases superiores de los Hunos y Avaros, sin embargo, parecen haberse mantenido aparte, habiendo preservado sus tipos raciales de mongoloides puros a través de siglos de dominación política. En los sepulcros que son mayormente ricos en adornos, y que muestran que los ocupantes eran hombres de poder y clase superior, los tipos mongoloides están inalterados. Dos sepulcros de conocidos héroes Avaros, contienen esqueletos que pertenecen puramente al tipo B.

La identificación de Bartucz del tipo A, predominante entre los Hunos, y B entre los Avaros, parece válida. Que los dos se mezclaran libremente está demostrado por el hecho que en los sepulcros individuales que contienen a un hombre y una mujer, los dos son a menudo de tipos opuestos. En tales casos de matrimonios mezclados, no hay vínculo entre sexo y tipo, indicando que A y B eran socialmente iguales. Es muy probable que la amalgamación inicial de estos dos tipos ocurriera en Mongolia, y no en Europa. También, la presencia de numerosas formas intermedias atestigua esta libertad de uniones. Los cráneos individuales de Hunos encontrados tan lejos como en baja Austria y Francia, se pueden identificar fácilmente con los cráneos de Hungría, y pertenecen en los casos conocidos, al tipo B12.

Otra luz más sobre las características físicas de los Hunos es mostrada por un estudio de los cabellos de los Hunos, desde sepulcros de ese período. Una muestra de ellos es muy fino, recto, y negro azabache13. En color y en forma, este pelo era clásicamente mongoloide, pero esa fineza plantea ciertas dudas sobre la generalización que todos los cabellos mongoloides debieran ser gruesos, especialmente, debido a que ha sido demostrado que el cabello de los amerindios es muy variable en este aspecto.

La indiscutible evidencia de los sepulcros Húngaros disipa totalmente la teoría que los Hunos pudieron haber sido en gran parte Europeos en tipo racial. Si los Hiung-Nu eran antepasados de los Nuns, entonces los primeros habitantes de Mongolia eran definitivamente mongoloides, y pertenecían a los dos importantes elementos raciales presentes hoy allí, los Tunguses y los Mongoles propiamente tales. Esto arroja a la prehistoria de Asia central a una clara y lógica luz. Es exactamente lo que uno esperaría.

Pero es necesario descubrir cuál era la naturaleza del elemento racial Europeo anexado por los Avaros. Esto puede ser logrado estudiando algunos de los últimos cementerios mongoloides. En el de Jutas14 (véase el apéndice I, columna 52), sólo cinco de veinticuatro cráneos muestran algún rastro de las características reconocibles de los mongoloides. Las muestras de Jutas, entonces, se puede utilizar para probar. Catorce cráneos masculinos son todos por debajo de 78 en índice craneal, y son muy similares a unos de las sub-series regionales de Minussinsk; menos pronunciados vínculos están presentes entre ellos y los cráneos Escitas y Armenios de la Edad del Hierro. La semejanza con los cráneos Eslavos y Germánicos, que son más grandes, es menos pronunciada. Por lo tanto, es cierto que estos Avaros no-mongoloides pertenecieron a la importante familia racial Mediterránea, y que algunos, por lo menos, eran miembros del grupo Nórdico de la Edad del Hierro; es más que probable que ellos fueron - probablemente en su mayor parte - incorporados en las filas de los Avaros, en Asia central antes de llegar a Europa. El estudio de cráneos de otro cementerio, el de Tiszadersz15 (véase el apéndice I, columna 53), hace esto virtualmente cierto.

McGovern ha descubierto un gran número de referencias Chinas sobre los Hiung-Nu y otro "bárbaros" Turco-parlantes, en las cuales son descritos como melenudos, de grandes narices, y parcialmente rubios. En épocas posteriores, Genghis Khan se suponía era pelirrojo y de ojos verdes. Por lo tanto, es probable que algo del elemento Nórdico asiático encontrado en los cementerios de Jutas y de Tiszadersz, fue incorporado por los Avaros antes de que abandonaran Mongolia, pero en base a la evidencia de los cementerios puramente mongoloides como Mosonszentjänos, es inverosímil que esta influencia hubiera podido penetrar a las enteras naciones Hunas y Avaras.

