(Capítulo XI, sección 15)

Teoría y principios del concepto Raza

Antes de proceder a una revisión histórica detallada o a materias técnicas, parece recomendable aclarar en mayor medida, que en la sección anterior, algunos de los principios que creemos gobiernan la formación de las razas hemanas. Primero que todo se yergue la pregunta de "¿Qué es Raza?" y el problema de esta definición debe ser encarado derechamente. En el curso del presente estudio, el autor ha desarrollado un definitivo punto de vista sobre la cuestión, y que debe ser expresado de la siguiente manera: El concepto Raza es general, y cualquier intento de encadenarle a un significado más específico, representa un deseo demasiado rígido de clasificación. El uso, bajo una estricta definición, de palabras convenientes tales como sub-razas, grupos, variedades, tipos locales, etc., implican una clasificación Linneana de categorías que son extrañas a los hechos de la diferenciación biológica humana.

Uno puede, en un grupo de animales como el hombre, definitivamente nombrar y clasificar los grupos mayores a los cuales todos los individuos pertenecen. Todas las variedades vivientes de seres humanos son mutuamente fértiles, y no hay otro animal con el cual el hombre pueda ser cruzado. A pesar que la prueba de la fertilidad no es necesariamente un diagnóstico, el Homo Sapiens en el sentido viviente, compone sin lugar a dudas, una especie; incluso si en la formación del grupo humano viviente, más de alguna especie relacionada, ahora extinta en su forma pura, fue absorbida.2

Incluso en el grupo más grande. Dentro de este vasto grupo hay numerosas variaciones de gran importancia superficial. Hay pigmeos cuya estatura promedio es menos de 150 centímetros. Hay cuasi-gigantes cuya estatura promedio es sobre los 180 centímetros. Al mismo tiempo hay negros y blancos; hombres de cabellos crespos y lisos; barbados y lampiños; y así sucesivamente. Su variación es mucho más grande que la encontada entre los lobos, o entre los tigres, o entre alguna especie de ratones. Pero aún así, no es tan grande como la variación encontrada entre los perros, quienes a su vez forman una única especie, y quienes a su turno puede que incluyan una mezcla de dos - lobo y chacal.

Aquí, nuevamente, debemos repetir que el hombre es un animal doméstico, y como tal está sujeto a las leyes que gobiernan a los animales domesticables. Siendo menos dependiente que un animal salvaje, en un sentido directo y en una ambiente dado; es mucho más variables, habiéndose vuelto numeroso como resultado de su emancipación parcial, se ha esparcido en muchos medioambientes, así que las influencias de estos sobre él han sido extremadamente variadas. Al mismo tiempo las leyes que gobiernan su cruza son diferentes a las que gobiernan a los animales salvajes en su conjunto. Incluso ha habido cierto grado de selección en esta cruza, pero menos que la selección que ha diferenciado tan profundamente al perro.

Todos los principios mencionados arriba han producido, como efecto, una prodigiosa diferenciación dentro de la especie humana, y una que ha debido a veces, proceder con asombrosa rapidez. Al mismo tiempo ha tomado lugar una casi igualmente grande mezcla y cruza de pueblos, bajo circunstancias que apenas podrían ocurrir entre los animales salvajes. Por ejemplo, la mezcla entre blancos y negros ha envuelto con mayor frecuencia a hombres blancos con mujeres negras, y solo ocasionalmente a la inversa. Dentro de los grados de mestizaje, ha habido a menudo una selección sobre la base de los valores sociales distintos, integrados a las diferentes combinaciones de caracteres. Como resultado de todos estos factores, uno no debe suponer que una clasificación racial del hombre en un esquema ordenado y simple, puede ser fácil.

