La Edad del Bronce en el norte
(Capítulo V, sección 10)

La Edad del Bronce en el norte

Durante la temprana Edad del Bronce, Escandinavia y los países del Báltico oriental había sido incapaces de obtener suficiente metal para herramientas y armas, y por lo tanto habían disfrutado de la floración del Neolítico tardío que ya habíamos estudiado. Su primer período real del metal, por esa razón, fue la Edad del Bronce media, posterior al primer asentamiento Campaniforme en Inglaterra, o al desarrollo Aunjenitz en Europa central.

La Edad del Bronce escandinava probablemente empezó cerca del 1.500 A.C., y duró por casi mil años. Fue un período de gran prosperidad, porque el ámbar de Jutlandia trajo objetos de bronce y oro al norte, por medio del comercio. Los límites de este centro cultural, sin embargo, eran restringidos. La mayoría del bronce ha sido encontrado en Dinamarca, a partir del hecho que en Suecia y Noruega meridional, el metal era valioso y se evitaba el desecharlo en tumbas. Al norte del paralelo 68, latitud norte, la Edad de Piedra ártica prevaleció a través de este período, en las costas del océano Ártico y en los bosques y montañas86 de Noruega y Suecia septentrional, así como en Finlandia.

Durante la Edad del Bronce media, la cremación, que había empezado en numerosas partes, en fechas tan tempranas como los tiempo Neolíticos danubianos, gradualmente se transformó en el mayor substituto de la antigua inhumación, y para inicios de la Edad del Bronce tardío, se había transformado en el único método para disponer los cadáveres. Por esta razón, el material esquelético de una etapa de 500 años de la Edad del Bronce media, se hace progresivamente escaso.

En Suecia estamos limitados a unos 21 cráneos, de los cuales 13 son de hombres87. Pertenecen a los tipos ya familiares para nosotros, desde el Neolítico, y no muestran ningún cambio en población. Sin embargo, como dato, los elementos dolicocéfalos son incluso más evidentes, y la forma craneal es predominantemente de este tipo. En Dinamarca nuevamente, 20 (cráneos) parecen ser el total88, y aquí la población Neolítica sobrevivió sin alteración perceptible. Los hombres de la Edad del Bronce eran tan altos como sus predecesores, con un promedio de estatura de 1.72 mts; y la mezcla de tipos dólico y braquicéfalos llegan al mismo alto promedio mesocéfalo.

Hay evidencia que algunos de los Daneses de este período eran rubios, basándonos en el hecho que el pelo, los dientes, y el vestuario de una mujer joven, sepultada en Egtved, Jutlandia; estaban perfectamente preservados por el ácido tánico, en un ataúd de roble en el que reposaba, bajo un túmulo. Este cabello, corto en la frente y colgando como una larga melena en la nuca, era aparentemente liso así como claro. Desafortunadamente, los huesos no estaban igual de preservados, y es imposible decir a qué tipo racial predominante del Neolítico y Edad del Bronce danesa, ella pertenecía89.

En su totalidad, podemos tener razonablemente, la confianza que la Edad del Bronce media en Escandinavia, no envolvió ningún cambio racial importante. La misma mezcla de por lo menos tres pueblos, que se combinaron para crear un brillante Neolítico tardío, fueron trasladados a la Edad de los Metales.

En el extremo norte de la península Escandinava, fuera del alcance de casi todas las influencias de la remota Edad del Bronce, nos vemos inclinados, basados en la evidencia arqueológica, a creer que los pueblos más antiguos continuaron llevando su simple existencia. A pesar que aún no hay evidencia esquelética directa de su supervivencia; un cuerpo de evidencia colateral, a través del Báltico, hace esto (por inferencia paralela) cierto.

En varios puntos cerca de la costa estonia del golfo de Finlandia, un sobresaliente grupo de esqueletos ha sido encontrado en cisternas, bajo túmulos, probablemente datando de alrededor del 1.200 A.C., cerca de los inicios de la Edad del Bronce media, a pesar que podrían posiblemente haber sido casi 700 años más tarde90 (ver Apéndice I, col. 30). Diez cráneos masculinos y cinco femeninos pertenecen a un tipo racial homogéneo, extremadamente dolicocéfalo, con un promedio de longitud craneal de 195 mm. Los rostro son muy largos, y también anchos; la nariz es de gran altura. Los arcos superciliares son en muchos casos, prominentes, y los huesos nasales altos y proyectantes, pero profundamente hundidos bajo una fuerte glabela. Estos cráneos son similares en muchos aspectos al tipo racial Cordado, especialmente como si se toma como ejemplo al elemento dolicocéfalo en la población de la Edad del Bronce británica. Como este último, se asocian a largos huesos que indican alta estatura. Los hombres, en efecto, promediaban 1.72 mts; las mujeres 1.65 mts.

Sin embargo, a diferencia del grupo Cordado, estos cráneos estonios eran tan grandes en bóveda y tamaño facial como el grupo del Paleolítico Superior de Europa central, y al igual que este último en un gran número de delatoras dimensiones, incluyendo longitud craneal, ancho orbital, y diámetro bizigomático. En las dimensiones de altura de la bóveda y el rostro, los cráneos estonios exceden a todos los grupos europeos conocidos, de cualquier época.

Este es un claro caso de mezcla de sobrevivientes del Paleolítico Superior, quienes habían preservado una vida cazadora en sus bosques septentrionales, con los jinetes y agricultores de la Cerámica Cordada que habían penetrado sus vastas tierras, trayendo con ellos su primer contacto con la civilización productora de alimentos. Si el grupo Paleolítico Superior sobrevivió en Estonia, pudo haber hecho lo mismo en Noruega también. Vale la pena mencionar la exageración de las alturas faciales y craneales Cordadas, en el mestizaje estonio, junto con la retención Paleolítica Superior de un gran tamaño bovedal y anchura facial. Esto será posteriormente encontrado en numerosas poblaciones nor-europeas vivientes.

Notas:

86 Shetelig, Falk, and Gordon, pp. 170-172.
87 Arbo, C., FVO, 1901. Hillebrand, B. E., ATS, 1864. Retzius, G., Crania Suecica; Ymer, 1900.
88 Nielsen, H. A., ANOH, II, vol. 21, 1906; III, vol. 5, 1915, pp. 360-365. Virchow, R., AFA, vol. 4, 1870, p. 55.
89 Coutil, L., BSPF, vol. 27, 1930, pp. 187-189.
90 Friedenthal, A., ZFE, vol. 63, 1931, pp. 1-39.