De todos modos, es evidente que, a partir del tamaño y el número de los cementerios Avaros como ese, como Bartucz dice16, estos invasores jugaron un importante papel en el poblamiento no solo de Hungría, sino también de los países adyacentes de Europa central, porque la gente que los Avaros trajeron a la cuenca del Danubio, no se fue con el final del dominio Avaro.

Al mismo tiempo los Avaros no desarraigaron a la población anterior, que incluía Eslavos y Germanos, entre los elementos más antiguos, sino que los hicieron vasallos tributarios. Además, en los días de Atila, la riqueza de la paga de los Hunos había atraído a muchos artesanos y aventureros a la corte real, entre los cuales habían muchos Italianos. El testimonio de Prisco deja bastante en evidencia que la capital de Atila17 contenía una población muy heterogénea.

La gran migración a Hungría, la que trajo a los ancestros de los actuales Magiares, ocurrió a finales del siglo IX y comienzos del siglo X, cuando el héroe nacional húngaro Arpád condujo a los Magiares a Hungría, donde muchos Eslavos se habían asentado en el lapso de tiempo tras el derrumbe de la potencia Huna. Hemos visto ya (p. 220) que estos Eslavos habían adquirido parcialmente, ciertos rasgos físicos característicos de los Hunos. Para el 906 D.C., los Magiares habían ocupado el territorio de Hungría; en los dos siglos siguientes, adoptaron el Cristianismo, e invitaron a colonos de muchas nacionalidades, incluyendo musulmanes y judíos, para que les ayudaran a ocupar la tierra. Estos recién llegados, junto con los Eslavos Pre-magiares, formaron el campesinado tributario.

Los Magiares eran Ugrios de la región entre el Volga y los Urales, que habían sido parcialmente "turquizados" por los Pechenegos y otros, pero que habían conservado su lenguaje Finougrio, no obstante fuertemente influido por el Turco. A este respecto, se asemejaron a los Búlgaros ancestrales, Fineses semi-turquizados, que habían, algunas décadas antes, cruzado el bajo Danubio y colonizado Bulgaria, implantándose entre una población de Eslavos, quienes habían sido solamente por un corto tiempo, ocupantes. En Bulgaria, el lenguaje Eslavo se infiltró y substituyó al Finés; en Hungría, el Ugrio llegó a ser dominante y el lenguaje Eslavo desapareció en su mayor parte. Sin embargo, la cultura Eslava se mezcló con la Ugria y la Turca, para producir las modernas formas Húngaras.

No tenemos ningún resto físico de los antiguos invasores Fineses de Bulgaria, pero aquellos de los Ugrios del período de ocupación de tierras, como la llaman los Húngaros, son adecuados. Como era de esperar, estos Magiares ancestrales, conducidos a Hungría por Arpád, eran mongoloides solamente en un grado menor18. Algunos de los cráneos que se encuentran en los sepulcros mas ricos, muestran definidas características mongoloides, pero en los otros, en su gran mayoría, no las tienen. La mayor parte de los Magiares eran del mismo tipo Finés esperado, en base a nuestro estudio anterior de los Fineses en Rusia, mientras que minorías más pequeñas incluían a Dináricos o Armenoides19.

De todos modos, era una población muy mezclada la que vivió en Hungría durante el inicial período Magiar. En su totalidad, juntando todos los elementos, la estatura era baja y la forma craneal promedio, mesocéfala. Desde entonces, los Húngaros se han vuelto más braquicéfalos, como lo han hecho los Rusos y los Alemanes meridionales.

Durante toda la agitación de las migraciones Magiares y Búlgaras, los Ugrios que permanecieron en el este de Rusia, pasaron relativamente inadvertidos, pero en el siglo XIII, más o menos, ellos, por alguna determinada razón, probablemente una nueva presión Turca, cruzaron en masa los Urales, y se establecieron en la desembocadura occidental del Obi. Aquí se dividieron en dos tribus, los Vogules, en las inmediatas estribaciones de los Urales, y los Ostiacos, en los cursos más bajos de los tributarios y a lo largo del mismo Obi. En su nuevo hogar su cultura fue modificada para satisfacer un ambiente más riguroso, y solamente aquellos en la desembocadura meridional del Obi, a la hora de la conquista Rusa, aún practicaban la agricultura.