Ya hemos reconocido el concepto de especie con respecto al hombre. Hay otro concepto, completamente teórica para motivos prácticos, que puede ser reconocido con igual definición. Esto es la línea pura, resultado de generaciones de cruza y selección de caracteres recesivos. En el hombre, el linaje puro es imposible de crear a menos que nuestro sistema social cambie radicalmente. En ratas, cuyes y moscas de la fruta, se ha creado. A partir de estos animales, los biólogos lenta y trabajosamente descubren las leyes que gobiernan la herencia. Ellos unánimemente favorecen la forma Mendeliana, y puede haber muy pocas dudas que el Mendelianismo se aplica al hombre. Pero el hombre es un animal genéticamente complejo, y nosotros no medimos, aparentemente, caracteres que son unidades mendelianas. Si tuviéramos que medir las cosas correctas, descubriríamos que las leyes de Mendel son siempre aplicables. El principio de la herencia a través de la mezcla, de la cual se deriva la fórmula:

A + B,
2

Depende de una multilplicidad de caracteres Mendelianos compensatorios. Que no son siempre múltiples, o que no siempre se compensan, es demostrado por ciertas instancias en que la cruza no ha resultado de la mezcla.

Por ejemplo, la altura de la bóveda craneal y la altura del rostro y la nariz, a menudo fallan al responder en la manera esperada. Híbridos de negro y blanco en los EE.UU: tienen rostros y narices alargadas 3, y así los Etiópicos4. Los isleños de las Pitcairn tienen narices más covexas que los ingleses o tahitianos5. Otras instancias han sido encontradas en que la herencia humana no ha logrado asumir el carácter de una mezcla. Esto sirve meramente como ejemplo. La mezcla por si sola, sin embargo, no puede crear o perpetuar una nueva forma racial, a pesar que puede producir nuevas combinaciones. La mezcla cuando se combina con selección, para enfatizar los nuevo y eliminar lo viejo, puede, sin embargo, producir un cambio definitivo6.

En vista de la complejidad de la especie humana, como resultado de su peculiaridad cultural, que le han separado del resto del mundo animal, no hace fácil el definir la palabra "Raza". Desde que el hombre es el más antiguo animal doméstico, su variación y selección ha operado sobre un inmensamente largo lapso de tiempo, que aquellas de las otras especies, de cuyas presentes formas él es responsable. Cualquier intento por clasificarle en un rígido esquema es inmensamente difícil, y el esquema debe ser elástico si se quiere que funcione totalmente. Por lo tanto el término Raza debe también ser elástico. Podemos reconocer, eso sí, a ciertas razas mayores del mundo antiguo como los Khoisan (bushmen y hotentotes), los pigmeos, los australoides, los negros, los mongoloides y los blancos. Dentro de cada uno de estos grupos raciales mayores hay, o han habido, pequeñas entidades que puede que merezcan la designación de raza en un menor sentido. Estas entidades pequeñas consisten, en su mayor parte, de grupos de personas razonablemente aisladas, en desarrollo dentro de enclaves físicos locales por los tres procesos, usualmente vinculados. De amalgamamiento, selección y respuesta al medioambiente (en el sentido total, incluyendo cultura). Hasta que punto fronterizo tal entidad se transforma en una raza mayor, no siempre es posibles asegurarlo.

Déjennos considerar estas tres fuerzas, amalgamamiento, selección y respuesta medioambiental. Ya hemos mencionado la primera, que es más comúnmente llamada mestizaje racial. Ya hemos observado que mientras la mezcla parece ser el resultado normal, de acuerdo a ciertos criterios hay evidencias de Mendelianismo simple o de acumulación de dominantes o recesivos. Amalgamamiento, por otro lado, puede producir un predominio diferencial basado en la graduación etaria; por ejemplo, la predominancia de la rubicundez en la infancia, a parejas con el oscurecimiento del cabello en la adolescencia y adultez, vinculan la rubicundez con caracteres infantiles. Lo mismo no es aplicable para el aclaramiento del iris, que se hace ligeramente más pronunciado con la edad. Al mismo tiempo, los caracteres morfológicos mongoloides son más pronunciados en los híbridos infantiles que en los adultos; y lo contrario es verdadero en los mayoritariamente distintos caracteres blancos, en combinación con los negroides o mongoloides. Este predominio etario diferencial es, a excepción del caso de rubicundismo, una función endocrina hereditaria conectada con el grado relativo de infantilismo asociado con cada uno de los grupos raciales mayores.

