El Neolítico en España y Portugal
(Capítulo IV, sección 6)

El Neolítico en España y Portugal

No es fácil, desde una distancia, recolectar y revisar la evidencia para la población Neolítica de la península Ibérica. He podido reunir datos sobre unos cincuenta cráneos de España, y nueve de Portugal, que parecen, con razonable certeza, ser de la era Neolítica.30

Los espécimenes portugueses, todos del valle del Tagus, pueden ser clasificados como mediterráneos. Incluyen, sin embargo, no solo el pequeño tipo Muge, sino que otros con cráneos más grandes y de estatura más alta, tanto como 168 centímetros en el caso de un varón.31

El material español es mejor representado por dos series, el primero de la caverna de la Solana, en Angostura, Segovia32, y el segundo de la caverna de Ticuso, en Sepúlveda, en la misma provincia33. Ambas series fueron originalmente llamadas Magdelianas, pero la presencia de cerámica y piedras pulimentadas en la caverna de Solana, y la trepanación en Ticuos, dejan pocas dudas que ambos son realmente Neolíticos.

Las series de Solana, que incluyen diez hombres y cuatro mujeres, representan un tipo relativamente grande de mediterráneos, que pueden más o menos asemejarse a las series egipcias de las tumbas reales de Abydos34, y también calzarían métricamente en el tipo del grupo mesopotámico euroafricano. Morfológicamente, los cráneos son relativamente pesados, con arcos superciliares moderadamente grandes.

Las segundas series, de Ticuso, incluyen cráneos de catorce hombres y siete mujeres. Estos son más o menos pequeños y más delicadamente formados que las series de Solana, y recuerdan métricamente los cráneos pre-dinásticos de Naqada, del alto Egipto. Las series más pequeñas y los cráneos solos desde otras partes de España, usualmente caen dentro de esta misma categoría.

Los restos humanos que representan el período Neolítico en Portugal y España, por lo tanto, incompletos como están, corroboran la evidencia de la arqueología. La península Ibérica fue un corredor de movimientos en Europa occidental, desde Noráfrica; y dos tipos, por lo menos, hicieron uso de este pasadizo: Una pequeña variedad de mediterráneos, de algún modo más grande que los pueblos mesolíticos del Muge, pero básicamente el mismo, e idéntico con la gente que emigró al valle superior del Nilo, en tiempos pre-dinásticos; y de una sub-división más grande y maciza de la misma raza, similar al hombre neolítico en Asia occidental, y a lo mejor a los primeros granjeros del Delta egipcio. Hasta qué grado estos dos tipos incluyeron a supervivientes mesolíticos, es imposible decirlo.

Notas:

30 Scheidt, W., en su "Die Rassen der jungeren Steinzeit in N. W. Europa", pp. 87-92, aceptados pero 38, junto a los 68 primeros cráneos de la edad del Bronce del Argar. Czortkower, S., el autor de otra compilación (PAn, vol. 8, 1934, pp. 45-52), usó 118 desde España, que probablemente incluyen el Argar. Cuando estos son restados, su lista resulta exactamente del mismo tamaño a la mía.
31 Barros e Cunha, J.-G. D., ACIA, 3me Session, Amsterdam, 1927, pp. 358-360. Hervé, G., REAP, vol. 9, 1899, pp. 265-280. Mendes-Correa, A., BAC, vol. 3, 1925, pp. 117-146. Hervé constata (p. 274) que las series incluían unos pocos braquicéfalos, pero los datos publicados no respaldan esto.
32 Barras de Aragon, F. de las, AMSE, vol. 12, 1933, Cuad. 1, pp. 90-123; Verneau, RDAP, 1886, ser. 3, vol. 1, pp. 10-24.
33 Hoyos Sainz, L., CRCA, 14me Sess., Geneva, 1912, vol. 2, pp. 399-408; Barras de Aragon, ibid.
34 Morant, op. cit., 1925.