Una adecuada serie de cráneos de la época entre esta migración hacia el este y la llegada de los Rusos, tres siglos más tarde, muestra una mezcla de entre el original tipo Finés, de el cual ya hemos sabido, y los mongoloides Siberianos y Centro-asiáticos, de los dos tipos ya encontrados en los antiguos cementerios Hunos y Avaros20. Cuánta de la sangre mongoloide fue adquirida en Europa, y cuánta, más tarde, en Siberia; no puede ser determinado.

En el período húngaro de colonización, ya nos enteramos de la presencia de un nuevo tipo físico asociado a los Turcos, que formaban una minoría entre las filas Magiares. Cuando examinamos los cráneos Pechenegos y Kumanos, en Hungría y Rusia21, vemos que este nuevo tipo se ha vuelto el dominante entre estos últimos Turcos en llegar a Europa Oriental. En él, las características mongoloides están a veces presentes, pero en suspensión. Los cráneos son muy grandes, de altura moderada, extremadamente braquicéfalos y planoccipitales. Las frentes son inclinadas, los arcos superciliares son a veces pesados, el rostro es muy ancho, y también muy alargado. Las órbitas son de una altura moderada. Las narices son estrechas, y aunque a menudo bajas de raíz, se proyectan con frecuencia en el puente, dando la indicación de un perfil en vida, convexo.

Estos cráneos Kumanos, posiblemente mejor representados por las series de Debetz, que incluyen catorce varones adultos, son mucho más largos y anchos que los cráneos Armenios históricos22, y de rostros más alargados y anchos. En altura, en dimensiones nasales y orbitales, y en tendencia al aplanamiento occipital, estos dos grupos son los mismos. Son también más grandes que los cráneos Alpinos de Europa central y, lejos, mayores en dimensiones faciales; también son más grandes que los cráneos mongoloides del tipo B, según lo representado por una serie mayor de Telengets Centro-asiáticos; mucho más elevados de bóveda y más amplios de frente que el último, e incluso un poco más alargados de rostro.

Así, el tipo en consideración, que se ha convertido en muchas regiones, en la característica forma Turca, es una que no puede ser clasificada, por el simple expediente de ponerlo en una categoría de Armenoide o Dinárico. Por tamaño y proporciones de la bóveda, el paralelo más cercano a estos cráneos está entre los cráneos de la Edad del Bronce Británico; pero la semejanza aquí está lejos de una real identidad, puesto que los rostros Británicos, aunque igualmente anchos, son mucho más cortos. En el mismo sentido, los cráneos Turcos son evocadores de los tipos braquicéfalos Paleolíticos y Mesolíticos de Europa y África del norte.

Puesto que no sabemos casi nada de la temprana historia esquelética de Asia central, al este de Anau y al sur del distrito de Minussinsk, no tendría sentido pasar demasiado tiempo en este punto, especulando sobre el origen inmediato de este tipo. Como con tantos otros problemas, debemos diferir su seria consideración a la sección de los especímenes vivientes, excepto para precisar que en una pequeña serie de diez cráneos, al este del Turkestan ruso, datada entre el 600 y el 900 D.C. formas similares pero algo más pequeñas de bóveda, están en evidencia23. Al mismo tiempo, algunos aislados cráneos Turcos, de Siberia central, atribuidos al siglo VII o VIII D.C.24, no son distintos a los cráneos de los Kumanos.

Después de los Hunos y de los Turcos, llegaron los Mongoles, que habían sido los últimos en adoptar la cultura del caballo en las llanuras asiáticas. Su territorio estaba alrededor del extremo meridional del lago Baikal, y eran cazadores y pescadores antes de que se convirtieran en nómades de las llanuras. La mención más temprana de ellos en la historia China, ocurre en el siglo VII D.C., en cuyo época acampan en el territorio desde Urga hasta el norte, al borde de los bosques. Los suponían como descendientes del lobo azul, y desde este animal hasta Genghis Khan, hubo un lapso de solamente ocho generaciones.