La selección es una difícil fuerza para estudiar en el hombre, por lo menos en el sentido científico. Pero es sin duda una de gran importancia. La selección sexual probablemente ha y siempre ha tenido una cierta aplicación, que debe ser vista en los estándares corrientes de belleza en países distintos. Los estándares de un grupo puede que cambien de un medio cultural a otro. Pero a partir del hecho que cualquier población que no sea industrial o civilizada, hay pocos profesionales o atletas, la selección sexual debe haber trabajado lentamente en la mayoría de los casos, por lo menos en el sentido de un principio más eliminativo que segregativo. Las guerras, nuevamente, matan a un grupo selecto de hombres, mientras que el celibato conectado con la asunción de cargos sacerdotales, puede volver genéticamente inefectivo a un elemento selecto de la población.

La más importante selección es probablemente la que es consecuencia de los cambiïs en el medioambiente, por el cual el factor selectivo puede a lo mejor ser una economía fisiológica, en respuesta a los nuevos tipos de deficiencias minerales. Este tipo de selección pudo haber sido de profunda importancia en la evolución del hombre como especie, así también como con las diferentes razas7. Razas pequeñas, fetalizadas y relativamente débiles pueden ser más eficientes, y por lo tanto más aptas para la supervivencia en ciertos ambientes, que las más grandes, musculosas y menos infantiles. Los mamíferos pequeños, fetalizados y relativamente indefensos desarrollan elaborados dispositivos sociales, por los cuales la solidaridad del grupo compensa la deficiencia en agresividad individual. El hombre como tal es un animal social comparable es ese aspecto al mono Cebus. El tipo de selección medioambiental postulado por Marret, puede haber sido de profunda importancia en la evolución del hombre como especie, así como sobre las diferentes razas.

Otra forma de selección está íntimamente relacionada con la complejidad de la estructura social. Cuando una población está estratificada en horizontes sociales, esta diferenciación cultural es a menudo el resultado de una conjunción de dos o más grupos sociales, y por lo tanto raciales, de dos o más orígenes geográficos. Toma tiempo a las culturas, y para la gente que practica dichas culturas, el mezclarse; y de ahí que existe al mismo tiempo, la idea que un grupo es dominante y el otro subordinado en los valores sociales, y el mecanismo social a menudo funcionará de esa manera, perpetuando así esta división. Así el proceso de mestizaje será retardado, y al mismo tiempo una diferencia en los índices reproductivos de los dos horizontes sociales racialmente identificados, aparecerá.

Como regla, por lo menos en la actualidad, el grupo que es considerado subordinado se reproducirá con mayor fecundidad que la clase superior. De este modo la clase alta gradualmente desaparecerá, o una mayor movilidad social gradualmente reemplazará a la elite desde los nichos inferiores, y la distinción social permanecerá, pero sin el sentido racial. De este modo, el distinto índice reproductivo tiene, en efecto, un valor selectivo, y una población puede apaciblemente reemplazar a otra. Esté o no completo el reemplazo, la importancia numérica relativa de las dos líneas genéticas ha de ser alterada.

Diferencias extremas en el color de la piel, olor corporal, y forma facial son los más activos lastres para tal movilidad, que las diferencias importantes para los antropólogos pero no para la gente, como el índice cefálico y otras mediciones de la forma craneal. Las diferencias de la primera categoría impiden la completa absorción del negro americano entre las masas blancas, porque sus caracteres raciales diagnosticables, a menos que el factor negroide en la herencia individual sea disuelto, son fácilmente observables. Por otro lado, las diferencias en forma craneal no son normalmente advertidos, y una población blanca braquicéfala puede reemplazar a una dolicocéfala, por medio de la movilidad social.

