(Capítulo V, sección
12) La Edad del Bronce final y la cremación Los dos o tres siglos inmediatamente precedentes a la marca del 1.000 A.C. en Europa central, y un poco más tarde en las partes más atrasadas, fueron testigos de numerosas innovaciones culturales que marcan el inicio de la Edad del Bronce final o tardía. Para el antropólogo físico, la más importantes de estas fue la cremación, razón por la cual nuestro conocimiento de razas durante este período sumamente importante, es casi cero. Este vacío es especialmente desafortunado, a partir del hecho que los hallazgos de los arqueólogos dejan en claro, que la Edad del Bronce tardío fue una época de considerables cambios y expansión de pueblos. En la mayoría de Europa, el clima sub-boreal dio paso al sub-atlántico, que trajo un incremento en el frío y la humedad, y reforzó el crecimiento de bosques en antiguas llanuras. El área de suelo disponibles para el cultivo se volvió escaso, mientras que el número de personas se incrementó; estos únicos factores fueron suficiente causa para el desplazamiento de poblaciones. A través de las llanuras de Asia, así como de Europa, grandes movimientos tomaron lugar; las migraciones de los ancestros Arios hacia el norte de la India, a través de Afganistán, y sobre la meseta del Irán, fueron fenómenos de la Edad del Bronce tardío. La cremación había comenzado en Europa, como un rito funerario alternativo, a inicios de la Edad del Bronce, y gradualmente se había incrementado su popularidad en las llanuras al norte de la barrera montañosa Alpina. Su principal centro de expansión parecen haber sido las llanuras centrales y orientales, desde Alemania del este hasta Rusia, donde era particularmente útil para los pueblos nómades, enfrentados al problema de la disposición de cuerpos en suelos helados. Los vehículos que difundieron esta característica sobre la mayoría de Europa, durante la Edad del Bronce tardía, fueron las llamadas Culturas de los Campos de Urnas, que emergieron en la llanura al norte de los Cárpatos, desde Silesia hasta Ucrania. Desde este centro, se expandieron en todas direcciones. Algunas fueron hacia el sur, sobre los Alpes, hasta Italia; mientras que la cremación fue introducida en Grecia, antes de la época de la guerra de Troya. Desde un centro secundario de expansión en las tierras altas alpinas, un especial difusión de los Campos de Urnas, entró en las islas Británicas, como una mayor invasión. Por obvias razones, los restos esqueléticos asociados con los cementerios de los Campos de Urnas, pueden ser brevemente resumidos. Los huesos cremados que han sobrevivido al rito, usualmente son tan frágiles que poco, en relación al modo de identificación racial, puede ser logrado; a pesar que ha sido demostrado mediante experimentos, que se encogieron poco o nada en el fuego100. Aquellos de las islas Británicas indican en general, que los invasores de aquella época pudieron haber sido más pequeños y ligeros que sus predecesores. Una pequeña serie de cráneos del sur de Inglaterra, que escaparon a la cremación era de aquellos Alpinos del tipo braquicéfalo de los Moradores Lacustres101, provenientes del centro secundario de los Campos de Urnas, en Suiza. Por otro lado, ocho cráneos de la Edad del Bronce tardío, provenientes de Francia nor-occidental102 son todos meso o dolicocéfalos; y pudieron haber llegado directamente de Alemania, como vanguardia de las migraciones Célticas. Otros ocho cráneos, de los Campos de Urnas ucranianos103, son dolicocéfalos, y similares al inmediatamente predecesor tipo Nórdico de la misma región. Algunos de los restos del sur de Rusia y el Cáucaso ya estudiados, son de la Edad del Bronce tardío, como son aquellos de Siberia, ambos habiendo escapado a la cremación. La escala general de tiempo, de los fenómenos culturales en Asia central, comparados con Europa, indicarían que importantes movimientos étnicos no estaban pasando desde el este a oeste, en aquella época. Para finales de la Edad del Bronce media, los elementos étnicos que iban a formar la población de Europa, a inicios de la Edad del Hierro, ya habían todos aparecido; durante el período de la cremación ningún nuevo ingrediente fue añadido, pero aquellos ya allí, participaron en un considerable reajustamiento y recombinación. Notas: 100 Movius, H. L., Jr., PRIA,
vol. 61, 1934, pp. 282-283. |