Su conquista de la mayoría del mundo conocido comenzó para la primera mitad del siglo XIII, y terminó dos generaciones más tarde, con la muerte del nieto de Genghis Khan, Kublai Khan. Los Mongoles no eran lo suficientemente numerosos como para hacer toda su conquista solos, e incorporaron a la mayoría de los Turcos centro-asiáticos en sus ejércitos. Por lo tanto surgió una asombrosa mezcla de Turcos mongolizados y Mongoles turquizados, y sin ninguna duda Iraníes mongolizados, así como turquizados. No tenemos ningún material esquelético adecuado para desenredar este caos, sino debemos confiar en los cráneos Mongoles y Buriatos de la mísma Mongolia, para determinar su tipo racial. Éste era simplemente el tipo B de los Hunos, en una forma relativamente pura, según lo encontrado hoy, particularmente entre los Buriatos. Por lo tanto el asentamiento de los Mongoles en la estepa de Kalmikia, trajo el puro tipo Mongol braquicéfalo al territorio de los alrededores de la orilla norte del mar Negro, y a las llanuras bajas del Volga, donde grandes campamentos de Mongoles comunes, todavía pueden ser vistos hoy en día.

En su conjunto, los Mongoles propiamente tales no influenciaron la composición racial de Europa, en el sentido que sí lo hicieron los Turcos. Su influencia fue esporádica en la mayoría de las regiones que cruzaron, y fuerte solamente en el sudeste de Rusia, y en las colonias aisladas que todavía viven en el Cáucaso. En otras partes simplemente sirvieron para reforzar los elementos traídos ya por los Hunos y Avaros.

A menos que esta visión de pueblos Urálico-parlantes y Altaico-parlantes quede incompleta, aún debemos mencionar otro grupo, los Samoyedos, que viven al este de los Ostiacos, en el territorio del Obi, y que moran a lo largo de la orilla ártica de Rusia, hasta la península de Kola, donde se encuentran con los Lapones.

Los modernos Samoyedos, a pesar de su proximidad a los Ugrios siberianos, pertenecen en su mayor parte al tipo mongoloide central, braquicéfalo; el grupo B de Bartucz, el clásico mongoloide Buriato25. A excepción de la actualidad, no han tenido ninguna influencia sobre la composición racial del norte de Europa.

Notas:

8 McGovern, W. M., Antiguos Imperios de Asia Central . Estoy en deuda con el Dr. McGovern por su autorización para hacer uso de su libro antes de su publicación.
9 Bartucz, L., ZFRK, vol. 1, 1935, PP. 225-240; Skythika, vol. 2, 1929, pp. 83-96; vol. 4, 1931, pp. 75-90; ESA, vol. 5, 1930, Pp. 66-73. Krecsmarik, E., Dolgozatok, voL. 3, 1927, pp. 160-166. Lebzelter, V., MAGW, vol. 65, 1935, pp. 44-46.
10 Roguinski, A., RAJ, vol. 23, 1934, pp. 105-126.
11 Debetz, G., RAJ, vol. 19, 1930, pp. 7-50.
12 Lebzelter, V., MAGW, vol. 65, 1935, pp. 44-46. Zaborowski, S., RA, vol. 24, 1914, pp. 318-320.
13 Greguss, P., Dolgozatok, vol. 7, 1927, p. 232.
14 Bartucz, L., Skythika, vol. 4, 1931, pp. 75-91.
15 Lebzelter, V., MAGW, vol. 65, 1935, pp. 44-46. Bartucz, L., ZFRK, 1935.
16 Bartucz, L., ZFRK, vol. 1, 1935, pp. 225-240.
17 Brion, M., Attila, the Scourge of God.
18 Bartucz, L., ZFRK, 1935.
19 Ibid. Gáspár, J., MAGW, vol. 58, 1928, pp. 129-140.
20 Zaborowski, M., BSAP, ser. 4, vol. 9, 1898, pp. 73-111. Ssilinitsch, J. P., AFA, vol. 34, 1903, p. 233, etc.
21 Bartucz, L., AF, vol. 1, 1923, pp. 97-99. Debetz, G., AntrM, vol. 3, 1929, pp. 89-95.
22 Bunak, V. V., Crania Armenica.
23 Vishncvsky, B. N., KMV, 1921, #1-2.
24 Gromov, V. I., ESA, vol. 1, 1926, pp. 94-99. Kazantsev, A. I., RAJ, No. 1-2, 1934, pp. 129-133.
25 Sommier, S., APA, vol. 17, 1887, pp. 71-222. Klimek, S., APA, vol. 59, 1929, pp. 13-31.