Vascos, Fenicios y Etruscos
(Capítulo V, sección 6)

Vascos, Fenicios y Etruscos

A partir del hecho que las tierras del Mediterráneo occidental han cambiado poco, racialmente, desde la Edad del Bronce, a lo mejor se nos podría perdonar el romper la continuidad del presente capítulo, como fue hecho anteriormente en los casos de Mesopotamia, Egipto y Grecia; para discutir en este punto, los orígenes y características raciales de ciertos pueblos hablantes de lenguas no-indoeuropeas, quienes son o fueron conocidos en tiempos posteriores, como los Vascos, los Fenicios (o cartaginenses) y los Etruscos.

Con respecto a los Vascos, se ha observado que los esqueletos de los dólmenes de Guipúzcoa, probablemente de inicios de la Edad de los Metales, se asemejan a aquellos de los modernos vascos de la misma provincia, en estatura, tamaño y forma craneal, y en peculiaridades de sus características faciales51. En base a que el litoral norte de España, en el país ocupado por los vascos desde inicios de la historia, es rico en yacimientos metálicos, y fue la morada favorita de los viajeros marinos de la Edad del Cobre y el Bronce; es muy posible que un numéricamente fuerte elemento asiático occidental, incluyendo los tipos Megalíticos y Dináricos, se transformaran en un factor permanente en la población local. Cuando discutamos la antropología física de los vascos actuales, la probabilidad de tal influencia será de gran ayuda.

El segundo pueblo, los Fenicios, quienes establecieron su principal colonia en Cartago, a fines del segundo milenio anterior a nuestra era, y fundaron emporios comerciales en varios puntos del litoral norafricano, en ambos lados del Mediterráneo y el Atlántico; también colonizaron la costa oriental de España, donde fundaron la ciudad de Cartagena. A excepción de los griegos, ellos formaron el último de los grupos en inmigrar vía marítima, en dirección oeste, desde el Mediterráneo oriental; pero el primero en hacerlo a plena luz histórica.

El tipo físico de los fenicios es bien conocido a partir de sus restos esqueléticos encontrados en las tumbas de Cartago52. Una colección de 117 cráneos, de los cuales 68 son de hombres, pertenecen en su mayor parte a un tipo característico: dólico a mesocéfalo, con un índice craneal de 75, bóveda ligeramente larga, y por lo tanto moderadamente ancha; con una bóveda muy alta, una frente moderadamente amplia, un rostro corto, órbitas altas, y una nariz proyectante y angosta, que a menudo brota directamente desde el hueso frontal, con poca o ninguna depresión nasal. Estos cráneos son en muchas formas, similares al tipo Megalítico o de Long Barrow ,del milenio precedente. Pero, como se esperaba en vista de su posterior origen mediterráneo oriental, muestran modificaciones hacia un acortamiento y ensanchamiento de la bóveda, y una curvatura de la nariz.

Unos pocos braquicéfalos relacionados, de forma Dinárica, son incidentales en este tipo, mientras un números de cráneos menos característicos, con órbitas bajas y narices anchas y menos prominentes, pueden ser de los nativos norafricanos. Aparentemente, los cartagineses eran más bien altos, con una estatura promedio de 1.68 mts. La evidencia griega, ya mencionada, indica que ellos eran de cabellos oscuros.

No puede haber duda que la mayoría de los cartagineses que fueron sepultados en aquellas tumbas, o eran los descendientes de los marinos de Palestina y Siria, o por lo menos inmigrantes del este, de raza similar. Nueve cráneos de hombres importantes, extraídos de elaborados sarcófagos de piedra, pertenecen a exactamente el mismo tipo que la mayoría de los otros, excepto que aquellos representantes de las clases privilegiadas, tenían cráneos más grandes en todas o las mayorías de las dimensiones, que los común de la gente. Esta correlación entre tamaño y estátus. O tamaño y oportunidad, es una característica humana familiar donde sea que hayan diferencias sociales o nutricionales, y no tiene significado racial coincidente. Cráneos fenicios individuales desde dos puntos del Mediterráneo occidental, Melilla en el Rif marroquí, e Ibiza en España53, conforman exactamente el estándar impuesto por los cartagineses.

El último de los tres grupos étnicos de lengua no-indoeuropea, los Etruscos, probablemente llegaron a Italia, en tiempos tan remotos como el siglo X A.C. Otra oleada se dice que hubo arribado en el siglo VIII A.C. Los colonos aparentemente mantuvieron contactos con su patria hasta alrededores del 650 A.C. Esta tierra ancestral, de acuerdo a la tradición clásica, sostenida por todos los historiadores griegos y romanos, desde Herodoto a Plinio, era Lidia, en Asia menor. Que esta tradición es exacta, es la creencia de la mayoría de los estudiosos clásicos modernos54.

La evidencia craneal de las tumbas etruscas55, substancian la creencia que estos hablantes de lengua no-indoeuropea y no-semítica, eran los típicos ejemplares de la población de inicios de la Edad del Bronce, en el Mediterráneo oriental. Al igual que la antigua gente de El Argar en España, un promedio mesocéfalo para el índice craneal, cubre la presencia de pronunciados cráneos dolicocéfalos y braquicéfalos; con los dos extremos, en este caso, formando proporciones iguales. Actualmente, las características métricas de las dos series son muy similares, pero los cráneos etruscos eran un poco más grandes; lo que no es sorprendente, ya que los cráneos de El Argar eran en su mayor parte, más bien pequeños.

Los cráneos etruscos son notablemente suaves en su relieve superficial, con poco de forma superciliar; las paredes de la bóveda, vistas desde arriba, no son paralelas, como con las más largas formas mediterráneas; sino convergentes, con el ancho mayor en los parietales y el angosto en el frontal. Las órbitas son altas y redondeadas, y la nariz es angosta. Los etruscos, con una forma craneal típicamente del cercano Oriente, recuerdan al tipo Capadocio encontrado en el período Hitita de Alishar, y al braquicéfalo planoccipital que apareció en los cementerios de la Edad del Bronce de Chipre. Para los tiempo romanos, estas dos variedades se habían mezclado en un alto grado, en una forma variable mesocéfala, a la cual los fenicios, en su mayor parte, pertenecían también.

Sería difícil enfatizar aún más la importancia de las migraciones marítimas de pueblos del Mediterráneo oriental, hacia Italia, España y las islas entre estas dos penínsulas, en tiempos protohistóricos, así como en tiempo prehistóricos. Especialmente en España e Italia, grandes números de pueblos emigraron, que añadieron a la población básica mediterránea de origen neolítico, elementos del cercano Oriente que aún pueden ser discernidos entre los italianos y españoles actuales. La deuda de los romanos hacia los etruscos, tanto genética como culturalmente, fue especialmente grande.

Notas:

51 Serra i Vilaro, after Mendes-Correa, 1924.
52 Bertholon and Chantre, Récherches Anthropologiques dans La Bérberie Orientale, pp. 251-266. Tambien: Collignon, R., Anth, vol. 3,1892, pp. 163-172. Mantegazza, P., APA, vol. 6, 1876, pp. 17-29.
53 Barras de Aragon, F. de las, AMSE, vol. 9, 1930, pp. 35-64; 79-105.
54 Schachermeyer, Fritz, Etruskische Fruhgeschichte.
55 Sergi, G., AFA, vol. 41, 1915, pp. 309-313 ff.