Hasta ahora hemos considerado la selección dentro de un grupo geográficamente inmóvil, o en su defecto, una selección considerando el punto de vista geográfico. Pero hay otro tipo de selección que es muy importante, y que es la selección móvil, que opera desde el punto de vista migratorio, la fuente de provisión poblacional. Veremos, en nuestra revisión de los movimientos raciales de la Europa prehistórica8, que los agricultores danubianos del neolítico temprano, trajeron una economía productora de alimentos a Europa central, desde el este. Ellos perpetuaron en la nueva composición europea, un tipo físico que más tarde fue suplantado en su patria original. Muchos siglos más tarde, los pueblos de la Cerámica Cordada, del mismo modo, vinieron desde el sur de Rusia, pero allí primero los encontramos mezclándose con otros pueblos, y los factores culturales que creíamos distintivos de los pueblos de la Cerámica Cordada, se incluyen en un equipamiento cultural mayor. Estos pueblos, por lo tanto, que dejaron la Rusia meridional y se movieron hacia el occidente, dentro del centro y noroeste de Europa, eran un grupo selecto de gente, escogido entre una reserva humana mucho más grande y heterogénea. Esta situación envuelve claramente el principio que la gente que emigra de un antiguo hogar a uno nuevo, no representa en la mayoría de los casos, la forma física total o típica de su patria, teniendo en cuenta que el nuevo hogar sea distinto del antiguo; sino que representan un grupo especial, seleccionado en base a su aptitud y oportunidad para emigrar. Este principio puede ser claramente visto en el estudio de los actuales pueblos migratorios.

Los polacos que llegaron a los EE.UU. durante el siglo XIX, y a inicios del siglo XX, no representaban al promedio de la población polaca9, sino a un gupo más alto, más rubio y más dolicocéfalo que los polacos en su totalidad. En otras palabras, hubo una selección definida de un tipo físico especial que influenció a algunos polacos a venir a América, y a otros a quedarse en casa. El Dr. Shapiro encontró que los japoneses que emigraron a las islas de Hawai, son significativamente distintos en muchas características morfológicas y métricas, a sus propios familiares que se quedaron en su patria10. Esto fue comprobado no por un estudio de muestras representativas, sino por la actual medición de sus familiares en Hawai y Japón.

Del mismo modo, los americanos de ancestro colonial británico no son como los ingleses, en el amplio sentido de la palabra. Los ingleses que se fueron a América en el período colonial eran definitivamente un grupo seleccionado, en base a la posición religiosa, social y económica, y su distribución geográfica. Una vez en América, bajo nuevas condiciones, un aislamiento comparable, y la intensiva cruza entre relativamente pocas líneas familiares; esta diferencia se acentuó. Una vez que las tierras arables de los estados de Nueva Inglaterra y Nueva York hubieron sido limpiados y cultivados, los granjeros que se movieron hacia el occidente, hacia el fértil valle de Ohio, y así sucesivamente a Indiana, Illinois y Iowa, no eran los típicos ejemplos de la población total de la cual ellos provenían. La selección de los montañeses de las Rockies, y de los antiguos pioneros ganaderos de las praderas fue incluso más notable.

Hasta ahora hemos estado considerando la selección migratoria en referencia al nuevo país colonizado por los inmigrantes, pero esta selección, cuando la migración ocurre en grandes números, tiene un igualmente importante efecto racial sobre el país de origen. El despoblamiento de Irlanda y Suecia a través de la migración a América, debió haber afectado las composiciones raciales de esos países, casi del mismo modo que el éxodo masivo de muchos cientos de miles de miembros de las tribus germánicas, en el período del "Völkerwanderung" debió haber afectado el norte de Alemania y Escandinavia.

Una selección de menor magnitud, pero igualmente importante en principio y efecto, es la selección de las poblaciones urbanas de orígenes rurales. Numerosos estudios europeos han dejado en claro que los jóvenes y las mujeres que dejan sus villas para buscar un nuevo modo de vida en las ciudades, son racialmente atípicos en las poblaciones promedio de las villas, y el drenaje de estas gentes desde los fecundos distritos rurales a las relativamente fértiles ciudades, tiene un valor selectivo en la determinación de la naturaleza física de la población rural11.

Las diferencias selectivas en la emigración y la inmigración existen en el sentido cultural, como en el racial. Los invasores de la Cerámica Cordada que emigraron en dirección occidente, hacia Europa, no traían todos los artefactos de la cultura de Asia y Rusia meridional con ellos, sino que tomaron solo aquellos objetos que encontraron útiles en su nuevo medioambiente, y fácil de reemplazar con materiales locales. Del mismo modo que el antiguos hombre de la pradera y o el trampero americano no traía consigo su casaca con mangas de lazo, vasos de vino, o zapatos de hebilla de plata, sino que solo acarreaba el vestuario, armas y otros equipos que sabía les sería de utilidad. Más tarde, después que hubiera colonizado el nuevo país, los más lujosos bienes de la vieja cultura vendrían, presumiendo que él mantuviera aún contacto con su tierra original.

Este último principio nuevamente se aplica también a la raza, como a la cultura. Los colonos que llegaron más tarde al nuevo país, después que el suelo hubiera sido explorado, son a menudo atraídos desde un segmento diferente de la sociedad original, y puede que representen una entidad racial distinta, con distintas asociaciones culturales y aptitudes de las de los pioneros.

Habiendo tratado con el amalgamamiento y la selección, queda el principio de la respuesta medioambiental. Que la evolución humana siempre ha pasado por la adquisición inicial de caracteres humanos distintivos, tales como el habla, el uso del fuego y la confección de herramientas, no puede ser negado. El hombre no h parado de evolucionar desde que se transformó en hombre. Hemos visto que el hombre del Pleistoceno, o el tipo que fuera, era más primitivo en algunos aspectos que el civilizado hombre moderno. La reducción del tamaño facial, y especialmente del aparato maxilar, es por ejemplo, uno de los más marcados y más expandidos en tendencias evolucionarias humanas activas12.

Hay otras respuestas, sin embargo, que no son necesariamente evolucionarias, pero que deben ser consideradas reacciones directas al cambio medioambiental, en el más amplio sentido. Cambios en el tipo y complejidad de la civilización, actuando presumiblemente a través de los agentes nutricionales, pueden servir como estímulos medioambientales y producir efectos somáticos. Estas respuestas, como se observa en la actualidad, toman la forma de vastas tendencias. El incremento en la estatura que ha afectado tan profundamente a Europa septentrional y occidental, y a gran parte del Nuevo Mundo, dentro de los últimos siglos, es una muestra de esa tendencia. Que esta es una verdadera respuesta masiva y no meramente un proceso selectivo, es demostrado por los estudios de Bowles, en tres generaciones de jóvenes de Harvard, tomando únicamente las líneas genéticas actuales de los abuelos, padres e hijos13. Que es culturalmente movido, cualquiera que sea el mecanismo, no puede negarse, pero solo se encuentra en países que han sido modernizados progresiva y completamente durante ese período.

El más asombroso incremento moderno en estatura debe ser el de los colonos ingleses en Queensland, para la cual hay amplia evidencia pero no datos científicos disponibles. Los hombres de Queensland se han disparado a una inmensa estatura, uniformadamente y con pocas excepciones, y han adquirido una morfología corporal delgada y leptosómica. A partir del hecho que estas gentes son esencialmente pioneros, viviendo mayoritariamente de la tierra, esto debe ser causa directa del estímulo medioambiental en el sentido geográfico.

El incremento en estatura puede ser comparado con las igualmente marcadas disminuciones. Durante el Oscurantismo, desde la época de la colonización hasta el siglo XVI, los islandeses, originalmente altos como sus ancestros noruegos, se encogieron en tamaño hasta la talla de los italianos meridionales14. Los climatologistas ahora nos dicen que esta disminución, acompañaba una baja de la temperatura media anual, y una creciente humedad15. La historia islandesa añade que fue un período cercano a la hambruna. Los groenlandeses, que sufrieron aún mucho más a causa de este cambio climático, se volvieron más pequeños que los islandeses, antes de extinguirse16. Aún así, los islandeses que sobrevivieron a esta depresión, crecieron rápidamente una vez que todo hubo terminado, hasta que en la actualidad ellos componen uno de los grupos más altos de Europa. La población de Islandia no ha sido físicamente incrementada por ninguna inmigración, desde su colonización inicial.

Uno de los mejores ejemplos en acción física medioambientalmente condicionada, ha sido vista en la miserable área de las colinas Lemosinas, en el centro de Francia17. Aquí, el aislamiento, la pobreza, y la dependencia de productos de un infértil suelo granítico, parecen sin duda alguna, haber sido las causas que contribuyeron a eso. La deficiencia mineral, en el sentido que Marett la usa, puede ser invocada, así como la mal nutrición. Otro ejemplo de acondicionamiento medioambiental puede ser visto en el común nivel de baja estatura, en su mayor parte bajo los 160 centímetros, que se extiende en una zona circunpolar alrededor del mundo. Si el medio puede así de ostensiblemente, afectar la estatura, y actuar con tal rapidez (los habitantes de Nueva Inglaterra han crecido 7 centímetros en un siglo), entonces es más que probable que puede afectar otros criterios raciales, incluyendo la forma craneal. La excesiva braquicefalización que se extendió por Europa central en el Medioevo, fectando especialmente el sur de Alemania y Bohemia, siguió el mismo patrón que el cambio de estatura. Ambos procediendo en ordenados incrementos a promedios de velocidad dados. La simple preeminencia Mendeliana de la braquicefalia, que nunca ha sido demostrada, no puede ser descartada, pero no puede haber sido el único factor envuelto. Pero incluso si permitimos la infiltración, la selección diferencial y el Mendelismo directo, es difícil dar explicar el aumento en índices cefálicos en el sur de Alemania y la región Alpina, sobre cualquier nivel que haya sido obtenido en la antigüedad, histórico o prehistórico, a menos que coloquemos este cambio al menos en base a una respuesta al estímulo medioambiental. Los recolectores de la Europa centro-occidental parecen haber respondido a una temprana e igualmente extensiva braquicefalización durante el Mesolítico, un período de profundos cambios climáticos; y la modificación paralela, milenios después, entre los civilizados productores de alimentos, pueden, por alguna razón aún desconocida, haber seguido un mecanismo paralelo de cambio.

Todo esto nos lleva de vuelta, eventualmente, a donde comenzamos, cuando empezamos a considerar el significado de la palabra Raza. Una raza es, desde el punto de vista de esta discusión, un grupo de gente que posee la mayoría de sus características físicas en común. Una raza pura, si el término necesita ser usado, es una en que los numerosos elementos que contribuyen se han mezclado tan completamente, que las correlaciones fallan a la hora de revelar sus combinaciones originales18. Al mismo tiempo, el proceso de selección y de respuesta a las influencias medioambientales han dado a la mezcla resultante, un carácter distintivo.

Mientras más, tal entidad humana permanece aislada, lo más distintiva que se volverá en el sentido racial. Se puede expandir numéricamente, dividirse, y transformarse en un grupo humano mayor; mientras otros, alguna vez mucho más numerosos, pueden casi extinguirse; o completamente a través de la absorción. Pero el hecho más importante sobre la raza es que es una entidad, sin embargo mal definida, que nunca está estática, sino que siempre está en proceso en el tiempo.

Si, como antes, definimos Raza como un grupo de gente razonablemente unificado en el sentido físico, y viviendo en un lugar único, aparecen mayores dificultades ¿Cómo podemos dibujar la frontera entre ese lugar y el próximo? ¿Dónde una raza termina y la siguiente comienza? Hay aquellos que aceptan que una Raza es un punto artificialmente asumido, sobre la suave y vidriosa superficie de un continuum geográfico19, entonces, lo que sería el punto de concentración para una condición extrema, de acuerdo a un criterio, será un punto intermedio para otros. Este argumento es, hasta cierto punto, verdadero. Si observamos el panorama de las razas vivientes en dos mapas dimensionales, podemos estar de acuerdo que una raza en este sentido, es meramente un grupo razonablemente homogéneo de gente que ocupa un punto arbitrario dado, sobre un continuum terrestre. En regiones de tranquilidad geográfica, una condición se mezcla amplia y suavemente con otra; e regiones cortadas por barreras geográficas, como desiertos o montañas, los contrastes son más agudos y las transiciones más rápidas.

Mientras confinemos nuestra mirada a la superficie, continuaremos enfrentados con este dilema. Pero una solución proviene con la aplicacíon de la tridimensionalidad, la de la historia. Por medio de la reconstrucción histórica, con material esquelético competentemente documentado y numéricamente adecuado, debería ser posible determinar lo que sucedió en la mayoría de las regiones ocupadas por la raza blanca, qué presentes condiciones se obtienen; y cual es una clasificación posible de las razas existentes, hechas sobre la base dual de pasado-presente.

La clasificación debe, por supuesto, unir condiciones existentes y no ser una expresión de la historia sola, o de las ideas nacionales. Por medio de tal clasificación podemos esperar una respuesta a la continua interrogante, y mostrar que marcas en el mapa actualmente representan los centros de diseminación racial, y que han funcionado más característicamente como zonas intermediarias y de mezcla. De acuerdo a los principios que están ahora empezando a ser comprendidos20.

Pero debemos recordar, al mismo tiempo, que las zonas intermedias y de mestizaje pueden cambiar su función sin advertencia, y asumir el rol de proveedores de material racial hacia otras regiones. La interrelación de estas funciones, de acuerdo a los principios ya detallados en este capítulo, han resultado en que la complejidad racial que caracteriza a la mayoría del planeta, y especialmente aquellas porciones ocupadas por las más activas, vigorosas y numerosas ramas de la humanidad, los Negroides, los Mongoloides y los Caucasoides.

Notas:

2 Ver Capítulo II, sección 5.
3 Hooton, E. A., HAS, vol. X, part II, 1932, pp. 42-107.
4 Datos no publicados en posesión del autor.
5 Shapiro, H. L., La Herencia del Botín, pp. 229-233.
6 Baur, Fischer, and Lenz, Hereditariedad Humana, p. 176.
7 Marett, J. R. de la H., Raza, Sexo, y Medioambiente.
8 Capítulo IV.
9 Rosinski, B., PAn, vol. 8, 1934, pp. 42-44.
10 Shapiro, H. L., SM, vol. 45, 1937, pp. 109-118; also, Migración y Medioambiente.
11 Bryn and Schreiner, Somatología del Noruego, pp. 342-344, servirá como ejemplo.
12 Ashley-Montagu, M. F., QRB, vol. 10, 1935, pp. 32-59.
13 Bowles, Gordon T., Nuevos Tipos de Antiguos Americanos en Harvard.
14 Seltzer, C. &, no publicado MS. en el Museo Peabody. Permiso del autor.
15 Brooks, C. E. P., QRMS, vol. 47, 1921, pp. 173-1 90.
16 Hansen, Fr. C. C., MOG, vol. 67, 1924, pp. 291-547.
17 Ripley, W. Z., Razas de Europa, pp. 168-171, after Collignon, R., MSAP, scr. 3, vol. 1, 1894, pp. 3-79. Collignon, R., AG, vol. 5, 1896, pp. 156-166.
18 Scheidt, W., ZFMA, vol. 27, pp. 94-116.
19 Estoy en deuda por este concepto, con el Dr. George Woodbury.
20 Keiter, F., ZFRK, vol. 3, 1936, pp. 40-46.